La creatividad dirigida hacia la protección del medio ambiente




El reciclaje de papel y su posterior uso
puede despertar en los niños y jóvenes
una sensibilidad particular hacia
la protección del medio ambiente

Sin duda alguna, a chicos y a grandes los llena de satisfacción el producir algún objeto concebido y elaborado por ellos mismos.

En edades tempranas el desarrollo de la creatividad es un factor muy importante para el desempeño ulterior del individuo, y en ello tienen una gran responsabilidad la escuela y la casa, es decir, la familia.

Las habilidades se adquieren con la práctica y el manejo técnico de los conocimientos, pero el primer paso lo aporta la aptitud; la vocación innata hacia determinadas manifestaciones intelectuales o artísticas lo posee intrínsecamente cada quien y después se desarrollan, ya sea por factores externos o por la dedicación individual de cada persona, o por ambas, que es lo ideal.

En un centro educacional para niños y niñas de edades tempranas, la primicia es prepararlos para la vida, aportándoles las bases para los conocimientos correspondientes a los posteriores niveles de enseñanza, y junto con ello la realización de acciones diversas que les enriquezcan la vida y que contribuyan a desarrollarles la vocación posterior definitiva. En esto desempeñan un papel preponderante las actividades no docentes que realiza el estudiante niño-joven, como son la educación física, la educación laboral, la enseñanza musical, la práctica investigativa, etc., las que por no corresponder a disciplinas estrictamente educacionales no están regidas por el rigor de una asignatura, pero que, no obstante ello, sí se encuentran, en cambio, bajo la tutela de un proceso docente-educativo formador.

Los círculos de interés o trabajos extraclase son instrumentos frecuentemente utilizados para desarrollar la motivación de los alumnos hacia alguna materia específica. En relación con el medio ambiente y su protección, se puede abordar específicamente el reciclaje de los desechos, en este caso de papel y cartón, generados tanto en la escuela como en el hogar y en la comunidad, y a la par desarrollar otras actividades con los alumnos que les enriquezcan su cultura ambiental.

Después de enseñar cómo se confecciona papel reciclado, los alumnos han de experimentar la satisfacción de haber participado en un proceso de producción realizado por ellos mismos, en el cual el producto obtenido les ha proporcionado una enseñanza especial, y sin duda alguna les debe haber significado un estímulo. El siguiente paso es la reutilización de ese papel ya producido, cuya expresión material incide de forma directa en la comprensión conceptual del proceso y en el desarrollo de la creatividad del individuo, enmarcado todo ello en el tema subyacente pero en modo alguno secundario: la protección del medio ambiente.

Acorde con su interés o vocación, cada estudiante puede utilizar el papel producido a partir de los desechos como soporte material para su mensaje cultural preferido (pintura, gráfica, literatura u otros), así como para exponer su punto de vista o propuesta de solución a la problemática ambiental dada, o para formular cualquier pregunta al respecto. Por ejemplo, sobre los daños a la capa de ozono, la deforestación, los desechos industriales y otros deterioros ambientales.

La decisión que se vaya a tomar acerca del uso del papel reciclado será determinante, ya que en ella inciden diversas opciones, tales como la forma en que se corten las láminas de dicho material. Si el estudiante opta por realizar un dibujo referente a la tala indiscriminada de los bosques, lo que da paso a la consiguiente desertificación de los suelos, el papel reciclado pudiera ser cortado al tamaño de una hoja de amplio formato; o, en dependencia de cualquier otra idea que tuviera su ejecutor, ya fuera imprimir un cuento, una poesía o alguna narración, el papel sería cortado al tamaño adecuado a dicho propósito.

Los pedazos de papel reciclado que quedan sobrantes en los bordes, generalmente irregulares y que al cortar las hojas se suelen desperdiciar, también se pueden reprocesar y volver a utilizar; por ejemplo, para imprimir en ellos, una vez rescatados como papel, la «historia» del trabajo realizado, es decir, una especie de relatoría o «propaganda» sobre dicho proceso. De esta forma se ejercitan en la destreza del dibujo y en la técnica comunicacional, empleando para ello una base material de bajísimo costo como soporte
de un mensaje generado por los propios jóvenes creadores.

De esa forma, al ser reutilizados esos pedazos, desechos de los desechos, se acrecienta la posibilidad de que los jóvenes realizadores ratifiquen el concepto clave de que todo residuo o desecho puede —y debe— ser la materia prima para otro proceso, en este caso para la confección de carteles educativos sobre el medio ambiente que reflejen la labor realizada por ellos mismos. Con ello, de manera práctica, se logran varios objetivos:
despertar el interés y la curiosidad de las personas hacia el trabajo realizado; reforzar su sensibilidad con respecto a la problemática ambiental y participar en alguna medida en su solución; a la par, poner de relieve la creatividad de los estudiantes acerca de cómo llegar sensiblemente a las personas que vean dicha «propaganda», aspecto de gran significación en la actualidad.

Acciones como las expuestas están prácticamente al alcance de todos, y no obstante su modestia, resultan decisivas para seguir adelante con los propósitos aquí abordados. Además, pueden ser y son, de hecho, la base para avizorar nuevos empeños, pues constituyen acciones que promueven la participación y la sensibilización de los hacedores y dueños de ese futuro: los jóvenes de hoy.


Por
Leida Santamarina Valdés*

* Licenciada en Educación Laboral e Informática.
Profesora General Integral del IPVC Lenin, ciudad de La Habana