Un alumno me dijo una vez:
“Hay
momentos en que me paro en silencio a contemplar mi trabajo, más allá del
ruido, de la rutina, de la inercia y del estrés, y siento que navego por un mar
circular enfrentándome a tormentas constantemente al borde del naufragio.
Cuando vuelve a salir el sol solo tengo fuerzas para remendar las velas y
esperar con desgana la próxima embestida sabiendo a ciencia cierta que los
puertos que visito hace tiempo que son siempre los mismos”.
No se si os habéis sentido
así alguna vez, y si os reconocéis en la sensación de que mientras hacemos “más
de lo mismo” la realidad ya no responde a nuestras llamadas porque sigue
cambiando a un ritmo desenfrenado sin esperar a que nosotros seamos capaces de
seguirla.
No voy a deciros que la creatividad
es la solución a todos los problemas pero tampoco os engaño si os digo que
puede ser el mapa que necesitamos para encontrar nuevos océanos por explorar,
llenos de oportunidades y puertos por descubrir, océanos en los que sopla un
viento fresco y limpio que pugna por hinchar las velas y ayudarnos a navegar
con alegría.
Quizás hablando así,
contribuyo a seguir mitificando la creatividad, cubriéndola de un halo de
misterio y fantasía. Disculpadme si ha sido así pues no era mi intención, todo
lo contrario, porque si algo pretendo hacer con esta ponencia es intentar
demostrar que la creatividad es algo tan cercano y cotidiano que si no fuera
por la buena prensa que tiene resultaría hasta vulgar. Me explico.
Para exponer mis
argumentos definiré la creatividad como la capacidad que todos y todas
tenemos de generar ideas con valor, ahora bien, si es una capacidad que todos y
todas tenemos ¿Por qué las buenas ideas no están inundando nuestras calles,
nuestras empresas y nuestras casas?
La respuesta a esta
pregunta puede estar en que la creatividad es una capacidad que necesita ser desarrollada,
es cierto que hay personas cuyo talento creativo es sobresaliente de una forma
natural, pero eso no debe impedir que los demás exploremos nuestras
posibilidades creativas.
Para que este desarrollo
se produzca en las personas y en las entidades va a ser necesario hacer una apuesta
explicita por la creatividad, esta apuesta va a significar destinar recursos
humanos, materiales y económicos a la implementación de un plan de desarrollo
de la creatividad en nuestras organizaciones. Si no existe la
voluntad, si no se planifica su desarrollo, la creatividad no dejará de ser una
anécdota que no solo no nos ayudará a conseguir nuevos resultados, sino que
además nos habrá hecho perder un tiempo precioso. De la misma manera, si
pretendemos que la creatividad esté presente en el trabajo en red que
realizamos con otros colectivos va a ser necesario un proceso de
sensibilización del resto de entidades, debemos combatir la resistencia al
cambio con conocimiento, motivación, recursos, resultados y nuevas prácticas que
nos ayuden a llegar a “puertos nuevos”. Si queremos seguir haciendo trabajo en
red como lo hemos hecho hasta ahora, va a ser muy difícil que los resultados
que consigamos sean verdaderamente innovadores”.
Llegados a este punto es
obligado preguntarnos ¿qué es la innovación?
Podríamos definirla como
“Llegar a convertir las buenas ideas en ideas exitosas”, o bien, como “el
proceso de llevar a buen término las ideas generadas por la creatividad”.
Si partimos de esta
definición, se hace patente enseguida la estrecha relación que existe entre
ambos conceptos.
Para
llegar a innovar vamos a necesitar buenas ideas y para tener buenas ideas vamos
a necesitar muchas y para eso afortunadamente tenemos el poder de nuestra
creatividad.
Sería muy fácil si esto
fuera todo, pero lamentablemente tomar la decisión de apostar por la creatividad
y la innovación es solo el principio, vamos a necesitar algo más que buenas
ideas para llegar hasta la innovación. Tendremos que adquirir el
conocimiento y las habilidades necesarias para llevar nuestro barco a
buen puerto, porque innovar conlleva iniciar un camino sin prisa, pero sin
pausa, en el que es necesario contar con la gestión del conocimiento, la
investigación, el desarrollo de constante de alternativas, etc. Un proceso
que conlleva desarrollar una estrategia definida a la que debemos asignar
recursos tanto humanos como económicos y materiales, al mismo tiempo que
impulsamos en la organización un cambio cultural que genere el terreno
abonado que necesitamos para que las ideas valiosas puedan germinar y dar
su fruto.
Si trabajamos en red, las
oportunidades para el desarrollo de la creatividad y la innovación se
multiplican pero también lo hacen las dificultades, las resistencias y la
complejidad de los procesos.
Los equipos en red generan
sinergias y estímulos constantes para las nuevas ideas gracias a la interconexión
fluida entre personas, departamentos y entidades.
Pero el trabajo en red implica
necesariamente el trabajo entre personas y para que todo funcione lo mejor posible,
va a ser necesario que invirtamos parte de nuestros esfuerzos en cuidar dicho
proceso cuidando y formando a las personas que deben realizarlo, pues trabajar
en red supone aceptarse, entender al otro, compartir ideas y protagonismos,
saber discutir y cuestionar de forma creativa, sin enfados ni desconfianzas y
con altos grados de generosidad olvidándonos de celos, envidias y resolviendo
de forma constructiva los conflictos y los malentendidos.
Dicho todo esto nos queda
situar el punto de partida, por donde podemos empezar. Centrándonos en el trabajo
en red va a ser fundamentar que alguien lidere este proceso, sea la
administración, o cualquier otra entidad que pueda liberar recursos, sobre todo
humanos, para velar por la incorporación de desarrollo de la creatividad en las
diferentes organizaciones que componen la red. Al mismo tiempo han de generarse
nuevos procedimientos de trabajo conjunto que estén basados en la búsqueda de
la innovación y que ayuden a consolidar una cultura de apuesta constante por
nuevas formas de transformar y mejorar nuestra realidad.
Si reconocemos el valor de
la creatividad para mejorar las soluciones a nuestros problemas y la forma en la
que vemos nuestra realidad, si percibimos la necesidad de invertir en
innovación para seguir dando respuesta a la complejidad de nuestra sociedad, ya
estamos en camino.
Buena suerte.
Autor:
Ismael Pantaleón
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