Para tratar este tema
quizás convenga precisar un poco la terminología ya que la misma suele
prestarse a ciertas imprecisiones.
Empecemos por diferenciar “invento”
de innovación o si lo prefiere “inventor” de innovador.
Si bien son dos términos
que en alguna ocasión suelen usarse como sinónimos, significan cosas diferentes.
Ni todos los inventores
“innovan” (ya que el invento puede pasar desapercibido o nunca usarse), ni
todos los innovadores “inventan”. El noventa por ciento de las innovaciones son
una combinación de productos, conceptos o procedimientos ya existentes.
Un segundo hecho es que
tendemos a vincular “innovación” con “mejora”. Sin embargo no siempre
una innovación por el hecho de ser tal- produce mejoras o beneficios. Para que
esto ocurra se requiere que la misma cumpla al menos con algunos requisitos:
* Debe abaratar el
procedimiento o producto que pretende sustituir. Se entiende abaratar como una reducción
de costos directa o bien un incremento en las prestaciones o utilidades al
mismo precio anterior.
* No debe causar efectos
secundarios ni colaterales que importen perjuicios mayores a los del producto o
procedimiento a sustituir.
* El costo e impacto de
introducirla -a nivel de procedimientos, entrenamiento de personal, cambios en
el mercado, etc.- debe guardar proporción con los beneficios que trae
aparejados.
En realidad muchas veces
vemos el término de “innovación” definido por sus posibilidades económicas. Si
es un cambio y produjo beneficios, fue una innovación –suele
decirse-.
Ahora bien, cuán
innovadoras son las Editoriales de textos escolares cuando cambian los libros
de texto?, muchas veces no lo hacen por mejoras particulares introducidas en el
mismo sino simplemente por poder multiplicar las ventas obligando a descartar
el viejo formato.
El mundo de la moda es una
mera suma de “innovaciones” que no son tales. Obviamente el “rosa y azul” que
se impone este verano y obliga a tirar millones de prendas en estupendo estado
de conservación simplemente porque son azules, no es un ejemplo de mejora a
favor de la humanidad justamente.
Y lo mismo cabe acotar en
relación a la industria automovilística, la música y cientos de otras
industrias basadas en “innovar”, sin producir otro beneficio al mundo que no
sea el movimiento de sus propias bocas de venta.
Desde ya que aumentar las
ventas de una compañía es un objetivo loable y si el mismo se consigue con cambios
de tipo cosmético (al estilo de un nuevo modelo o un nuevo color), está muy
bien que ello ocurra, e incluso que se lo llame “innovación” si se quiere.
Pero, para la presente
nota, vamos a reservarnos el termino para aquellos cambios o mejoras en un producto
o servicio que producen beneficios en un sentido evidente e incluso en algunos
casos con independencia de sus resultados comerciales.
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