Puntos esenciales de las Enseñanzas de Don Juan
“El camino del guerrero es un
camino hacia el conocimiento, hacia la sabiduría y hacia la iluminación del
hombre en todo su esplendor, el escritor, Carlos Castañeda nos muestra en un
breve resumen todos sus textos publicado, es el camino del hombre común para
convertirse en un aprendiz de guerrero, sus trabajos literarios inmensos en
psicología gestal, en motivación, en hacer comprender la actitud y la
percepción de nosotros frente a la realidad y la fisión, entre el espíritu y la
materia dentro de este mundo”. Marco Briceño
El primer paso: quien puede convertirse
en aprendiz de guerrero
Entender que
el mundo y la realidad, además de ser como los percibimos, son, al mismo
tiempo, diferentes, exige un gran esfuerzo de flexibilidad. Y para llegar a
tener esa "flexibilidad" es necesario acumular suficiente energía o
"poder personal", como diría Don Juan, a través de un complejo
procedimiento que los toltecas llamaron "el camino del guerrero".
Cuando un hombre común acepta la posibilidad de que puedan
existir otras realidades aparte de la que él percibe, puede convertirse en
aprendiz. Cuando el aprendiz logra ahorrar energía a base de técnicas
específicas que requieren gran esfuerzo y que implican un cambio dramático en
la forma de vivir, entonces se convierte en un guerrero. Un guerrero es un
individuo capaz de llevar a cabo la máxima disciplina y un absoluto control de
sí mismo. El guerrero busca, a través de la impecabilidad de todos sus actos,
llegar a la totalidad de él mismo
Como toda
corriente de conocimiento, la
Toltequidad , el nagualismo o la brujería, tiene principios y
técnicas, y percibe un objetivo final. Este conocimiento propone un camino
diferente a los otros que se han propuesto en el devenir de la humanidad. Algo
que hace realmente importante y diferente el camino propuesto por la Toltequidad de
nuestros tiempos, es que en una época en la que la modernidad depredadora ha
reducido a escombros los valores del
Espíritu, esta sabiduría que se ha mantenido casi intacta, nos ofrece no
solo, una “nueva pero milenaria” oportunidad de entender el mundo y la vida,
sino un camino para llegar a la totalidad o trascendencia espiritual.
Don Juan
menciona a Castaneda que en la vida hay muchos caminos que recorrer, pero que
un hombre, antes de embarcarse en un camino, debe estar libre de miedo y
ambición; entonces, deberá preguntarse si el camino tiene o no tiene corazón.
Una vez hecha la pregunta, el hombre conocerá la respuesta. Un camino sin
corazón nunca se disfruta; por el contrario, se vuelve contra uno y nos
destruye. Un camino con corazón, en cambio, no nos hace batallar para hallarle
el gusto.
El camino sin
corazón, en todo su recorrido, nos da dolor y angustia. En cambio el camino con
corazón nos da armonía y bienestar.
Un hombre de
conocimiento es alguien que ha seguido de verdad las penurias de aprender
–dijo-. Un hombre que, sin apuro, sin vacilación ha ido lo más lejos que puede
en desenredar los secretos del poder y el conocimiento…
¿Qué es una vida verdadera?
Una vida que se vive con la certeza nítida de
estar viviéndola; una vida buena, fuerte…
Antes de embarcarte en cualquier camino tienes
que hacer la pregunta: ¿tiene corazón este camino? Si la respuesta es no, tú
mismo lo sabrás, y deberás entonces escoger otro camino.
Pero ¿cómo sé de seguro si un camino tiene
corazón o no?
Cualquiera puede saber eso. El problema es que
nadie hace la pregunta, y cuando uno por fin se da cuenta de que ha tomado un
camino sin corazón, el camino está ya a punto de matarlo. En esas
circunstancias muy pocos hombres pueden pararse a considerar, y más pocos aún
pueden dejar el camino.
¿Cómo debo
proceder para hacer la pregunta apropiada, don Juan?
Pregunta nada más…
El camino del guerrero es un camino difícil en el que la
aniquilación, el reto y el desafío están presentes; pero es un camino con
corazón y, en ese camino, como dice Don Juan, es inútil quejarse y, sin
embargo, es difícil no quejarse.
La confianza de un guerrero no es la confianza del hombre común. El hombre común busca la certeza en los ojos del espectador y llama a eso confianza en sí mismo; el guerrero busca la impecabilidad ante sus propios ojos y llama a eso humildad. El hombre común está enganchado a su prójimo, mientras que el guerrero solo depende de sí mismo.
La naturaleza de nuestros actos carece de importancia siempre y cuando actuemos como guerreros. Si en verdad sientes que tu espíritu está deformado, simplemente debes componerlo, porque en toda nuestra vida no existe tarea más digna de emprenderse.
La compasión hacia uno mismo no encaja
con la vida del guerrero. Lo más difícil en este mundo es adoptar el ánimo de
un guerrero. De nada sirve quejarse y sentir que alguien nos está siempre
haciendo algo. Nadie le hace nada a nadie y menos a un guerrero. La pena no
encaja con el poder. El ánimo de un guerrero implica que se controla y al mismo
tiempo se abandona. Si estás en el ánimo correcto, puedes espolearte más allá
de tus límites.
Algunas de las cualidades de un
guerrero:
Un guerrero sabe que está
esperando (el dominio de) su voluntad y mientras tanto no quiere nada; de esa
forma, si recibe algo, siempre será más de lo que él puede tomar. La voluntad,
dice Don Juan, es algo que un hombre usa, por ejemplo, para triunfar en una
batalla en la que, según todos los cálculos, debería salir derrotado; es un poder que tenemos
dentro de nosotros que nos impulsa a realizar hazañas asombrosas que desafían
al sentido común y, al mismo tiempo, es la liga con el mundo exterior; es una
fuerza que sale del interior del cuerpo y se prende al inundo. Con su voluntad,
un brujo percibe al mundo y entonces se da cuenta de que el mundo no es tan
real como pensaba. Conforme va progresando en el camino del conocimiento, un
guerrero advierte que es capaz de tocar cualquier cosa con una sensación que
sale de una zona cercana al ombligo. Cuando es capaz de sujetar con ella todo
lo que está a su alrededor, puede decirse que ya adquirió la voluntad.
El espíritu
del guerrero no está templado para la entrega o la queja, ni para ganar o
perder, sino para luchar, y cada acto lo convierte en su última batalla sobre la Tierra. De ahí que el
resultado no le importa; sólo deja fluir
su espíritu con libertad y claridad
LA ACTITUD
CORRECTA Y LOS ENEMIGOS
Un hombre va al saber como a la guerra: bien despierto, con respeto y con absoluta confianza. No hay errores por los que deba rendir cuentas. Si fracasa o sufre una derrota, solo habrá perdido una batalla, y eso no le provocará declaraciones lastimosas.
Un hombre de conocimiento es alguien que ha seguido de verdad las penurias del aprendizaje. Un hombre que, sin apuros ni vacilaciones, ha ido desenredando los secretos del poder.
Cuando uno empieza a aprender, nunca se sabe lo que va a encontrar. Su intención es vaga; su propósito deficiente. Espera recompensas que no llegarán, porque el conocimiento nunca es lo que uno se imaginaba. Cada paso del aprendizaje resulta un atolladero y el miedo que el hombre experimenta empieza a crecer sin misericordia. Su propósito se convierte en un campo de batalla.
Un hombre va al saber como a la guerra: bien despierto, con respeto y con absoluta confianza. No hay errores por los que deba rendir cuentas. Si fracasa o sufre una derrota, solo habrá perdido una batalla, y eso no le provocará declaraciones lastimosas.
Un hombre de conocimiento es alguien que ha seguido de verdad las penurias del aprendizaje. Un hombre que, sin apuros ni vacilaciones, ha ido desenredando los secretos del poder.
Cuando uno empieza a aprender, nunca se sabe lo que va a encontrar. Su intención es vaga; su propósito deficiente. Espera recompensas que no llegarán, porque el conocimiento nunca es lo que uno se imaginaba. Cada paso del aprendizaje resulta un atolladero y el miedo que el hombre experimenta empieza a crecer sin misericordia. Su propósito se convierte en un campo de batalla.
La primera batalla de un guerrero es
por la libertad, pero ¿qué es libertad para nosotros? ¿Somos realmente libres?
¿Somos libres para ser quienes realmente somos? La respuesta es no, no somos
libres. La libertad está relacionada con el espíritu humano: La libertad de ser
quien realmente somos. Pero ¿qué nos impide ser libres? ¿Por qué no podemos ser
como realmente somos?. Si observamos nuestra vida veremos que, en vez de vivir
para complacernos, la mayor parte del tiempo sólo hacemos cosas para complacer
a los demás, para que nos acepten. Lo peor de todo es que la mayoría de la
gente ni siquiera se da cuenta de que no es libre, algo en su interior se los
dice, pero no lo comprenden, y no saben por qué no son libres.
Todo un sistema de creencias nos ha
sido inculcado desde que éramos niños, pero si lo ponemos en tela de juicio,
veremos que la mayor parte de ese sistema no es ni siquiera real, nos hemos
pasado todos estos años en drama por nada. La libertad que buscamos consiste en
utilizar nuestra propia mente y nuestro propio cuerpo, en vivir nuestra propia
vida en lugar de vivir la vida nuestro sistema de creencia. Cuando descubrimos
que nuestra mente está controlada por ese sistema, sólo tenemos dos opciones:
Seguir viviendo como lo hemos hecho hasta ahora, rindiéndonos ante nuestras
creencias; o rebelarnos completamente, declárale la guerra a todo nuestro
sistema de creencias, muchas veces impuesto. Quizá ganemos o quizá perdamos
esta batalla, pero al menos tendremos la oportunidad de recuperar nuestra
libertad. Elegir este camino nos da como mínimo la dignidad de la rebelión y
nos asegura que no seremos la víctima desvalida de nuestras caprichosas
emociones o de las emociones envenenadas de los demás. Incluso aunque perdamos
esta batalla no estaremos entre las víctimas que no se defendieron.
Imagínate que alcanzáramos esa
libertad en la que no es necesario que justifiquemos nuestra existencia y en la
que podamos ser quien realmente somos; imagínate que vivimos sin conflictos con
nosotros mismos y con los demás; imagínate que no tengamos miedo de expresar nuestros
sueños, sabemos qué queremos, cuándo lo queremos y qué no queremos, que
tengamos libertad para cambiar nuestra vida y hacer que sea cómo nosotros
queremos; imagina que ya no tememos a pedir lo que necesitamos, decir que sí o
que no a lo que sea o a quien sea.
Imagínate que vivimos sin miedo a ser
juzgados por lo demás, y ya no nos dejamos llevar por lo que otras personas
puedan pensar de nosotros, ya no somos responsables por la opinión de nadie, no
sentimos la necesidad de controlar a nadie y nadie nos controla. Imagínate que
vivimos sin juzgar a los demás, que los perdonamos con facilidad y nos
desprendemos de todos los juicios que solemos hacer. No tenemos la necesidad de
tener razón ni de decirle a nadie que está equivocado, nos respetamos a nosotros
mismos y a los demás y a cambio ellos nos respetan también.
Imagínate que vivimos sin el miedo de
amar y no ser correspondidos; ya no tememos que nos rechacen y no sentimos la
necesidad de que nos acepten; podemos decir:" TE QUIERO" sin sentir
vergüenza o justificarnos; que podemos andar por el mundo con el corazón
abierto y sin el temor de que nos puedan herir. Imagínate que vivimos sin miedo
a arriesgarnos y a explorar la vida; no tememos perder nada; no tenemos miedo
de estar vivos en el mundo y tampoco tenemos miedo de morir. Imagínate que nos
amamos a nosotros mismos tal como somos, que amamos nuestro cuerpo y nuestras
emociones tal como son, y sabemos que somos perfectos tal y como somos.
Pues bien, esa es la recompensa por
esta batalla, ¿crees realmente que no vale la pena luchar? luchar contra
nosotros mismo, contra nuestras creencia y contra todo lo que nos impida ser
libres
EL PODER. En
esta etapa el guerrero apenas puede advertir que su tercer enemigo lo acecha;
de pronto, sin saberlo, habrá sucumbido en su batalla. El poder lo hará un
hombre cruel y caprichoso, un hombre en tales circunstancias llega a la muerte
sin realmente manejar su poder. Debe darse cuenta de que el poder conquistado
no es suyo en verdad. Si logra entender que sin control de él mismo la claridad
y el poder son terribles enemigos, llegará el punto en que dominará todo. Sabrá
entonces el momento y la forma en que deberá usar su poder, habrá derrotado así
a su tercer enemigo natural.
Para entonces
el guerrero estará al final de su camino al conocimiento y, casi sin
advertirlo, enfrentará a su último enemigo natural: LA VEJEZ. Habrá perdido
el miedo, su claridad ya no será impaciente, todo su poder estará controlado,
pero siente un deseo constante de descansar.
IMPECABILIDAD
La única libertad de que disponen los guerreros consiste en su propia conducta impecable. La impecabilidad no solo representa la libertad, sino que es el único modo de ahuyentar la forma humana.
No importa lo que nadie diga o haga. Tú debes ser impecable. La lucha se desarrolla en nuestro pecho. Hay que dedicar todo el tiempo y toda la energía para poder superar la propia estupidez.
Un guerrero no siente compasión por nadie. Sentir compasión implica desear que la otra persona sea como uno. Lo más difícil para un guerrero es dejar ser a los otros; su impecabilidad consiste en apoyarlos en lo que realmente son.
ENTRELA
MUERTE Y EL DESAPEGO
Cuando un hombre se embarca en los caminos del conocimiento, poco a poco se va dando cuenta de que la vida ordinaria ha quedado atrás para siempre y de que los medios del mundo ordinario ya no le sirven de sostén. Si desea sobrevivir, debe adoptar otra forma de vida.
Solo como un guerrero se puede sobrevivir en el camino del conocimiento. Porque el arte del guerrero consiste en equilibrar el terror de ser hombre con el prodigio de ser hombre. La vida para un guerrero es un ejercicio de estrategia, nunca está disponible, nunca está parado en el camino esperando las pedradas. Debes entender que un guerrero es un cazador inmaculado que anda a la caza de poder. Si consigue suficiente se convertirá en persona de conocimiento. No está borracho, ni loco, y no tiene tiempo para fanfarronear, ni para mentirse a sí mismo, ni para equivocarse en la jugada. La apuesta es demasiado alta. Lo que pone en la mesa es la vida dura y ordenada que tanto tiempo le llevó perfeccionar.
Cuando el conocimiento se convierte en algo que da miedo, el hombre también se da cuenta de que la muerte es la compañera inseparable. Cada trocito de conocimiento se vuelve poder si tiene a la muerte como fuerza central. La muerte da el último toque, y lo que ella toca se vuelve en verdad poder. Sin la conciencia de la muerte, el guerrero no sería más que un hombre común envuelto en actos comunes. La muerte es su única y sabia consejera.
La única libertad de que disponen los guerreros consiste en su propia conducta impecable. La impecabilidad no solo representa la libertad, sino que es el único modo de ahuyentar la forma humana.
No importa lo que nadie diga o haga. Tú debes ser impecable. La lucha se desarrolla en nuestro pecho. Hay que dedicar todo el tiempo y toda la energía para poder superar la propia estupidez.
Un guerrero no siente compasión por nadie. Sentir compasión implica desear que la otra persona sea como uno. Lo más difícil para un guerrero es dejar ser a los otros; su impecabilidad consiste en apoyarlos en lo que realmente son.
ENTRE
Cuando un hombre se embarca en los caminos del conocimiento, poco a poco se va dando cuenta de que la vida ordinaria ha quedado atrás para siempre y de que los medios del mundo ordinario ya no le sirven de sostén. Si desea sobrevivir, debe adoptar otra forma de vida.
Solo como un guerrero se puede sobrevivir en el camino del conocimiento. Porque el arte del guerrero consiste en equilibrar el terror de ser hombre con el prodigio de ser hombre. La vida para un guerrero es un ejercicio de estrategia, nunca está disponible, nunca está parado en el camino esperando las pedradas. Debes entender que un guerrero es un cazador inmaculado que anda a la caza de poder. Si consigue suficiente se convertirá en persona de conocimiento. No está borracho, ni loco, y no tiene tiempo para fanfarronear, ni para mentirse a sí mismo, ni para equivocarse en la jugada. La apuesta es demasiado alta. Lo que pone en la mesa es la vida dura y ordenada que tanto tiempo le llevó perfeccionar.
Cuando el conocimiento se convierte en algo que da miedo, el hombre también se da cuenta de que la muerte es la compañera inseparable. Cada trocito de conocimiento se vuelve poder si tiene a la muerte como fuerza central. La muerte da el último toque, y lo que ella toca se vuelve en verdad poder. Sin la conciencia de la muerte, el guerrero no sería más que un hombre común envuelto en actos comunes. La muerte es su única y sabia consejera.
“Cuando un aprendiz ha tomado la decisión de seguir el
camino del guerrero, debe hacerse responsable de esta decisión entendiendo que
no le queda tiempo para fanfarronear, ni para lamentarse, ni para equivocarse.
El aprendiz sabe que es un cazador de poder o conocimientos, pero que el
cazador será también cazado por la muerte; y cuando se sienta mal, cuando
sienta que todo se le viene abajo, el guerrero deberá preguntarle a al muerte
si todo eso es verdad, entonces la muerte le responderá que nada de eso es
cierto, la muerte le dirá: "Aún no te he tocado"
Pero preocuparse por la muerte es debilitante. Por ello la siguiente cualidad que necesita un guerrero es el desapego. La idea de la muerte inminente en vez de convertirse en obsesión, se convierte en indiferencia.
Pero preocuparse por la muerte es debilitante. Por ello la siguiente cualidad que necesita un guerrero es el desapego. La idea de la muerte inminente en vez de convertirse en obsesión, se convierte en indiferencia.
ESPERANDO
Cuando
A veces el dolor y el malestar son tan grandes que el guerrero tiene convulsiones durante meses. Un magnifico poder es siempre anunciado por grandes dolores.
Cuando las convulsiones cesan, el guerrero advierte que puede tocar cualquier cosa con una sensación que sale de su cuerpo, alrededor de su ombligo. Esa sensación es la voluntad, y cuando el guerrero es capaz de agarrar con ella puede decirse con justicia que es un brujo y que ha adquirido voluntad.
VER Y MIRAR
Primero debemos saber que nuestros actos son inútiles y luego insistir como si no lo supiésemos. Eso es el desatino controlado de un brujo. Lo practica en cada uno de sus actos con el mundo. Todo cuanto hace en relación con él y con sus semejantes es desatino controlado, porque nada importa en realidad.
El guerrero sigue viviendo porque ha templado su voluntad a lo largo de toda su vida hasta hacerla impecable y completa. Su voluntad controla el desatino de su vida.
Tus acciones, así como las acciones de
tus semejantes te parecen importantes porque has aprendido a pensar que lo son.
Aprendemos a pensar en todo y luego entrenamos los ojos para mirar. Pero luego,
cuando uno aprende a ver, se da cuenta de que todas las cosas son iguales y, al
ser iguales, carecen de importancia.
Los ojos del hombre pueden ver y mirar, pero ninguna de esas funciones es mejor que la otra. Sin embargo, educar los ojos nada más para mirar es un desperdicio innecesario. Por ejemplo, para reir necesitamos mirar con los ojos, porque solo cuando miramos las cosas podemos captar lo gracioso del mundo; en cambio, cuando nuestros ojos ven, todo es tan igual que nada tiene gracia.
Los ojos del hombre pueden ver y mirar, pero ninguna de esas funciones es mejor que la otra. Sin embargo, educar los ojos nada más para mirar es un desperdicio innecesario. Por ejemplo, para reir necesitamos mirar con los ojos, porque solo cuando miramos las cosas podemos captar lo gracioso del mundo; en cambio, cuando nuestros ojos ven, todo es tan igual que nada tiene gracia.
BORRANDO
Para mantener
la imagen de uno mismo, el hombre común, a la menor provocación, está deseoso
de decirle a quien le quiera escuchar "quién es él" o, más bien,
quién supone él que es. El contar una y otra vez nuestra vida a quien se deje,
además de alimentar nuestra importancia personal (ego) nos permite
autoafirmarnos en este mundo de pensamientos. Mantener la imagen de nosotros
mismos requiere de un descomunal gasto de energía, por lo que un aprendiz de la Toltequidad deberá ir
"borrando" poco a poco su historia personal; esto no es dejar de
hablar del pasado, sino, simplemente, "usarlo" de manera referencial
e impersonal.
Te ocupas demasiado de ti mismo, lo que te produce una tremenda fatiga. Te concedes demasiada importancia y eso te da un pretexto para molestarte con todo. Siempre te sientes obligado a explicar tus actos, como si fueras el único hombre que se equivoca en la tierra. Mientras te sientas lo más importante del mundo, no podrás apreciar en verdad el mundo que te rodea. Sentirse importante lo vuelve a uno pesado, rudo y vanidoso; para ser un hombre de conocimiento se necesita ser liviano y fluido.
Solo tenemos una alternativa: o lo tomamos todo por cierto, o no. Si hacemos lo primero terminamos muertos de aburrimiento con nosotros mismos y con el mundo. Si hacemos lo segundo y borramos nuestra historia personal, creamos una niebla a nuestro alrededor, y un estado muy emocionante y misterioso. Cuando nada es cierto nos mantenemos alertas, de puntillas todo el tiempo. Debes borrar la historia personal armoniosamente, poco a poco. La historia personal nace cuando hay alguien más que sabes de donde eres, qué eres, qué haces. Si no tienes historia personal, no necesitas dar explicaciones porque nadie se enoja o se desilusiona con tus actos; sobre todo, nadie te atrapa con sus pensamientos.
Un guerrero usa su mundo lo menos posible y con ternura. Tiene trato íntimo con su mundo, y sin embargo es inaccesible porque no lo exprime ni lo deforma. Lo toca levemente, se queda cuanto necesita y luego se aleja raudo, sin dejar señal alguna.
VOLVERSE
CAZADOR
Aplicar estos principios produce
tres resultados. El primero es que los acechadores aprenden a no tomarse nunca
en serio: aprenden a reírse de sí mismos. Si no tienen miedo de hacer el
ridículo, pueden ridiculizar a cualquiera. El segundo es que los acechadores
aprenden a tener una paciencia inagotable. Los acechadores nunca tienen prisa,
nunca se inquietan. Y el tercero es que los acechadores aprenden a tener una
inagotable capacidad de improvisación
PARAR EL MUNDO
Para un guerrero, la realidad o el mundo que todos conocemos es solamente una descripción que nos inculcan desde el momento en que nacemos.
A un brujo le urge más actuar que hablar, y para ello obtiene una nueva descripción del mundo: la descripción de los brujos. El mundo es como es solo porque hablamos con nosotros mismos acerca de que así debe ser. El pasaje al mundo de los brujos se franquea después de que el guerrero aprende a suspender el dialogo interno. Cada vez que el dialogo interno cesa, el mundo se desploma y salen a la superficie facetas extraordinarias de nosotros mismos, como las si palabras las hubieran tenido sepultadas. Parar el mundo es derrumbar la descripción del mundo que llamamos realidad. Esta es la clave de la brujería y el primer paso para ver.
El único modo de contrarrestar el devastador efecto del mundo de los brujos es reírse de él.
PARAR EL MUNDO
Para un guerrero, la realidad o el mundo que todos conocemos es solamente una descripción que nos inculcan desde el momento en que nacemos.
A un brujo le urge más actuar que hablar, y para ello obtiene una nueva descripción del mundo: la descripción de los brujos. El mundo es como es solo porque hablamos con nosotros mismos acerca de que así debe ser. El pasaje al mundo de los brujos se franquea después de que el guerrero aprende a suspender el dialogo interno. Cada vez que el dialogo interno cesa, el mundo se desploma y salen a la superficie facetas extraordinarias de nosotros mismos, como las si palabras las hubieran tenido sepultadas. Parar el mundo es derrumbar la descripción del mundo que llamamos realidad. Esta es la clave de la brujería y el primer paso para ver.
El único modo de contrarrestar el devastador efecto del mundo de los brujos es reírse de él.
Los hombres comunes se la pasan en medio del camino golpeándose y confortándose con cualquier “socio voluntario”; están "metidos" en sus ires y venires; son obvios y evidentes. Ser inaccesible significa que un guerrero "está y no está"; ser inaccesible no significa que deba estar escondido, porque de ser así, todo el mundo sabrá que está escondido. Ser inaccesible es una condición del guerrero para no "embarrarse" en el mundo de los sentimientos y las personas.
ROMPER LAS RUTINAS DE
El desafío del aprendiz es transformar la rutinaria vida
cotidiana en un espléndido campo de batalla, y es lograr sustraerse de la
vorágine de los pensamientos y de los actos cotidianos mediante la aplicación
de las técnicas para “barrer la isla del tonal”. Trabajar en “el lado derecho”
del conocimiento o tonal, requiere de un esfuerzo descomunal que tiene como
objetivo reducir al máximo nuestra importancia personal, liberando toda la
energía que usamos para mantener nuestra imagen de nosotros mismos y la idea
que tenemos del mundo.
El hombre
común encuentra en sus rutinas el escudo con el que se protege del maravilloso
y aterrador mundo que nos rodea. Mantener la conciencia de la vida se logra al
romper nuestras rutinas. El aprendiz de la Toltequidad es un
cazador que anda en pos del conocimiento que se encuentra agazapado y acechante
en torno de nuestra cotidianidad. Romper las rutinas de la vida es transformar
ese mundo soso y aburrido en uno maravilloso, misterioso y aterrador. El
aprendiz como cazador no sólo debe cazar, sino que él mismo no debe actuar como
si fuese una presa.
El aprendiz
debe, por decirlo de algún modo, "andar de puntitas" y
"alerta" por el mundo, para sacarle el mayor provecho a su vida y
esto se logra “rompiendo las rutinas de la vida”.
Don Juan dijo
que, ante la elección de morir en el mundo de los asuntos cotidianos o morir en
mundos desconocidos, los hombres de espíritu aventurero elegían inevitablemente
lo segundo, y que, dándose cuenta de que sus predecesores simplemente eligieron
cambiar el lugar de su muerte, los nuevos videntes comprendieron la inutilidad
de todo lo que los antiguos videntes hicieron; la inutilidad de luchar por
controlar a sus semejantes, la inutilidad de alinear otros mundos y, sobre
todo, la inutilidad de la importancia personal...
Un aprendiz que se ha internado en los complejos caminos del conocimiento es consciente de que en cualquier momento puede morir. En cada acto que realiza pone toda su capacidad; no lleva en la mente “ganar perder”; pone en práctica todos sus conocimientos; evalúa, toma una decisión y actúa; se "deja ir" sin miedo ni ambición. El guerrero trata de pulir su espíritu, y la impecabilidad de sus actos, pensamientos y sentimientos es manifiesta. Cada acto es, por así decirlo, "su última batalla" en
El común de la gente va de acto en acto sin pensar ni luchar. Por el contrario, un guerrero sabe que no tiene tiempo y, por tanto, no se aferra a nada y realiza cada uno de sus actos como si fueran lo último que hará en
Siempre te sientes obligado a explicar tus actos, como si fueras el único hombre que se equivoca en la tierra -dijo-. Es tu viejo sentimiento de importancia. Tienes demasiada; también tienes demasiada historia personal. Por otra parte, no te haces responsable de tus actos; no usas tu muerte como consejera y, sobre todo, eres demasiado accesible. En otras palabras, tu vida sigue siendo el desmadre que era cuando te conocí…-Como lo oyes. El cambio del que hablo nunca sucede por grados; ocurre de golpe… Hay algunas personas que tienen mucho cuidado con la naturaleza de sus actos. Su felicidad es actuar con el conocimiento pleno de que no tienen tiempo; así, sus actos tienen un poder peculiar; sus actos tienen un sentido de... -Tardarás años en convencerte, y luego tardarás años en actuar como corresponde. Ojala te quede tiempo. C.C.
Un guerrero sabe que no puede cambiar y, sin embargo, se dedica a intentar cambiar, pese a todo. El guerrero jamás se decepciona cuando fracasa en cambiar. Ésa es la única ventaja que tiene un guerrero sobre el hombre corriente.
“No tuvo ningún problema, ninguna duda en
dejar todo atrás. Había entendido perfectamente que no habría una segunda
oportunidad y que el pájaro de la libertad o se lleva a la gente consigo o los
deja atrás…” C.C.
EL MAESTRO Y EL GUERRERO
El poder personal decide quien puede y quien no puede sacar provecho de una revelación.
La experiencia que tengo con mis semejantes me ha mostrado que pocos están dispuestos a escuchar; de los pocos que escuchan, menos están dispuestos a actuar de acuerdo con lo que están escuchando; y de aquellos que están dispuestos a actuar, menos aún tienen suficiente poder personal para sacar provecho de sus actos.
El maestro debe hablar con fervor y advertir a su discípulo que la inocencia y la placidez son un espejismo; que hay un abismo frente a él, y que una vez que la puerta se abre no hay manera de volverla a cerrar. Los años de duro entrenamiento son solo una preparación para el devastador encuentro del guerrero con lo que queda más allá.
Un maestro nunca busca aprendices y nadie puede solicitar las enseñanzas. Lo que señala al aprendiz es siempre un augurio. Cuando el aprendiz aparece, el maestro lo agarra con su voluntad y comienza la instrucción. El primer acto del maestro es introducir la idea de que el mundo que creemos ver es solo una visión, una descripción. Cada esfuerzo del maestro se dirige a demostrar a su aprendiz este punto, pero aceptarlo parece ser una de las cosas más difíciles de conseguir.
Luego me pidió razón detallada de cómo había yo llevado a
cabo las recomendaciones que don Genaro y él mismo hicieron acerca de mi mundo
cotidiano y mis relaciones con la gente…
Todo el que quiera seguir el camino del guerrero ha de
librarse de la compulsión de poseer cosas y de aferrarse a ellas.
MOLDE Y FORMA HUMANA
El molde humano es una entidad a cuya visión accedemos en algunas oportunidades en que nos hallamos imbuidos de poder, y todos, sin duda, en el momento de nuestra muerte. El molde es el origen, la fuente que aglutina nuestra sustancia y concentra nuestra fuerza vital. Cuando obtenemos una visión del molde del hombre decimos que hemos visto a Dios y es justo decirlo.
La forma humana es una fuerza viscosa que nos hace ser lo que somos. Carece de forma, pero a pesar de ello nos posee durante toda nuestra vida. Se puede sentir en el cuerpo mediante sensaciones desagradables en determinados chakras(?). Es necesario eliminar la forma humana para avanzar en el camino del guerrero y, esto nunca se consigue sin una cruenta lucha interior.
La forma humana es lo único que te hace pensar que tú eres tú. Cuando te abandona, no eres nada. El guerrero que pierde la forma, ve un ojo frente a él, donde quiera que esté y a todas horas y, se vale de ese ojo para ensoñar.
PERDER
Perder
A veces, la desintegración de la forma humana comienza con un dolor severo que se va desplazando lentamente.
El estado anímico que sigue es un desapego total hacia todo, sin prejuicios, sin salvaguardas. No es indiferencia voluntaria o negligencia; tampoco se trata de enajenación o de deseo de soledad. Más bien es un extraño sentimiento de lejanía, una capacidad de sumergirse en el momento actual sin tener pensamiento alguno. Las acciones de la gente ya no afectan, porque ya no se tiene ninguna expectativa.
Don Juan le
enseña a Castaneda que sí quiere seguir en el “camino del conocimiento”, tendrá
que cambiar su actitud arrogante y tratar con amor y humildad el mundo que le
rodea, en especial a las “plantas de poder”.
“-Te tomas
demasiado en serio -dijo, despacio-. Te das demasiada importancia. ¡Eso hay que
cambiarlo!. Te sientes de lo más importante, y eso te da pretexto para molestarte
con todo. Eres tan importante que puedes marcharte así nomás si las cosas no
salen a tu modo. Sin duda piensas que con eso demuestras tener carácter. ¡Eres
débil y arrogante!...-El mundo que nos rodea es un misterio -dijo-. Y los
hombres no son mejores que ninguna otra cosa.”C.C.
“Dijo que para ser un guerrero sin par uno
tiene que amar la libertad, y uno tiene que tener una despreocupación, un
desinterés supremo. Explicó que el camino del guerrero es algo extremadamente
peligroso porque representa el lado opuesto de la situación del hombre moderno,
que ha abandonado el reino de lo desconocido y de lo misterioso, y se ha
instalado en el reino de lo funcional. Le ha dado la espalda al mundo de los
presentimientos y el júbilo y le ha dado la bienvenida al mundo del
aburrimiento.
SOMOS SERES LUMINOSOS
Somos trozos de sol. Es por ello que somos seres luminosos. Pero nuestros ojos no llegan a captar esa luminosidad porque es muy débil. Solo los brujos alcanzan a verla y eso al cabo de toda una vida de esfuerzos.
Solo aquellos brujos que ven y están completos tienen el poder suficiente de entrar en el otro mundo.
Los seres humanos son criaturas frágiles compuestas por muchas capas de luminosidad. Cuando los ves, parecen poseer fibras, pero estas son en realidad capas semejantes a las de una cebolla. Las sacudidas, de cualquier clase, separan estas capas y pueden producir la muerte. La muerte llega cuando las capas se distancian entre sí hasta el punto de no poder volver a juntarse.
El centro de nuestra luminosidad, la atención del nagual, produce una presión permanente hacia fuera. Esa es la razón de que las capas se separen. Los brujos tienen que hacer todo lo posible por mantener unidas sus propias capas. Por eso aprenden a soñar. Cuando los brujos aprenden a ensoñar, reúnen sus dos atenciones y ya no es necesario que el centro empuje hacia afuera. Llegados ese punto se convierten en inmortales.
EL SER TOTAL
Nuestro ser total consiste en dos segmentos perceptibles. El primero es el cuerpo físico, que todos nosotros podemos percibir; el segundo es el cuerpo luminoso, un capullo -solo accesible a los videntes- que nos da la apariencia de gigantescos huevos luminosos. Una de las metas más importantes de la brujería es alcanzar el capullo luminoso, meta que se logra a través del sofisticado uso del ensueño y mediante un esfuerzo riguroso y sistemático llamado no-hacer. El no-hacer es un acto insólito que emplea a nuestro ser total, forzándolo a ser consciente del segmento luminoso.
La conciencia se divide en tres partes. La porción más pequeña es la primera atención, la conciencia que toda persona normal desarrolla para enfrentarse al mundo cotidiano y que abarca la conciencia del cuerpo físico. otra porción más grande es la segunda atención, la conciencia que requerimos para percibir el cuerpo luminoso y para actuar como seres luminosos. Esta segunda atención queda escondida durante toda nuestra vida a menos que emerja a través de un entrenamiento deliberado o a causa de un trauma accidental. La ultima porción, la mayor se llama la tercera atención y abarca la experiencia total de los cuerpos físico y luminoso. Una vez que se entra en la tercera atención, se produce un verdadero estallido de energía. La segunda atención es el campo de batalla y de entrenamiento de los guerreros con la finalidad de alcanzar la tercera atención.
SOMOS SERES LUMINOSOS
Somos trozos de sol. Es por ello que somos seres luminosos. Pero nuestros ojos no llegan a captar esa luminosidad porque es muy débil. Solo los brujos alcanzan a verla y eso al cabo de toda una vida de esfuerzos.
Solo aquellos brujos que ven y están completos tienen el poder suficiente de entrar en el otro mundo.
Los seres humanos son criaturas frágiles compuestas por muchas capas de luminosidad. Cuando los ves, parecen poseer fibras, pero estas son en realidad capas semejantes a las de una cebolla. Las sacudidas, de cualquier clase, separan estas capas y pueden producir la muerte. La muerte llega cuando las capas se distancian entre sí hasta el punto de no poder volver a juntarse.
El centro de nuestra luminosidad, la atención del nagual, produce una presión permanente hacia fuera. Esa es la razón de que las capas se separen. Los brujos tienen que hacer todo lo posible por mantener unidas sus propias capas. Por eso aprenden a soñar. Cuando los brujos aprenden a ensoñar, reúnen sus dos atenciones y ya no es necesario que el centro empuje hacia afuera. Llegados ese punto se convierten en inmortales.
EL SER TOTAL
Nuestro ser total consiste en dos segmentos perceptibles. El primero es el cuerpo físico, que todos nosotros podemos percibir; el segundo es el cuerpo luminoso, un capullo -solo accesible a los videntes- que nos da la apariencia de gigantescos huevos luminosos. Una de las metas más importantes de la brujería es alcanzar el capullo luminoso, meta que se logra a través del sofisticado uso del ensueño y mediante un esfuerzo riguroso y sistemático llamado no-hacer. El no-hacer es un acto insólito que emplea a nuestro ser total, forzándolo a ser consciente del segmento luminoso.
La conciencia se divide en tres partes. La porción más pequeña es la primera atención, la conciencia que toda persona normal desarrolla para enfrentarse al mundo cotidiano y que abarca la conciencia del cuerpo físico. otra porción más grande es la segunda atención, la conciencia que requerimos para percibir el cuerpo luminoso y para actuar como seres luminosos. Esta segunda atención queda escondida durante toda nuestra vida a menos que emerja a través de un entrenamiento deliberado o a causa de un trauma accidental. La ultima porción, la mayor se llama la tercera atención y abarca la experiencia total de los cuerpos físico y luminoso. Una vez que se entra en la tercera atención, se produce un verdadero estallido de energía. La segunda atención es el campo de batalla y de entrenamiento de los guerreros con la finalidad de alcanzar la tercera atención.
Es el diálogo
interno lo que ata a la gente al mundo cotidiano. El mundo es de tal y cual
mane¬ra sólo porque nos decimos nosotros mismos que es de tal y cual manera. El
pasaje al mundo de los chamanes se abre cuando el guerrero ha aprendido a parar
su diálogo interno.
MÁS
Si, hay que dejar el mundo del pensamiento habitual, que solo son reafirmaciones acerca de ti.
Cuando se vence al miedo es cuando se vislumbra la libertad, en lugar de concentrarse en la autocompasión y en uno mismo.
Las fuerzas cósmicas, el conocimiento silencioso, nos presentan un mundo de demonios, mientras que el racional nos da la tranquilidad. Pero la tranquilidad del mundo de todos los días ya no se puede seguir sosteniendo. Don Juan aseguraba que había que volver al conocimiento silencioso, pero ahora con menos miedo, ya que disponemos de un trofeo que hemos conseguido durante nuestra estancia en el infierno del que ahora regresamos: el conocimiento.
Las personas tienen un profundo sentido de lo mágico, pero el hecho de ser racional constituye un handicap. El mundo cotidiano es tan extraordinariamente prodigioso que no nos permite salidas.
MÁS
Si, hay que dejar el mundo del pensamiento habitual, que solo son reafirmaciones acerca de ti.
Cuando se vence al miedo es cuando se vislumbra la libertad, en lugar de concentrarse en la autocompasión y en uno mismo.
Las fuerzas cósmicas, el conocimiento silencioso, nos presentan un mundo de demonios, mientras que el racional nos da la tranquilidad. Pero la tranquilidad del mundo de todos los días ya no se puede seguir sosteniendo. Don Juan aseguraba que había que volver al conocimiento silencioso, pero ahora con menos miedo, ya que disponemos de un trofeo que hemos conseguido durante nuestra estancia en el infierno del que ahora regresamos: el conocimiento.
Las personas tienen un profundo sentido de lo mágico, pero el hecho de ser racional constituye un handicap. El mundo cotidiano es tan extraordinariamente prodigioso que no nos permite salidas.
Nos enseña desde muy temprano la
obsesión por la persona: no por el ser total sino solo por la persona social.
La obsesión no nos deja salir. Los años que transcurren en ese tipo de práctica
erradican la magia, y entonces solo existe el yo personal y las estupideces.
Un estado de haraganería
extraordinaria, que parece ser el punto de referencia de todos nosotros, lo
estamos transformando en ideas de libertad personal para que nadie nos
fastidie, y argüimos una integridad total que es mentira y representa una
barrera que no nos permitirá la libertad.
LA ÚLTIMA
PARADA DE UN GUERRERO
Un guerrero,
antes que nada y sobre todas las cosas, es un ser humano. Un hombre humilde
consciente de sus limitaciones, pero también de sus potencialidades; sabe que
debe aprovechar la maravillosa oportunidad de estar vivo y sabe que su vida puede
acabar en cualquier momento.
Un guerrero
sabe qué quiere de la vida y usa al mundo para lograrlo. Él sabe que es un
camino difícil y casi imposible. Pero ya no hay nada en el mundo cotidiano que
satisfaga a su espíritu. El guerrero trata de "usar" ese mundo
cotidiano con ternura y sutileza; no se embarra ni se aferra a las personas,
los sentimientos, las ideas o a los objetos. Él es muy ambicioso, ambiciona lo
casi imposible, y no está dispuesto a conformarse o engañarse con nada. Sabe
que tiene muy pocas oportunidades y, sobre todo, muy poco tiempo. Se prepara
incansablemente a través de una férrea disciplina; fortalece su cuerpo y
perfecciona su espíritu; su campo de batalla es el mundo y la vida cotidiana.
La vorágine de las fuerzas centrífugas que nos arrastran a la imagen de
nosotros mismos y la idea que tenemos del mundo y de la vida requieren de un
gasto inmenso de nuestra energía.
Don Juan le
dice a Castaneda que cada guerrero escoge un sitio en el mundo donde realizará
"su última danza de poder". Este sitio es el lugar de su
predilección. Allí la muerte se sentará a observarlo, y en esa danza el
guerrero expresará toda su vida de lucha y sus sentimientos sobre todas las
batallas de su vida. Hablará de sus alegrías y desconciertos en la búsqueda del
poder.
“-Un guerrero
no es más que un hombre. Un hombre humilde. No puede cambiar los designios de
su muerte. Pero su espíritu impecable, que ha juntado poder tras penalidades
enormes, puede ciertamente detener a su muerte un momento, un momento lo
bastante largo para permitirle regocijarse por última vez en el recuerdo de su
poder. Podemos decir que ése es un gesto que la muerte tiene con quienes poseen
un espíritu impecable.” C.C.
Los
guerreros actúan con un propósito ulterior que no tiene nada que ver con el
provecho personal. El hombre corriente sólo actúa si hay posibilidad de
ganancia. Los guerreros no actúan por ganancia, sino por el espíritu.
Si
el guerrero de la batalla florida no tiene dominio de sus debilidades, de sus
deficiencias, de sus vicios. Si no ha templado su vida con el ejercicio
cotidiano de la disciplina, la responsabilidad y la sobriedad. Si su vida
cotidiana no es un inmaculado reflejo de su impecabilidad, templanza y aplomo,
jamás podrá aspirar a convertirse en un aprendiz de esta milenaria sabiduría.
Si no tiene una forma decorosa de ganarse la vida, será sólo un "muerto de
hambre" que llena su cabeza con mucha fantasía.
“-Claro
que no eres escritor –dijo-. Para escribir libros tendrás que hacer una imagen
mental de tus vaivenes en la brujería, ¿cómo sí estuvieras reviviéndolos;
después tendrás que ensoñarlos: verlos en tus sueños; y luego tendrás que
ensoñar el texto del libro que quieras escribir, tendrás que verlo en tus
sueños. Para ti, el escribir un libro no pude ser un ejercicio literario sino,
más bien, un ejercicio de brujería.”
Conciencia,
sobriedad y aplomo. Manteniendo un sentido de intento inflexible en su camino
de guerrero, sin prisas, sin angustias de ganar o perder, sin esperar
recompensas… para llegar a EL CONOCIMIENTO SILENCIOSO, sin miedo y sin
ambición. Con una lujuria callada por la vida y por todas las cosas bellas y
misteriosas de la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario