La motivación es el
motor que impulsa nuestra vida y nos permite alcanzar nuestros objetivos.
Sin motivación no hay acción.
De hecho, lo que diferencia a las personas que destacan en
distintas disciplinas del resto de los mortales, es el tiempo que dedican y su
extraordinaria motivación.
La motivación nos impulsa a comenzar y el hábito nos permite
continuar. Jim Ryun
El sábado pasado tuve uno de esos días que por la razón que sea
te levantas apático, sin energía. Intentas ponerte a escribir y no fluyen las
ideas, el pensamiento está bloqueado.
En definitiva, estás desmotivado.
Todos hemos tenido esa sensación más de una vez y sabemos lo que
cuesta remontar el vuelo. Conforme vamos creciendo, adquirimos estrategias para
intentar alegrarnos un poco y volver a la normalidad.
Dentro de las cosas que deberían enseñarnos cuando somos pequeños,
es a reconocer nuestras emociones y ser capaces de modularlas en nuestro
beneficio personal, en definitiva, a desarrollar
nuestra inteligencia emocional. Sería fantástico tener una
varita mágica que cambiara instantáneamente nuestro estado de ánimo y
consiguiera motivarnos cuando estamos desanimados.
Hasta que esa varita exista, no nos queda otra que trabajar
nuestros recursos y estrategias para ayudarnos a ponernos en MODO Motivación: ON. Vamos a ver
cuáles nos pueden funcionar a la hora de automotivarnos.
Tomar conciencia del estado
Si queremos invertir nuestro estado de ánimo tenemos que ser
conscientes de él para activar nuestro arsenal de estrategias de motivación. El
camino fácil es instalarnos en la desmotivación y alimentarla con nuestros pensamientos
desalentadores. Tenemos que ser capaces de romper el círculo vicioso para
poder actuar.
Rodearnos de gente positiva y motivada
Todos conocemos a una o varias personas que parecen el conejito
de las pilas Duracell. Deja que tus neuronas espejo se contagien de su energía
y aprovecha su exceso de energía para recargar un poco tus pilas. Pero ten
cuidado, no te vayas a convertir en un vampiro emocional…
Engañar a nuestro cerebro
Es una técnica que personalmente suele funcionarme bastante
bien. Consiste en fingir durante un buen rato que en realidad estás motivado y
pensar en ello con todo lujo de detalles.
La idea es que consigamos
activar los circuitos neuronales y las emociones que sentimos
cuando estamos motivados y así nuestro cerebro puede ir cambiando de estado
mental hacia el que nosotros queremos. Esta técnica es también muy útil cuando
estamos enfadados o tristes. Y viceversa, ¿cuántas veces nos hemos puesto
tristes por empeñarnos en pensar en historias tristes?
Ocupar la mente en otras cosas
Como comentó Aitor en el debate de Facebook, distraer la mente
en otras cosas como puede ser ver un vídeo, cocinar o leer, etc. Nos puede
ayudar a evitar los pensamientos negativos que lo único que hacen es consumir
recursos cerebrales y evitar que los usemos para pensar con claridad. Dejemos
liberar esos recursos…
Motivarnos con nuestros logros
¿Qué cosas has hecho la última semana/mes/año que te han hecho
sentir especialmente bien por haberlas conseguido? Coge papel y boli y vete
apuntado. Te asombrarás de la cantidad de cosas que has conseguido.
Aligerando la causa: reconstrucción
A veces es la misma tarea la que, por su complejidad, acaba por
desmotivarnos. En ese caso, podríamos dividirla en pequeñas partes para que
parezcan pequeños montículos en lugar de una montaña. Una vez más, divide y vencerás.
Internet 2.0
Las redes sociales, no solo son buenas conectando personas y
compartir información, sino que también están repletas de momentos y frases
motivantes. Con solo buscar motivación o motivarse en Twitter, salen un
montón de citas que pueden servirnos de ayuda.
Música y vídeos
Dicen que hay una canción para cada momento y es verdad. Lo que pasa es que lo que nos gusta es ponerle banda sonora a nuestra vida, de forma que si estamos tristes, buscaremos un tema acorde a nuestra tristeza, retroalimentándola.
Por eso deberíamos hacer todo lo contrario… ¿Estás
desmotivado? Pon una de las canciones que pones cuando estás rebosante de
energía. Música movida
mientras ponemos orden en la casa.
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