La
psicología de la creatividad nos explica por qué a veces nos vienen las ideas
en el momento menos
esperado.
Unas pistas que nos
facilitan gritar ¡Eureka!
Basándose en Poincaré
(1913) y en Graham Wallas (1926), muchos autores (Mihaly Csikszentmihalyi,
Saturnino De La Torre,
James Webb Young...) se han referido a un posible proceso de creación que
podemos reflejar en 6
fases.
1.
Preparación
Contempla tanto la
selección e identificación del objetivo creativo sobre el que vamos a
trabajar como la
recopilación de
documentación e información relacionada con él.
2.
Generación
Es la inmersión en el
objetivo creativo, la “masticación” de aquello sobre lo que queremos crear. Es
el largo
y complejo trabajo de
manipular, experimentar, generar ideas y buscar alternativas sobre el
tema que nos
ocupa de forma consciente.
Puede realizarse con la
ayuda de Técnicas de Creatividad.
3.
Incubación
Un posible periodo de “descanso
ficticio” en el que, aunque no se esté trabajando de forma consciente
en el objetivo creativo,
se está dando otro tipo de elaboración no consciente que nos puede llevar a la
idea
buscada.
Generalmente ocurre con
aquellos proyectos con los que tenemos una gran motivación o implicación
emocional (lo que Robert
Olton llama “preocupación creadora”).
Es algo así como dejar que
el inconsciente digiera el objetivo mientras descansamos (escuchar música, ir
al teatro, quedar con
amigos... preferiblemente distracciones estimulantes de la imaginación y las
emociones). Muchas veces
basta con ir al servicio y volver.
Policastro (), añade una
fase intermedia que llama “vislumbre”.
4.
Iluminación
El instante de la
inspiración, cuando aparece la idea luminosa.
Quizá la idea genial
parece surgir en el momento menos pensado, frecuentemente en el transcurso de
actividades que nos ocupan
poca capacidad de atención con lo que se libera “espacio” para que emerjan
las elaboraciones no
conscientes.
Se suele hablar de las
tres ”b” para referirse a estas actividades, en inglés “bus”, “bed” y
“bath”.
También se llama a esta
fase momento “Eureka” o “Ajá” en el que se da un “insight” (nueva
configuración con
significado superior a la suma de las partes) y un “afecto positivo”
(satisfacción o
euforia).
La emotividad del “Ajá” es
tan poderosa que en ocasiones hace olvidar el proceso que ha llevado a esta
intuición y permite
fantasear con atribuciones mágicas para explicar lo que nos ha ocurrido (musas,
visitas
de dioses...).
5.
Evaluación
La fase decisiva en la que
valoramos y verificamos si esa inspiración es valiosa o no.
Matizamos la idea para que
se pueda llevar a la práctica y le damos la configuración final.
Sometemos nuestra creación
a las leyes lógicas para comprobar su validez y que cumple los objetivos que
habíamos establecido. Hay
que comentar la idea y realizar con ella todo tipo de pruebas de validación,
comentarios y juicios
críticos de personas competentes en la materia. En caso de que la idea no sea
válida, se considerará
como una fase intermedia de incubación con reintegración al proceso.
6.
Elaboración
La fase de desarrollo,
comunicación y aplicación práctica de la idea.
Es frecuentemente largo y
muchas veces arduo. Una parte importante es la difusión y socialización de la
creación.
¡Ojo! Cabe
aclarar que no siempre tienen porqué darse estos pasos ni por este orden.
Desde esta perspectiva, el
producto creativo es resultado de un gran trabajo previo y posterior a la
“iluminación”, lo que
ofrece una alternativa a las explicaciones basadas en las musas e inspiraciones
divinas o mágicas.
Esto, se suele expresar
con la frase: “ La creatividad es un 1% de inspiración y un 99% de
transpiración”
(atribuida a Thomas Alva
Edison y a Johan Wolfgang von Goethe).
También desmitificador es
el concepto de “serendipia” o “serendipity” con el que se denomina a
aquellos descubrimientos
(como el de la penicilina) realizados supuestamente por azar pero que realmente
conllevan una gran dosis
de trabajo, dedicación, motivación y habilidades de la persona creadora.
Un
ejemplo
La metáfora más clásica
que ilustra este proceso es la de la generación del principio de Arquímedes (“un
cuerpo total o
parcialmente sumergido en un fluido estático, será empujado con una fuerza
igual al peso
del volumen del fluido
desplazado por dicho objeto”).
Arquímedes se hallaba
trabajando conscientemente en una tarea que le habían encargado (el rey quería
saber si la corona que le
habían regalado era realmente de oro): fases de preparación y generación.
Agotado de trabajar decide
darse un descanso y tomar un baño: fase de incubación. Al meterse en la
bañera y observar el agua
derramada tiene un insight: fase de iluminación. La euforia es tal que sale por
la
calle desnudo gritando
¡Eureka! (“lo encontré”).
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