Emprendimientos. 5 lecciones de Woody Allen para cualquier emprendedor.


Woody Allen se ha ganado el derecho de encontrarse entre los grandes directores de cine de todos los tiempos. Si lo ha conseguido, no sólo ha sido gracias a un talento natural descomunal, sino también y sobre todo por saber trabajar, aprender a distinguir lo importante y deshacerse de todo lo que no sirve, de lo que le distrae de su objetivo.

En este sentido, Woody Allen tiene mucho de emprendedor: asume riesgos, es capaz de ver dónde se encuentra la oportunidad, sabe adaptarse a las circunstancias y vender su producto.

En un artículo de TechCrunch recogen las cualidades que han hecho de Woody Allen un gran emprendedor y como tal, qué es lo que puede enseñar a cualquier persona que quiera entrar en la carrera de emprender .

1. Perder el miedo a fracasar

Woody Allen escribe y dirige, desde hace más de 40 años, una película al año. La consecuencia natural de este frenético ritmo de trabajo es que aunque muchas de sus películas son obras maestras, otras simplemente “están bien” y finalmente existe un tercer grupo de cintas que son realmente malas.

Y no es que lo digamos nosotros. Lo dice el propio Woody Allen. En una entrevista concedida en 1976 a Rolling Stone, decía o siguiente: “Me gustaría fallar poco -por el público- pero en realidad lo que quiero es entrar en áreas en las que no me siento tan seguro, en las que sé que no soy tan bueno y ver lo que pasa”.

Más adelante asegura que a él le resultaría muy sencillo hacer la misma comedia una y otra vez, ofreciendo al público lo mismo cada año, pero no es eso lo que quiere. “Para mí es importante evolucionar, arriesgarme a fracasar, incluso fracasar delante de todo el mundo”.

Y por supuesto al arriesgar se gana o se pierde. Se pueden crear grandes obras como ” Match Point” o “El dormilón”, pero también películas difícilmente digeribles como “Interiores” o “Zelig”.

2. Flexibilidad

Ser emprendedor no consiste únicamente en tener una gran idea y luchar contra viento y marea para convertirla en una realidad, sino también en comprender y saber adaptarse a las circunstancias. Reconocer los errores que se han cometido y tomar otra dirección, si la inicial no era la correcta.

Tal y como Allen ha explicado en muchas entrevistas, sus guiones son únicamente guías que ayudan al actor a contar una historia. Y en realidad, se parecen más a un borrador que a un guión finalizado y acotado. El guión crece a lo largo del rodaje de la película y se adapta a las circunstancias, a las características de los actores, a la misma historia.

“Para mí una película crece orgánicamente. Escribo el guión y va cambiando, de forma orgánica. Hay millones de razones por las que puede cambiar sobre la marcha”, asegura Allen.

Llevado al plano emprendedor, parece traducirse en la falta de certezas que en realidad tiene cualquier plan de negocio y en cómo el buen emprendedor es el que sabe adaptarse, el que sabe ser flexible y el que no se conforma con lo que ya conoce.

3. Donde se encuentra la productividad

Si pensamos que Woody Allen es una persona que presenta una película cada año, que escribe obras de teatro, publica en revistas y ha publicado un par de novelas, parece sencillo deducir que se somete a jornadas laborales interminables, en las que encadena un proyecto con el siguiente sin tener tiempo casi para pararse a respirar.

Pero si hacemos caso a lo que declara en una entrevista de los años 80, no parece que el director neoyorquino piense que hay que hay que pasar muchas horas en la oficina para ser productivos: “Si solo trabajas de tres a cinco horas diarias, puedes convertirte en una persona muy productiva. Es la constancia lo que cuenta. Sentarte frente a la máquina de escribir cada día, es lo que te hace ser productivo”.

En la misma entrevista asegura que cuando era más joven, era más impulsivo y trabajaba guiado por la pasión, pero pronto comprendió que era un “mal hábito” y que descubrió que en madrugar y centrarse en lo que tiene que hacer, se encuentra buena parte de su éxito.

Madrugar es en realidad uno de los hábitos productivos que más nos van a beneficiar. Empezar a trabajar cuando casi nadie ha llegado a la oficina, cuando no tenemos que preocuparnos por el teléfono, el correo electrónico, etc. y centrarnos en lo más importante del día.

4. Los estímulos que no necesitas

Nuestro teléfono vibra cada vez que recibimos un Whatsapp, cada diez minutos recibimos una notificación de que alguien nos ha mencionado en Twitter, el tiempo que invertimos en comprobar los comentarios de nuestro blog personal, etc. ¿Realmente necesitamos tantos estímulos? ¿Es necesario vivir constantemente conectados? ¿No nos aleja de nuestro objetivo? Veamos como afronta Woody Allen las distracciones personales.

Cuando Allen fue nominado a los Oscar en la categoría de mejor director por Annie Hall, su primera decisión fue que no acudiría a la ceremonia. A fin y al cabo ¿Por qué iba a molestarse en realizar un viaje de ocho horas de avión, acudir a una ceremonia en la que no iba a sentirse cómodo para probablemente ganar un premio que en primer lugar, no le importaba demasiado?

En lugar de eso, lo que hizo fue acudir al local en el que habitualmente tocaba, pasar un buen rato con los amigos y volver a casa no demasiado tarde. Meterse en la cama, dormir de un tirón y sólo al día siguiente, mientras desayunaba y leía el periódico, enterarse de que había ganado el Oscar. Se había ahorrado toda la ansiedad, el viaje, el hablar con personas con las que no le apetecía hablar para al final, obtener el mismo resultado.

5. Disfruta de la imperfección

Una de las cosas que más veces ha repetido el genio de Nueva York, es que ninguna de sus películas ha terminado siendo exactamente como él quería. Que sus películas son siempre imperfectas y que en última instancia, él es un perfeccionista imperfecto.

Esto no quiere decir que no lo intente: “rodamos, rodamos y rodamos, otra vez y otra vez si es necesario. E incluso con todo ese esfiuerzo, el resultado sigue siendo imperfecto. Nada de lo que hacemos está ni siquiera cerca de ser perfecto” y añade que para él casi todas sus películas le han demostrado ser “grandes decepciones”.

Pero a pesar de eso no se rinde. Sigue intentándolo, intenta llegar hasta donde se encuentran sus fronteras, salir de su zona de confort y hacerlo una y otra vez, incluso cuando sabe que la obra maestra es en sí misma, inconcebible.

De la misma forma el emprendedor sabe que nada sale generalmente como ha sido planeado, pero que tiene que aprender a disfrutar de la imperfección y seguir luchando para conseguir lo que quiere.

Rodolfo de Juana

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