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Eneagrama
¿Qué es el Eneagrama?
El Eneagrama es un sistema de representación caracterológico que define nueve tipos de personalidades, llamados Eneatipos. Cada Eneatipo constituye un grupo de personas, las cuales se asemejan entre sí por características comunes en su personalidad y por una forma particular de plantarse ante la vida, que los diferencia de los otros ocho tipos. Esta singularidad se manifiesta como una forma de actuar y reaccionar ante diferentes eventos.
Las 9 personalidades se agrupan en tres grupos llamados Tríadas.
En cada uno de los Eneatipos pueden también reconocerse varias sub-categorías: dos posibles alas y dos sentidos de integración y desintegración.
Sin embargo, para identificar un Eneatipo, más importante que estudiar las acciones y reacciones de un individuo frente a las distintas situaciones de la vida, es reconocer las motivaciones internas que llevan a una persona a actuar de tal o cual forma. Así, el Eneatipo 1, amante de la perfección, puede, por ejemplo, confundirse en su actuar con el Eneatipo 3 apegado al éxito; ambos pueden llegar a ser extremadamente eficientes en su trabajo, pero mientras uno busca la perfección como virtud en sí misma, el otro ansía los aplausos y el reconocimiento que son el alimento que le permite valorizarse.
Los Orígenes del Eneagrama
«Para comprender el Eneagrama debe imaginársele en movimiento. Un Eneagrama sin movimiento es un símbolo muerto; el símbolo vivo está en movimiento, el camino de transformación del hombre, es parte del Movimiento Perpetuo...»
Gurdjieff
El Eneagrama está basado en un antiguo sistema de conocimiento sobre las tipologías humanas y constituye una poderosa herramienta de ayuda para comprendernos y comprender a quienes nos rodean. Si bien, no está claro el origen del Eneagrama en la historia de la humanidad, algunos autores afirman que surge entre los sufíes, movimiento espiritual islamita, 2.000 años antes de Cristo. Sin embargo, recién en el siglo pasado el Eneagrama se comienza a difundir en occidente y se empieza a utilizar como herramienta de crecimiento personal. Es a Oscar Ichazo, boliviano, a quien se le atribuye el logro de sistematizar las enseñanzas del Eneagrama y de iniciar la tradición de una forma más directa. Desde su adolescencia, en la década de los 40, Ichazo participó en grupos esotéricos buscando técnicas para alterar la conciencia, entre éstas, el zen, el sufismo, la Kabbalah, el yoga, el budismo, el confusionismo, el I Ching y las enseñanzas de Gurdjieff, quien habría enseñado el Eneagrama como un símbolo universal del cosmos, en el cual todo conocimiento podría ser incluido en él.
Fue Ichazo el que introdujo en el Eneagrama la correlación de sus nueve puntos con nueve tipos de personalidad. Según Ichazo, cada persona nace como "esencia pura", pero para sobrevivir, se encuentra forzado a desarrollar una personalidad. Así, cada ser humano en algún momento de su infancia, antes de los 7 años, escogería en forma inconsciente uno de nueve patrones básicos de personalidad. Ichazo dice haber descubierto los tipos de personalidad del Eneagrama durante un estado de éxtasis y bajo inspiración angélica.
En 1970, luego de recibir de parte de Ichazo ese conocimiento, el doctor Claudio Naranjo, chileno, fue quien lo presentó al mundo.
Actualmente el Eneagrama es utilizado como un camino de auto conocimiento y crecimiento personal por muchas escuelas espirituales y de desarrollo personal. Algunas comunidades religiosas cristianas, forman parte del abanico de grupos espirituales que integran al Eneagrama como un método de crecimiento personal.
La simbología del Eneagrama
El término "Eneagrama" (nueve líneas) deriva de los vocablos griegos: ennea, que significa nueve, y gramma, que en este caso indica líneas (ver dibujo).
Muchas tradiciones atribuyen al número nueve interesantes significados, llamándolo número maestro. Si el diez representa el retorno a la unidad, el nueve es la etapa última, la cúspide de un proceso que anuncia un final y a la vez un comienzo.
El nueve tiene varias peculiaridades, es el único número que al multiplicarlo por sí mismo o por cualquier otro número, vuelve a sí, reproduciéndose:
9 x 1 = 9, 9 = 9
9 x 2 = 18, 1+8 = 9
9 x 3 = 27, 2+7 = 9
9 x 4 = 36, 3+6 = 9
9 x 5 = 45, 4+5 = 9
9 x 6 = 54, 5+4 = 9
9 x 7 = 63, 6+3 = 9
9 x 8 = 72, 7+2 = 9
9 x 9 = 81, 8+1 = 9
9 x 10 = 90, 9+0 = 9
El número nueve fue llamado por los pitagóricos “Alfa y Omega", inicio y fin. Es también el primer cuadrado de un número impar (tres por tres, igual nueve), es la vibración tres veces perfecta, tres veces tres, creativamente Creador. También se le ha llamado el número del hombre, porque su gestación dura nueve meses.
Es además el único número capaz de "dar vida" a cualquier otro número:
9 + 1 = 10, 1 + 0 = 1
9 + 2 = 11, 1 + 1 = 2
9 + 3 = 12, 1 + 2 = 3
9 + 4 = 13, 1 + 3 = 4
9 + 5 = 14, 1 + 4 = 5
9 + 6 = 15, 1 + 5 = 6
9 + 7 = 16, 1 + 6 = 7
9 + 8 = 17, 1 + 7 = 8
9 + 9 = 18, 1 + 8 = 9
9 +10 = 19, 1 + 9 =10
Al sumar todos los números de nuestro sistema numérico (1+2+3+4+5+6+7+8+9) se obtiene cuarenta y cinco, que sumado (cuatro más cinco) da nueve, de aquí que se le llame "El Perfecto", por ser un número que nunca se destruye. Lleno de simbología, el Eneagrama está formado por tres partes que representan tres leyes divinas que rigen toda la existencia:
El círculo, símbolo de la totalidad, sin principio ni fin. Dentro del cual hay un triángulo equilátero y un hexagrama. El triángulo equilátero, formado por los Eneatipos 3, 6 y 9, llamados también los centros de las tres Tríadas que forman el Eneagrama, son las tres personalidades básicas a partir de las cuales se generan las otras. Este triángulo representa la Ley del Tres, número de la creación, de la santísima trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo. El pasado, el presente y el futuro.
El hexágono, figura de 6 lados, que representan la Ley del Siete en los números contenidos en sus vértices, está formado por los Eneatipos 1, 4, 2, 8, 5 y 7. Al igual que el 3, el 7 se considera un número especial que se encuentra presente en la creación y que se asocia con las notas musicales, los días de la semana y la tabla periódica, entre otros. Uno dividido por siete, o sea 1/7 da como resultado 0,142857, es decir, los mismos números que están inscritos en la estrella del Eneagrama. Uniendo estos tres elementos (círculo, triángulo y hexagrama) se obtiene el Eneagrama.
De esta forma el Eneagrama, se configura a partir del concepto de la totalidad, de la trinidad y del siete, de manera similar a como lo hace el Árbol de la Vida constituido por tres pilares, por círculos llamados Sephiroth que representan la totalidad y que se alcanza en siete etapas.
Algunas consideraciones a tener en cuenta al momento de identificarnos con un Eneatipo.
1. No hay un número mejor que otro: Cada uno de los nueve
Eneatipos tiene ricas características que aportan a la amplia gama de espectros de personalidad, que el mundo requiere para girar.
No existe un número del Eneagrama más valioso que otro, si bien las características de cada Eneatipo se manifestarán de diferentes formas en la medida que la persona se alinee o desalinee de su
Misión Álmica.
Probablemente hay algunos números que resultan más atractivos a los ojos del mundo moderno y parecen ser más afines a los valores que el orden establecido nos enseña como deseables. Sin embargo, luego de estudiarlos podemos darnos cuenta que todos ellos contribuyen a la sociedad como un todo, y que tienen virtudes deseables y admirables para su funcionamiento, por lo cual es interesante reconocer e integrar cada número del Eneagrama en nuestra personalidad.
Al momento de identificarnos con un tipo, solemos confundirnos con la imagen idealizada que tenemos respecto a quien deseamos ser, con lo que los demás que nos dicen que somos y con la real persona que somos. Estas tres imágenes respecto a quienes somos parecen mezclarse en nuestra mente y en ocasiones se manifiesta una de ellas, y en otras, otra.
Muchas veces empleamos gran energía en negar o dominar cierta parte de nuestra personalidad que nos parece poco deseable o incluso reprobable, no obstante en momentos de tensión o stress, muchos de esos aspectos suelen manifestarse. A veces, en situaciones de crisis, personas de carácter muy tranquilo y de bajo perfil pueden tomar el liderazgo y terminar apoyando y ayudando a otros de personalidad aparentemente más fuerte y segura de sí.
El Eneagrama es un camino que debe recorrerse con calma, con el corazón abierto, sin juicios respecto a lo que es bueno y malo, y con una gran dosis de humildad para poder observarnos y reconocernos.
2. Hay aspectos en todos los números con los cuales te puedes sentir identificado: Al leer la descripción de los Eneatipos pudiera ser que nos sintamos identificados con aspectos de varios de ellos o incluso de todos. También puede suceder que rechacemos de plano algunos números, con los cuales no nos sentiremos en absoluto identificados y es probable que esos sean los que más tienen que enseñarnos de nosotros mismos.
Debido a las características de su personalidad, hay Eneatipos a los cuales les es más difícil reconocerse, como el número 9, que en su afán de evitar el conflicto, en ocasiones tiende a mimetizarse con quienes le rodean y podría identificarse con las características del Eneatipo de figuras dominantes de su entorno, o el 3 que, en su búsqueda de éxito, puede vestirse del ropaje de quienes lo rodean para sentirse así aprobado, confundiendo su máscara con quien realmente es.
No lograr identificarnos con ningún Eneatipo, por un lado nos puede mostrar en parte la incapacidad que tenemos de mirar nuestra parte oscura y reconocer la motivación interna de nuestras reacciones, pero también nos puede hablar de una personalidad integrada que ha reconocido todos los números en sí mismos. El Eneagrama nos invita a pararnos en el centro del círculo, ganando libertad de ser quien deseemos ser. En todo caso, podemos tener por seguro que, si no logramos identificarnos con un número, es mucho más probable que sea por la primera razón que por la segunda.
3. No todos los aspectos de mi Eneatipo me identifican: Aún cuando logremos identificarnos con un número, no necesariamente todos los aspectos descritos para ese número nos representarán, es posible que reconozcamos algunas conductas en nosotros y otras no. Debemos tener en claro que la invitación es a identificar, más que comportamientos, la causa interna que nos lleva a actuar de determinada manera, en forma automática, aún en contra de nuestros deseos.
Ya hemos dicho que una misma forma de actuar puede tener diferentes orígenes, pero también en algunos casos un mismo principio puede generar diferentes formas de actuar. Por ejemplo, el miedo del 6 puede llevarlo a ser una persona débil y temerosa que solicita protección de manera explícita o bien transformarlo en un fanático de la tradición o de sus creencias. De esta forma, un exterior con reglas claras e inamovibles le libera del miedo de que las cosas se salgan de control.
4. El Eneatipo se adquiriría en los primeros años y se mantiene a lo largo de toda la vida: Según algunas corrientes psicológicas, la base de la personalidad se cimenta en los primeros años de vida, probablemente antes de los siete años de edad. El entorno familiar, las circunstancias de la niñez y la etapa emocional en que se encontraban los padres o sus figuras sustitutas, parecen ser determinantes en la fijación del Eneatipo al cual pertenece una persona.
Si bien, no cabe duda que las condiciones de la infancia influyen en la construcción de la personalidad, también es indudable que los seres humanos reaccionan de diferente forma ante las mismas circunstancias. Incluso dos hermanos gemelos que enfrentaron prácticamente lo mismo, pueden tener diferente Eneatipo. Las madres podemos atestiguar que cada uno de nuestros hijos ha sido singular desde su concepción, ya dentro del vientre algunos han sido más inquietos que otros, unos noctámbulos y otros diurnos, unos patean más fuerte y otros apenas lo hacen. Al momento de nacer unos llegan gritando y otros apenas se quejan, unos se aferran al pecho con fruición mientras a otros hay que estimularlos a que lo hagan.
Por este motivo, cabe preguntarse acaso es posible puedan adquirirse experiencias aún antes de nacer, provocando que la persona traiga un bagaje de conocimientos previos a su nacimiento que influyen en la interpretación de las circunstancias que le toca vivir, y por lo tanto influyan a la hora de configurar un Eneatipo. A modo de ejemplo, ante una figura paterna débil y ausente, una persona podría fijar como pauta para su personalidad hacerse su propio padre y padre de sus hermanos, adquiriendo el Eneatipo 1, pero muy bien otra persona podría sentirse abandonada y poco valorizada, adquiriendo como pauta de su personalidad el Eneatipo 4 y vivir luego temiendo no ser lo suficientemente valiosa, como para que las personas que ama mantengan vínculos estables con ella. Creo que en esencia somos todos seres divinos, sabios, amorosos y creativos, y que por diferentes circunstancias hemos escogido determinada forma para manifestarnos a través de una personalidad en esta vida. Un Eneatipo, es sólo una de las formas en que el glorioso ser que somos en nuestro interior puede expresarse. En la medida que los seres humanos vamos ampliando nuestra conciencia, de a poco nos liberamos de las ataduras que nos impone el ego, adquiriendo de ese modo cada vez más libertad y amor por nosotros mismos, con lo cual comenzamos a expresar nuestra personalidad en forma más armoniosa, en concordancia a nuestra verdadera esencia.
Una persona del Eneatipo 2 que vive su número de manera poco sana, atrapada por la compulsión de atender a los demás, en un infructuoso afán de sentirse amada, a menudo suele enojarse y ofenderse por no conseguirlo. Por el contrario, cuando logra conectarse con lo mejor de sí misma y liberarse del yugo que el ego le impone, descubre que el servicio es por sí sólo una fuente de placer y que el reconocimiento puede agregarle una dulce retribución adicional, pero no es para nada el principal estímulo en su actuar. Si bien esta persona pudiera en apariencia seguir teniendo actitudes similares de atención a los demás, lo que habrá cambiado drásticamente es su actitud interna ganando libertad, alegría y disfrute de ser quien es.
Como ya dije anteriormente, soy una firme convencida de que los seres humanos tenemos la capacidad de cambiar y liberarnos de las ataduras de la personalidad. El primer paso hacia la libertad es comenzar a reconocer las artimañas que usa el ego para manipularnos, y producto de este reconocimiento, y luego de un periodo muy largo para algunos, y como un relámpago para otros, comprender que somos amos y señores de nuestras vidas, seres en continua expansión y en permanente opción de reinventarnos.
Cuando hemos abrazado esa libertad y comenzamos a escoger quienes somos, entonces el Eneagrama se nos despliega como un abanico de posibilidades que nos invita a completarnos y a aceptar a los demás en su diversidad.
5. Puede ser más fácil identificar el Eneatipo de los otros:
Sucede de modo frecuente que cuando comenzamos a adentrarnos en el apasionante mundo del Eneagrama, al leer las descripciones de cada tipo, nuestra mente empieza a identificar a familiares, amigos y colegas de trabajo: ¡de pronto sus personalidades se nos hacen evidentes!, pero a la hora de mirarnos nosotros mismos la cosa muchas veces parece no ser tan simple.
Pareciera que somos muy astutos para resolver los problemas de los demás, la mente es experta en invitarnos a huir de nuestro interior, negando o desoyendo nuestros propios dolores y carencias. Es notable lo creativo que somos a la hora de aconsejar y resolver los problemas de otros y, sin embargo, en ocasiones repetimos conductas una y otra vez, sin conseguir resolver nuestros propios conflictos.
Es fácil caer en la tentación de ponernos a catalogar a los demás y de esta forma evitar adentrarnos en nuestro interior y desconocer nuestras amarras. Ciertamente comprender a quienes nos rodean, en especial a quienes amamos, es una gran ayuda que nos permite disminuir barreras que antes nos parecían infranqueables.
De pronto comprendemos que cierta persona no actúa de determinada manera, sólo por el placer de molestarnos, sino que simplemente lo hace así porque no sabe hacerlo de otro modo, y su actuar, en realidad, no tiene nada que ver con nosotros. Es mucho más difícil conseguir que el otro cambie, simplemente porque no nos acomoda su personalidad, que cambiar nosotros mismos. Sin embargo, vuelvo a enfatizar que el Eneagrama es esencialmente una herramienta de autoconocimiento, una invitación a la libertad que solamente alcanzarán quienes sientan la necesidad de romper las cadenas que le impiden a su verdadero ser, expresarse en toda su luminosidad.
6. Observa cómo actúas en épocas de estrés: Reconocer las motivaciones ocultas de nuestro actuar y reaccionar no es tarea fácil. Por lo general, transitamos por la vida convenciendo a los demás y a nosotros mismos que somos de determinada forma, pero llegado un momento de tensión las máscaras se caen y el esqueleto escondido en el baúl se escapa, dejándonos muchas veces sumidos en la vergüenza de habernos descontrolado.
Por este motivo, puede ser más fácil reconocernos cuando actuamos en situaciones de estrés, pues es ahí cuando realmente lo hacemos en forma espontánea, permitiendo que los aspectos reprimidos se expresen. De este modo, no corremos el riesgo de sucumbir a la tentación de reconocernos en el número que “quisiéramos” ser, negando los aspectos de nuestra psiquis que no nos gustan.
7. El Eneagrama no es estático: A lo largo de la vida nos podemos mover por las líneas de integración y desintegración, desde la franja sana a la insana e inclinarnos hacia las alas.
Si bien, no son temas que trataremos en extenso en este libro, es importante tener en cuenta que el Eneagrama es un mandala en movimiento, sobre el cual nos desplazamos a lo largo de nuestras vidas, visitando nuestros números vecinos (alas) y cruzando a través de las líneas de integración y desintegración, evolucionando desde franjas insanas a franjas más sanas del número, lo que equivale a transformar las cadenas que nos aprisionan, en libertad, permitiendo a nuestra alma expresarse en su totalidad.
8. Se trata esencialmente de un trabajo personal, los test ayudan, pero no hacen el trabajo por ti: Aunque los test parecen ofrecer un atajo y un camino fácil, son sólo una ayuda y una guía en un sendero que hemos de recorrer paso a paso, con humildad y sinceridad. Úsalos más para descartar números que para escoger tu Eneatipo. También ofrecen una buena ayuda para seleccionar la Tríada a la cual puedes pertenecer.
En los Anexos 1 y 4 de este libro se presentan dos interesantes y entretenidos test, uno es el Test del Jardín que escogí entre los muchos que yo misma he contestado, por considerarlo no sólo muy certero y didáctico a la hora de reconocernos en un Eneatipo, sino también muy entretenido; y el otro, de mi autoría, un test muy simple que presenta las posibles reacciones de los distintos caracteres frente a la compra de una vivienda. Además, en los
Anexos 2 y 3 se incluyen dos interesantes artículos que pueden ayudar a comprender mejor los diferentes números, Los Anticonsejos del Eneagrama, que con un sutil humor nos dice cuales serán las tentaciones que enfrentarán los eneatipos luego de identificarse en un número, y Los Eneaclosets, también de mi autoría, que describe los posibles hábitos de vestuario que pudiera tener cada componente del Eneagrama. Recibe la opinión de los demás y los resultados de los cuestionarios como un aporte para identificar tu Eneatipo, pero no permitas que nadie ni nada te encasille, sólo tú eres capaz de reconocer tus motivaciones internas.
La Iglesia Católica y el Eneagrama
La Iglesia Católica se ha manifestado explícitamente opositora de la mayor parte de las herramientas New Age y de este movimiento espiritual en general, declarándolo contrario a su doctrina.
Extraordinariamente, el Eneagrama no sólo ha sido aceptado por la Iglesia Católica, sino también difundido a través de talleres y seminarios de inspiración Jesuita.
Quizás, esto se deba por un lado, a que reconoce los méritos de esta herramienta y a que el Eneagrama, con sus nueve tipos de personalidades básicas, está relacionado con los 7 pecados capitales, a los cuales se les han agregado 2 “pecados” adicionales.
Los pecados capitales se denominan de esta forma, por ser
“cabeza”, es decir, el principio u origen del resto de los pecados. A los tradicionales, Ira, Orgullo, Envidia, Avaricia, Gula, Lujuria y
Pereza, se agrega el octavo pecado (eliminado por Santo Tomás)
Vanidad, y uno adicional, Cobardía. Los jesuitas enseñan que cada uno de estos pecados representa un defecto básico de la personalidad, que mediante crecimiento personal ha de ser revisado, reconocido y superado, de modo de poder transformarlo en virtud.
Solemos darle connotación negativa a ciertas palabras por considerar que representan actitudes poco nobles, lo cual nos dificulta una revisión personal, honesta y sincera, pareciera que pocas personas están dispuestas a reconocerse como envidiosos, perezosos o avaros. Sin embargo, todos esos estados viven en nosotros y mientras más los negamos más poder adquieren y buscarán formas de manifestarse.
Estos pecados no son buenos o malos en sí mismos, lo que los hace más o menos deseables es lo que hacemos con ellos. Por ejemplo, la envidia es una energía que nos mueve a superarnos y crecer; siente envidia el deportista y eso lo motiva a auto superarse y sacar lo mejor de sí mismo entrenando con más ahínco. La misma energía, usada de otra forma, puede inducirlo a la competencia deshonesta o a darse por vencido antes de comenzar y retirarse sin siquiera haberlo intentarlo.
Siente envidia el Eneatipo 4, cuando observa que las demás personas parecen contar con virtudes que este número cree no poseer, dada su constante sensación de ser diferente y especial.
Pero esta misma envidia se transforma en una virtud, cuando el 4 decide salir de su estado depresivo y demostrarle al mundo cuan especial es, encausando su energía hacia la creatividad.
Breve descripción de cada Eneatipo
Para comenzar el apasionante estudio del Eneagrama empezaremos con una breve descripción de cada Eneatipo, de modo de ir descubriendo las características de cada uno de ellos.
En una primera mirada ya podemos ir reconociendo algunas similitudes con nuestra personalidad, si bien el camino a recorrer recién comienza, pues el estudio del Eneagrama es un laberinto lleno de sorpresas, avances y retrocesos, mediante el cual nos adentramos al difícil y apasionante mundo del “mirarnos”. Este viaje requiere de mucha nobleza y humildad, pues estaremos en contacto directo con nuestra sombra, esa parte de nosotros mismos que no queremos ver, y menos mostrar a los demás.
Entonces, y sólo a modo de invitación a iniciar el recorrido, a continuación se presenta una breve descripción de los nueve Eneatipos que conforman el Eneagrama:
Eneatipo 8: El líder. Su pecado es la lujuria, tienen mucha autoconfianza, son avasalladores, tienen muy claro lo que desean, poseen una fuerte personalidad. Defensores de sus cercanos. Los 8 evitan la debilidad. Perciben la vida como una lucha, les gusta dejar en claro que ellos son los que están al mando.
Eneatipo 9: El conciliador. Su pecado es la pereza. Se funden con el entorno y les cuesta mucho expresar sus necesidades.
Entienden todas las opciones y es muy difícil discutir con ellos, pues evitan como puedan el conflicto. Se sienten incómodos ante cualquier tensión o falta de armonía entre las personas. Para ellos nada tiene mayor importancia que la paz y la tranquilidad.
Eneatipo 1: El perfeccionista. Su pecado es la ira, que ellos reprimen pues no la consideran una cualidad deseable. Buscan la perfección y hablan en términos de bien y mal. Están siempre ocupados siendo perfectos, haciendo las cosas bien y exigiéndole a los demás que lo sean. Les molestan los errores propios, ajenos, importantes o irrelevantes.
Eneatipo 2: El altruista. Su pecado es el orgullo. Es el tipo de personalidad que necesita sentirse necesitada. Muy generosos dan fingiendo no esperar, pero en realidad buscan agradecimiento.
Evitan reconocer que tienen sus propias necesidades, pero ven rápidamente las carencias de los otros, se enorgullecen de ser serviciales.
Eneatipo 3: El exitoso. Su pecado es la vanidad. Se desarrollan en función de brillar para el resto de las personas. Están muy identificados con su rol, y suelen conseguir lo que se proponen para despertar admiración, no soportan el fracaso.
Eneatipo 4: El especial. Su pecado es la envidia. Para ellos es muy importante ser únicos y singulares. Se experimentan a sí mismos como personas muy emotivas y de gran sensibilidad; de ningún modo como simples personas corrientes, consideran que los demás difícilmente consiguen entenderlos.
Eneatipo 5: El intelectual. Su pecado es la avaricia. A este tipo pertenecen los tipos intelectuales y científicos que coleccionan conocimientos, que nunca llegan a usar pues no se consideran lo suficientemente preparados. Son muy austeros, observadores y estudiosos. Les parece muy importante no dejarse involucrar en eventos sociales que les resulten aburridos, es decir, que no les ayuden a aprender algo.
Eneatipo 6: El leal. Su pecado es la cobardía. Suelen imaginar siempre los peores escenarios futuros, lo que genera un oculto miedo por lo que les pudiera pasar. Como una forma de buscar seguridad, consideran que la vida está regida por leyes, reglas y normas. Muy responsables y respetuosos de la autoridad que consideran fiable.
Eneatipo 7: El alegre. Su pecado es la gula. Huyen del presente, planificando constantemente actividades para el futuro. Como no se quieren perder nada, no profundizan tampoco en nada. Usan una máscara de alegría, evitando el dolor en todas sus formas.
Son optimistas y amantes de la aventura.
El Uno dice, "Si yo puedo hacer todo mi entorno y a mí mismo perfectos, quizás, estaré seguro".
El Dos dice, "Si yo puedo hacer que otros me amen y dependan de mí, quizás, estaré seguro".
El Tres dice, "Si los demás me ven como una persona exitosa, quizás, estaré seguro".
El Cuatro dice, "Si yo puedo ser amigo de la oscuridad y llegar a conocer mi propio dolor, quizás, estaré seguro".
El Cinco dice: “Si yo puedo guardar mi mente enfocada en asir las complejidades del mundo, quizás, estaré seguro”.
El Seis dice, "Si yo puedo mantenerme alerta a todos los peligros posibles y hallo aliados confiables, quizás, estaré seguro".
El Siete dice, "Si yo puedo distraerme con el placer y evitar pensamientos amenazantes, quizás, estaré seguro".
El Ocho dice, "Si yo puedo intimidar y dominar a los demás, quizás, estaré seguro".
El Nueve dice, "Si yo puedo guardar a una mente abierta a todas las posibilidades, quizás, estaré seguro".
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1 comentario:
Hola!!! Me ha encantado el artículo, por favor, me dirías a que libro pertenece? Gracias!
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