Desarrollo de tres competencias básicas: Autoestima, Asertividad y Empatía.


Cuando hablamos de competencias y valores para muchos son un concepto teórico y no una realidad y un reflejo de cómo actuamos y nos comportamos por la vida; a la postre, “llegar a ser competente” en algo, tiene más que ver con la práctica, que con la teoría.

Hasta los “genios” llegan a serlo practicando una afición que llega a ser “pasión”, repitiendo “escenas” o incorporando nuevas variables hasta que resuelven el reto o queda, suena como se lo imaginaban o descubren …

Y, la forma en cómo llegamos a adquirir esa competencia y en qué la utilizamos, viene determinada por nuestros valores.

Los valores matizan nuestra forma de actuar y, desde mi perspectiva, son los responsables directos del tipo de desarrollo que hacemos de las competencias básicas de la Inteligencia Emocional, la autoestima, la asertividad y la empatía, siendo la primera, la autoestima, la que hoy por hoy, considero es el núcleo a partir del cual podemos desarrollar bien las otras dos.

La autoestima

Una autoestima óptima, es la aceptación de lo que somos, de nuestros puntos fuertes y de nuestras áreas de mejora. Una autoestima sana nos posibilita equilibrar nuestra asertividad y empatía, al tiempo que genera recursos internos como la resiliencia, por ejemplo, que posibilita superar fracasos, errores o situaciones complejas.

Una autoestima mal desarrollada es tóxica para la propia persona, en primer lugar, y para aquellas con quienes se relaciona, sobre todo en situaciones de tensión emocional, normalmente marcadas por comportamientos reactivos:

Ofensivos-defensivos, como pueden ser la prepotencia, el buscar culpables o utilizar el chantaje emocional en las discusiones.
Pasivos-de bloqueo, como puede ser el quedarse en blanco, buscar excusas o “entrar al trapo” en el chantaje emocional.

El nivel de desarrollo de nuestra autoestima, determina el tipo de desarrollo que llevamos a cabo en nuestra asertividad y empatía.

La asertividad

La asertividad, el aserto, la afirmación de lo que somos y nuestra forma de expresarlo y transmitirlo con absoluto respeto hacia los demás pero, sobre todo, a nosotros mismos.

Una persona que ha desarrollado su asertividad a un nivel 3.0 será una persona educada en el fondo y en la forma y buscará el diálogo constructivo y convergente, seguramente desde la curiosidad, preguntando por aquellos puntos que le chirrían o sorprenden, frente a una persona que haya desarrollado una asertividad que podríamos denominar “hueca”, es decir, aquella de formas exquisitas pero cuyo contenido es hiriente, mordaz, humo … es decir, con contenido relevante pobre o nulo para el desempeño de nuestras funciones. O lo contrario, una asertividad en la que el contenido relevante se pierda en unas “sin formas”.

En cualquier caso, “asertividades” aún subdesarrolladas o en vías de desarrollo, que más que humillar al interlocutor ponen en evidencia el escaso desarrollo asertivo de quien así se expresa o comporta.

La asertividad es mucho más que poner límites diciendo NO. Es más, creo que una persona que la haya desarrollado bien, los marcaría desde el SÍ e integrando límites complementarios o aceptando ajenos y haciéndolo de forma convergente, es decir, encontrando puntos de conexión que permitan comprensión y diálogo.

Ser asertivo es afrontar las situaciones expectantes y actuar en función de lo que se considera correcto en cada momento, con la posibilidad de errores que podemos cometer actuando así, por la cantidad de variables nuevas que pueden aparecer en cada momento. Es una asertividad que ha aprendido que las situaciones pueden ser similares pero rara vez iguales y en esa diferencia es donde nos podemos encontrar con reacciones (emocionales) inesperadas.

La empatía

Y ¿qué decir de la empatía? La empatía como capacidad de comprender a los demás, de saber que si esa persona se ha equivocado ¿cuántas me he equivocado yo? … ¿qué quería yo?

…. ¿qué ha pasado? ¿qué variable desconocía? ¿cómo lo podemos solucionar? ¿qué he de incorporar a mis variables? ….

¿solucionar y aprender? … y actuar en consecuencia expresándolo asertivamente, de forma que todos ganemos en experiencia.

La empatía como capacidad es un recurso interno que tiene que ver mucho con la diversidad de experiencias vividas. A más apertura y experiencia en diferentes culturas, niveles, situaciones … más capacidad tendremos de ponernos en el “trabajo de otras personas” y actuar para facilitar la buena marcha de un proyecto, tarea o actividad.

Igual de tóxico que la falta de empatía para un buen ambiente y, más si queremos que sea profesional, es el exceso que puede llevar a un obviar o exculpar ciertos comportamientos por un exceso de empatía/simpatía …

En palabras de Laura Álvarez (Fuente: grupo Business Productivity Leadership en LinkedIn):

la empatía es fundamental, […], un exceso que nos lleve a obviar o exculpar ciertas fallas puede ser peligroso porque el avance se sustenta en el aprendizaje de los errores. Si los exculpamos u obviamos y no los analizamos y hacemos frente podemos quedarnos estancados.

En conclusión, si una persona ha desarrollado pobremente o mal cualquiera de estos tres recursos, desde mi perspectiva claves para un desarrollo óptimo del resto de competencias, pensar que pueda desarrollar bien competencias más complejas como es el liderazgo, trabajo en equipo, colaboración, innovación, mejora continua … con todo mi respeto, tiene poco sentido.

Y lo contrario, una persona que las ha desarrollado de forma óptima, en función de su edad y experiencia, muy posiblemente tenga diversidad de experiencias que la han llevado a desarrollar su liderazgo, su capacidad de trabajo en equipo o de aprendizaje y mejora o su planificación o visión de futuro …

Por todo ello, cuando me preguntan sobre qué competencias poner foco, tal y como hizo Virginia Guisasola para Linked Woman, en esta vídeo entrevista sobre Competencias Profesionales, suelo responder que si nos enfocáramos en desarrollar la autoestima, asertividad y empatía, tendríamos gran parte del camino recorrido para poder ser competentes, valga la redundancia, en el resto de competencias.

Y desde aquí agradecer a Virginia el haber contado conmigo y esperar que os resulte interesante la vídeo conferencia!

Trastornos de la personalidad



Los trastornos de la personalidad se caracterizan por patrones de percepción, reacción y relación que son relativamente fijos, inflexibles y socialmente desadaptados, incluyendo una variedad de situaciones.

Cada uno tiene patrones característicos de percepción y de relación con otras personas y situaciones (rasgos personales). Dicho de otro modo, toda la gente tiende a enfrentarse a las situaciones estresantes con un estilo individual pero repetitivo. Por ejemplo, algunas personas tienden a responder siempre a una situación problemática buscando la ayuda de otros. Otras siempre asumen que pueden manejar los problemas por sí mismas. Algunas personas minimizan los problemas, otras los exageran.

Aunque la gente tiende a responder siempre del mismo modo a una situación difícil, la mayoría es propensa a intentar otro camino si la primera respuesta es ineficaz. En contraste, las personas con trastornos de la personalidad son tan rígidas que no pueden adaptarse a la realidad, lo cual debilita su capacidad operacional. Sus patrones desadaptados de pensamiento y comportamiento se hacen evidentes al principio de la edad adulta, frecuentemente antes, y tienden a durar toda la vida. Son personas propensas a tener problemas en sus relaciones sociales e interpersonales y en el trabajo.

Las personas con trastornos de la personalidad generalmente no son conscientes de que su comportamiento o sus patrones de pensamiento son inapropiados; por el contrario, a menudo creen que sus patrones son normales y correctos. Con frecuencia, los familiares o los asistentes sociales los envían a recibir ayuda psiquiátrica porque su comportamiento inadecuado causa dificultades a los demás. En cambio, la gente con trastornos por ansiedad se causa problemas a sí misma pero no a otros. Cuando las personas con trastornos de la personalidad buscan ayuda por sí mismas (frecuentemente, a causa de frustraciones), tienden a creer que sus problemas están causados por otras personas o por una situación particularmente dificultosa.

Los trastornos de la personalidad incluyen los siguientes tipos: paranoide, esquizoide, esquizotípico, histriónico, narcisista, antisocial, límite, evitador, dependiente, obsesivo-compulsivo y pasivo-agresivo. El trastorno de identidad disociativo, anteriormente llamado trastorno de personalidad múltiple, es un trastorno completamente diferente.

Personalidad paranoide

Las personas con una personalidad paranoide proyectan sus propios conflictos y hostilidades hacia otros. Son generalmente frías y distantes en sus relaciones. Tienden a encontrar intenciones hostiles y malévolas detrás de los actos triviales, inocentes o incluso positivos de otras personas y reaccionan con suspicacia a los cambios en las situaciones. A menudo, las suspicacias conducen a conductas agresivas o al rechazo por parte de los demás (resultados que parecen justificar sus sentimientos originales).

Los que tienen una personalidad paranoide frecuentemente intentan acciones legales contra otros, especialmente si se sienten indignados con razón. Son incapaces de ver su propio papel dentro de un conflicto. Aunque suelen trabajar en relativo aislamiento, pueden ser altamente eficientes y concienzudos.

A veces las personas que ya se sienten alienadas a causa de un defecto o una minusvalía (como la sordera) son más vulnerables a desarrollar ideas paranoides.

Personalidad esquizoide

Las personas con una personalidad esquizoide son introvertidas, ensimismadas y solitarias. Son emocionalmente frías y socialmente distantes. A menudo están absortas en sus propios pensamientos y sentimientos y son temerosas de la aproximación e intimidad con otros. Hablan poco, son dadas a soñar despiertas y prefieren la especulación teórica a la acción práctica. La fantasía es un modo frecuente de enfrentarse a la realidad.

Personalidad esquizotípica

Las personas con una personalidad esquizotípica, al igual que aquellas con una personalidad esquizoide, se encuentran social y emocionalmente aisladas. Además, desarrollan pensamientos, percepciones y comunicaciones insólitas. Aunque estas rarezas son similares a las de las personas con esquizofrenia, y aunque la personalidad esquizotípica se encuentra a veces en la gente con esquizofrenia antes de que desarrollen la enfermedad, la mayoría de los adultos con una personalidad esquizotípica no desarrolla esquizofrenia. Algunas personas muestran signos de pensamiento mágico (la idea de que una acción particular puede controlar algo que no tiene ninguna relación con ella). Por ejemplo, una persona puede creer que va a tener realmente mala suerte si pasa por debajo de una escalera o que puede causar daño a otros teniendo pensamientos de ira. La gente con una enfermedad esquizotípica puede tener también ideas paranoides.

Personalidad histriónica

Las personas con una personalidad histriónica (histérica) buscan de un modo notable llamar la atención y se comportan teatralmente. Sus maneras vivamente expresivas tienen como resultado el establecer relaciones con facilidad pero de un modo superficial. Las emociones a menudo aparecen exageradas, infantilizadas e ideadas para provocar la simpatía o la atención (con frecuencia erótica o sexual) de los otros. La persona con personalidad histriónica es proclive a los comportamientos sexualmente provocativos o a sexualizar las relaciones no sexuales. Pueden no querer en realidad una relación sexual; más bien, sus comportamientos seductores a menudo encubren su deseo de dependencia y de protección. Algunas personas con personalidad histriónica también son hipocondríacas y exageran sus problemas físicos para conseguir la atención que necesitan.

Personalidad narcisista

Las personas con una personalidad narcisista tienen un sentido de superioridad y una creencia exagerada en su propio valor o importancia, lo que los psiquiatras llaman “grandiosidad”. La persona con este tipo de personalidad puede ser extremadamente sensible al fracaso, a la derrota o a la crítica y, cuando se le enfrenta a un fracaso para comprobar la alta opinión de sí mismos, pueden ponerse fácilmente rabiosos o gravemente deprimidos. Como creen que son superiores en las relaciones con los otros, esperan ser admirados y, con frecuencia, sospechan que otros los envidian. Sienten que merecen que sus necesidades sean satisfechas sin demora y por ello explotan a otros, cuyas necesidades o creencias son consideradas menos importantes. Su comportamiento es a menudo ofensivo para otros, que les encuentran egocentristas, arrogantes o mezquinos.

Personalidad antisocial

Las personas con personalidad antisocial (en otro tiempo llamada psicopática o personalidad sociopática), la mayor parte de las cuales son hombres, muestran desprecio insensible por los derechos y los sentimientos de los demás. Explotan a otros para obtener beneficio material o gratificación personal (a diferencia de los narcisistas, que creen que son mejores que los otros). Característicamente, tales personas expresan sus conflictos impulsiva e irresponsablemente. Toleran mal la frustración y, en ocasiones, son hostiles o violentas. A pesar de los problemas o el daño que causan a otros por su comportamiento antisocial, típicamente no sienten remordimientos o culpabilidad. Al contrario, racionalizan cínicamente su comportamiento o culpan a otros. Sus relaciones están llenas de deshonestidades y de engaños. La frustración y el castigo raramente les ocasionan la modificación de sus conductas.

Las personas con personalidad antisocial son frecuentemente proclives al alcoholismo, a la toxicomanía, a las desviaciones sexuales, a la promiscuidad y a ser encarceladas. Son propensas a fracasar en sus trabajos y a trasladarse de un sitio a otro. Frecuentemente tienen una historia familiar de comportamiento antisocial, abuso de sustancias, divorcio y abusos físicos. En su niñez, generalmente, fueron descuidados emocionalmente y con frecuencia sufrieron abusos físicos en sus años de formación. Tienen una esperanza de vida inferior a la media, pero entre los que sobreviven, esta situación tiende a disminuir o a estabilizarse con la edad.

Personalidad límite

Las personas con una personalidad límite, la mayor parte de las cuales son mujeres, son inestables en la percepción de su propia imagen, en su humor, en su comportamiento y en sus relaciones interpersonales (que a menudo son tormentosas e intensas). La personalidad límite se hace evidente al principio de la edad adulta pero la prevalencia disminuye con la edad. Estas personas han sido a menudo privadas de los cuidados necesarios durante la niñez. Consecuentemente se sienten vacías, furiosas y merecedoras de cuidados.

Cuando las personas con una personalidad límite se sienten cuidadas, se muestran solitarias y desvalidas, frecuentemente necesitando ayuda por su depresión, el abuso de sustancias tóxicas, las alteraciones del apetito y el maltrato recibido en el pasado. Sin embargo, cuando temen el abandono de la persona que las cuida, su humor cambia radicalmente. Con frecuencia muestran una cólera inapropiada e intensa, acompañada por cambios extremos en su visión del mundo, de sí mismas y de otras (cambiando del negro al blanco, del amor al odio o viceversa pero nunca a una posición neutra). Si se sienten abandonadas y solas pueden llegar a preguntarse si realmente existen (esto es, no se sienten reales). Pueden devenir desesperadamente impulsivas, implicándose en una promiscuidad o en un abuso de sustancias tóxicas. A veces pierden de tal modo el contacto con la realidad que tienen episodios breves de pensamiento psicótico, paranoia y alucinaciones.

Estas personas son vistas a menudo por los médicos de atención primaria; tienden a visitar con frecuencia al médico por crisis repetidas o quejas difusas pero no cumplen con las recomendaciones del tratamiento. Este trastorno es también el más frecuentemente tratado por los psiquiatras, porque las personas que lo presentan buscan incesantemente a alguien que cuide de ellas.

Personalidad evitadora

La gente con una personalidad evitadora es hipersensible al rechazo y teme comenzar relaciones o alguna otra cosa nueva por la posibilidad de rechazo o de decepción. Estas personas tienen un fuerte deseo de recibir afecto y de ser aceptadas. Sufren abiertamente por su aislamiento y falta de habilidad para relacionarse cómodamente con los otros. A diferencia de aquellas con una personalidad límite, las personas con una personalidad evitadora no responden con cólera al rechazo; en vez de eso, se presentan tímidas y retraídas. El trastorno de personalidad evitadora es similar a la fobia social.

Personalidad dependiente

Las personas con una personalidad dependiente transfieren las decisiones importantes y las responsabilidades a otros y permiten que las necesidades de aquellos de quienes dependen se antepongan a las propias. No tienen confianza en sí mismas y manifiestan una intensa inseguridad. A menudo se quejan de que no pueden tomar decisiones y de que no saben qué hacer o cómo hacerlo. Son reacias a expresar opiniones, aunque las tengan, porque temen ofender a la gente que necesitan. Las personas con otros trastornos de personalidad frecuentemente presentan aspectos de la personalidad dependiente, pero estos signos quedan generalmente encubiertos por la predominancia del otro trastorno. Algunos adultos con enfermedades prolongadas desarrollan personalidades dependientes.



Personalidad obsesivo-compulsiva

Las personas con personalidad obsesivo-compulsiva son formales, fiables, ordenadas y metódicas pero a menudo no pueden adaptarse a los cambios. Son cautos y analizan todos los aspectos de un problema, lo que dificulta la toma de decisiones. Aunque estos signos están en consonancia con los estándares culturales de occidente, los individuos con una personalidad obsesivo-compulsiva toman sus responsabilidades con tanta seriedad que no toleran los errores y prestan tanta atención a los detalles que no pueden llegar a completar sus tareas. Consecuentemente, estas personas pueden entretenerse en los medios para realizar una tarea y olvidar su objetivo. Sus responsabilidades les crean ansiedad y raramente encuentran satisfacción con sus logros.

Estas personas son frecuentemente grandes personalidades, en especial en las ciencias y otros campos intelectuales en donde el orden y la atención a los detalles son fundamentales. Sin embargo, pueden sentirse desligadas de sus sentimientos e incómodas con sus relaciones u otras situaciones que no controlan, con eventos impredecibles o cuando deben confiar en otros.

Personalidad pasiva-agresiva

Los comportamientos de una persona con una personalidad pasiva-agresiva (negativista) tienen como objetivo encubierto controlar o castigar a otros. El comportamiento pasivo-agresivo es con frecuencia expresado como demora, ineficiencia y malhumor. A menudo, los individuos con una personalidad pasiva-agresiva aceptan realizar tareas que en realidad no desean hacer y luego proceden a minar sutilmente la finalización de esas tareas. Ese comportamiento generalmente sirve para expresar una hostilidad oculta.

Diagnóstico

El médico basa el diagnóstico de un trastorno de la personalidad en la expresión por el sujeto de tipos de comportamiento o pensamientos desadaptados. Estos comportamientos tienden a manifestarse porque la persona se resiste tenazmente a cambiarlos a pesar de sus consecuencias desadaptadas.

Además, es probable que el médico perciba el uso inapropiado de la persona de mecanismo de enfrentamiento, a menudo llamados mecanismos de defensa. Aunque todo el mundo utiliza inconscientemente mecanismos de defensa, la persona con trastornos de la personalidad los usa de modo inapropiado o inmaduro.

Tratamiento

Aunque los tratamientos difieren de acuerdo con el tipo de trastorno de la personalidad, algunos principios generales se pueden aplicar a todos. La mayor parte de las personas con un trastorno de la personalidad no sienten la necesidad de tratamiento y, probablemente por esta razón, suelen acudir a la consulta acompañadas de otra persona. Generalmente el paciente puede responder al apoyo que se le presta, pero suele mantenerse firme en cuanto a los patrones de pensamiento y de comportamiento propios de su desadaptación. Generalmente, el apoyo es más eficaz cuando intervienen en él otros pacientes o un psicoterapeuta.

El terapeuta destaca repetidamente las consecuencias indeseables de la forma de pensar y de comportarse de la persona, algunas veces fija límites a este comportamiento y también repetidamente enfrenta a la persona con la realidad. Resulta útil y a menudo esencial la implicación de la familia de la persona afectada, puesto que la presión del grupo puede ser eficaz. Las terapias de grupo y familiares, vivir en grupo en residencias especializadas y la participación en clubes sociales terapéuticos o en grupos de autoayuda pueden ser útiles.

Estas personas a veces tienen ansiedad y depresión, que esperan aliviar con fármacos. Sin embargo, la ansiedad y la depresión que resultan de un trastorno de la personalidad son raramente aliviadas con fármacos de modo satisfactorio y tales síntomas pueden indicar que la persona está realizando algún autoexamen saludable. Más aún, la terapia farmacológica se complica frecuentemente por el mal uso de los fármacos o por los intentos de suicidio. Si la persona padece otro trastorno psiquiátrico, como depresión mayor, fobia o trastorno por pánico, la toma de medicamentos puede resultar adecuada, aunque posiblemente producirán sólo un alivio limitado.

Cambiar una personalidad requiere mucho tiempo. Ningún tratamiento a corto plazo puede curar con éxito un trastorno de la personalidad pero ciertos cambios pueden conseguirse más rápidamente que otros. La temeridad, el aislamiento social, la ausencia de autoafirmación o los exabruptos temperamentales pueden responder a la terapia de modificación de la conducta. Sin embargo, la psicoterapia a largo plazo (terapia hablada), con el objetivo de ayudar a la persona a comprender las causas de su ansiedad y a reconocer su comportamiento desadaptado, es la clave de la mayoría de los tratamientos. Algunos tipos de trastornos de personalidad, como el narcisista o el obsesivo-compulsivo, pueden tratarse mejor con el psicoanálisis. Otros, como los tipos antisocial o paranoide, raramente responden a una terapia

Trastornos psicosomáticos
El término trastorno psicosomático no tiene una definición precisa. En la mayoría de los casos se aplica a los trastornos que se consideran originados por factores psicológicos. Sin embargo, no existen trastornos físicos que estén originados exclusivamente por factores psicológicos. Es más, un trastorno físico necesariamente tiene que tener un componente biológico (un factor esencial para que ocurra la enfermedad).
Por ejemplo, para contraer la tuberculosis, una persona tiene que estar infectada por la bacteria Mycobacterium que causa la enfermedad. Pero muchas personas infectadas por el Mycobacterium tienen sólo una enfermedad leve o sencillamente no la padecen. Son necesarios otros factores para que se produzca la tuberculosis como tal enfermedad, lo cual incluye posiblemente una predisposición hereditaria, factores ambientales (como vivir en condiciones de hacinamiento), la presencia de desnutrición y el estrés social o psicológico (como la pérdida de un ser querido) y su consecuente reacción emocional, la depresión. Los factores biológicos, ambientales, sociales y psicológicos se combinan para que alguien infectado por el Mycobacterium enferme de tuberculosis. El término psicosomático abarca esta combinación de factores.
Interacción cuerpo-mente
El estrés social o psicológico puede desencadenar o agravar una amplia variedad de enfermedades, como la diabetes mellitus, el lupus eritematoso sistémico (lupus), la leucemia y la esclerosis múltiple. Sin embargo, la importancia relativa de los factores psicológicos varía ampliamente entre diferentes personas con el mismo trastorno.
La mayor parte de la gente, basándose en su intuición o en su experiencia personal, cree que el estrés emocional puede precipitar o alterar el curso incluso de enfermedades físicas más importantes. No está claro cómo estos factores estresantes pueden actuar de este modo. Las emociones pueden obviamente afectar a ciertas funciones corporales como la frecuencia cardíaca, la sudación, los patrones del sueño y el ritmo de las evacuaciones intestinales pero el establecimiento de otras relaciones parece menos obvio. Por ejemplo, no han sido identificadas las vías de comunicación y los mecanismos por los cuales interactúan el cerebro y el sistema inmune. ¿Puede la mente (el cerebro) alterar la actividad de las células blancas (leucocitos) de la sangre y con ello el sistema inmune? Si esto es así, ¿cómo se comunica el cerebro con las células de la sangre? Después de todo, los leucocitos de la sangre se mueven por todo el cuerpo por el flujo sanguíneo o en el interior de los vasos linfáticos y no están unidos a los nervios. Sin embargo, las investigaciones han demostrado que esas relaciones existen. Por ejemplo, la urticaria puede producirse por una alergia física o por una reacción psicológica. La depresión puede inhibir el sistema inmune, haciendo que una persona deprimida sea más predispuesta a ciertas infecciones, como las causadas por los virus del catarro común.
Por lo tanto, el estrés puede causar síntomas físicos aunque no exista enfermedad orgánica. El cuerpo responde fisiológicamente al estrés emocional. Por ejemplo, el estrés puede causar ansiedad, que a su vez activa el sistema nervioso autónomo y las hormonas, como la adrenalina, aumentan el ritmo cardíaco, la presión arterial y la cantidad de sudor. El estrés también puede causar tensión muscular, que producirá dolores en el cuello, la espalda, la cabeza o en otros lugares. La alteración emocional que desencadenó los síntomas puede ser pasada por alto si tanto el paciente como el médico asumen que éstos eran causados por una enfermedad orgánica. Pueden llegar a realizarse muchas pruebas diagnósticas infructuosamente, tratando de descubrir la causa del aumento del ritmo cardíaco, de los dolores de cabeza o de los dolores de espalda, por ejemplo.
Los factores psicológicos pueden influir indirectamente el curso de una enfermedad. Por ejemplo, algunas personas gravemente enfermas niegan estarlo o niegan su gravedad. La negación es un mecanismo de defensa que ayuda a reducir la ansiedad y hace más tolerable una situación amenazadora. Si la negación alivia la ansiedad, puede resultar beneficiosa. Sin embargo, la negación puede impedir que una persona cumpla un tratamiento, lo cual puede acarrear consecuencias graves.
Por ejemplo, una persona con diabetes que niega la necesidad de las inyecciones de insulina y el control de una dieta estricta, puede sufrir marcadas variaciones en los valores de azúcar en sangre y corre el riesgo de tener complicaciones como el coma diabético. De forma similar, un alto porcentaje de personas con presión arterial elevada (hipertensión) o epilepsia no toman sus medicaciones como deberían hacerlo.

La interacción cuerpo-mente es una vía de doble dirección. No solamente pueden contribuir los factores psicológicos al inicio o al agravamiento de una amplia variedad de trastornos físicos, sino que también las enfermedades físicas pueden afectar al pensamiento de una persona o a su estado de ánimo. Las personas con enfermedades graves, recurrentes o crónicas, generalmente se deprimen. Aunque la depresión en estas circunstancias puede aparecer como una reacción normal, el estado mental merece atención. La depresión puede empeorar los efectos de la enfermedad orgánica y se añade a los padecimientos de la persona. A menudo mejora estas situaciones un tratamiento adecuado como el uso de antidepresivos.
Una persona que está ansiosa o deprimida puede expresar una preocupación por un problema físico. Este fenómeno es más frecuente en las personas deprimidas que parecen incapaces de aceptar que sus síntomas son primariamente psicológicos. La depresión puede conducir a insomnio, pérdida de apetito, pérdida de peso y cansancio extremo. En lugar de decir “estoy tan deprimido”, la persona cree que la causa de su sintomatología es causada por un trastorno físico. Esto se conoce como depresión “enmascarada”. Algunas personas son capaces de admitir que se encuentran deprimidas, pero entonces tratan de explicarlo como resultado de un trastorno físico.

Síntomas de conversión
Un mecanismo por el cual el estrés psicológico y social puede producir una enfermedad es la conversión. En la conversión, la persona inconscientemente convierte un conflicto psicológico en un síntoma físico. Esto desvía su atención de un problema emocional perturbador hacia un problema físico que puede ser menos temible. Cualquier síntoma virtualmente imaginable puede transformarse en un síntoma de conversión. A veces un síntoma de conversión es una metáfora del problema psicológico. Por ejemplo, una persona con dolor en el pecho puede estar sufriendo simbólicamente el dolor de un corazón herido después de ser rechazado por un ser querido o una persona con dolor de espalda puede estar sintiendo que sus problemas son demasiado difíciles de soportar.
Un síntoma de conversión puede también originarse por identificación con alguna otra persona que tuvo dicho síntoma. Por ejemplo, una persona puede tener dolor en el pecho, sugiriendo la posibilidad de un ataque cardíaco, después de que alguno de sus progenitores, parientes o compañeros de trabajo hayan sufrido un ataque cardíaco previo. O un varón puede desarrollar el síntoma de dolor torácico a medida que se aproxima a la edad en la que su padre murió de un ataque cardíaco.
Finalmente, el síntoma de conversión puede no ser ni una metáfora ni el resultado de la identificación con otra persona, sino la reedición de un síntoma de un trastorno físico previo. Por ejemplo, una persona que una vez tuvo una fractura ósea dolorosa puede volver a sentir aquel tipo de dolor óseo como expresión de un síntoma de conversión. Una persona que presenta episodios de dolor torácico debido a una enfermedad coronaria (angina), puede en ocasiones experimentar un dolor similar como expresión de un síntoma de conversión (el dolor entonces recibe el nombre de seudoangina)

Los síntomas de conversión difieren del trastorno de conversión en que en éste los síntomas físicos se asemejan más a menudo a los de una enfermedad neurológica. Los síntomas de conversión son más leves y transitorios y afectan a personas que no tienen una grave enfermedad psiquiátrica subyacente. Cualquiera puede tener síntomas de conversión. Los síntomas pueden ser difíciles de diagnosticar para el médico y es probable que un paciente que los presente tenga que someterse a varias pruebas diagnósticas que aseguren que no existe un trastorno físico como origen de los mismos.
En general, los síntomas de conversión desaparecen con bastante rapidez tras una evaluación de los mismos y una confirmación por parte del médico. Cuando estos síntomas reaparecen o se prolongan y llegan a hacerse discapacitantes, la causa puede residir en un trastorno somatoforme.

Trastornos somatoformes
Los trastornos somatoformes engloban varios trastornos psiquiátricos en los cuales las personas refieren síntomas físicos pero niegan tener problemas psiquiátricos.

Trastorno somatoforme es un término relativamente nuevo que se aplica a lo que mucha gente denomina trastorno psicosomático. En los trastornos somatoformes, los síntomas físicos o su gravedad y duración no pueden ser explicados por ninguna enfermedad orgánica subyacente. Los trastornos somatoformes incluyen el trastorno de somatización, el trastorno de conversión y la hipocondría.

Los psiquiatras difieren considerablemente en sus opiniones acerca del valor y la validez del uso de estas categorías diagnósticas. Sin embargo, esta distinción de los diferentes trastornos somatoformes ha proporcionado a los psiquiatras un medio para describir la amplia variedad de síntomas que presentan estos pacientes y para diferenciar los trastornos sobre la base de estas descripciones. Las descripciones cuidadosas pueden ayudar a los psiquiatras a ordenar los diferentes trastornos que así pueden ser mejor estudiados científicamente.

Los trastornos somatoformes generalmente no tienen una explicación clara. Los pacientes con un trastorno somatoforme pueden ser muy diferentes entre sí. Debido a que no se sabe bien por qué o cómo la gente desarrolla su sintomatología, no hay modelos de tratamiento específicos y consensuados.
Somatización
La somatización es una enfermedad crónica y grave caracterizada por la presencia de muchos síntomas físicos, en particular de una combinación de dolor y de síntomas de las esferas gastrointestinal, sexual y neurológica.

Las causas de la somatización son desconocidas. A menudo se presenta como característica familiar. La gente con este trastorno tiende también a tener trastornos de la personalidad caracterizados por egocentrismo (personalidad narcisista) y una exagerada dependencia de los demás (personalidad dependiente).

Los síntomas aparecen por vez primera en la adolescencia o temprano en la edad adulta y se cree que ocurren predominantemente en las mujeres. Los familiares varones de las mujeres con este trastorno tienden a tener una alta incidencia de comportamiento socialmente inapropiado y de alcoholismo.
Síntomas

Una persona con somatización presenta muchas quejas difusas de carácter físico. Aunque puede afectar a cualquier parte del cuerpo, los síntomas se expresan más frecuentemente como dolores de cabeza, náuseas y vómitos, dolor abdominal, menstruaciones dolorosas, cansancio, pérdidas de consciencia, relaciones sexuales dolorosas y pérdida del deseo sexual. Aunque los síntomas suelen ser primariamente físicos, también pueden referir ansiedad y depresión. Las personas con somatización describen sus síntomas de un modo dramático y emotivo, refiriéndose a ellos a menudo como “insoportables”, “indescriptibles” o “lo peor imaginable”.
Estas personas muestran una extremada dependencia en sus relaciones sociales. Piden cada vez más ayuda y apoyo emocional y pueden enfurecerse cuando sienten que no se satisfacen sus necesidades. A menudo se les describe como exhibicionistas y seductores. En un intento de manipular a los demás, pueden amenazar con suicidarse o incluso intentarlo. A menudo están descontentos con la atención médica que reciben y van de un médico a otro.
Los síntomas físicos parecen ser un modo de pedir ayuda y atención. La intensidad y persistencia de los síntomas reflejan el intenso deseo de la persona de ser atendida en cada uno de los aspectos de su vida. Los síntomas también parecen servir a otros propósitos, como permitir que la persona eluda las responsabilidades de la vida adulta. Los síntomas tienden a ser incómodos e impiden a la persona implicarse en proyectos atractivos, lo que sugiere que también padece sentimientos de incapacidad y de culpabilidad. Los síntomas impiden el disfrute y a la vez actúan como castigo.
Diagnóstico

Las personas con somatización no son conscientes de que su problema es básicamente psicológico y por ello presionan a sus médicos para que les hagan estudios diagnósticos y tratamientos. El médico se ve obligado a realizar muchas exploraciones físicas y análisis para determinar si la persona tiene un trastorno físico que explique los síntomas. Las interconsultas con especialistas son frecuentes, aun cuando la persona haya desarrollado una relación razonablemente satisfactoria con su médico.
Una vez que el médico determina que la alteración es psicológica, la somatización puede ser distinguida de otros trastornos psiquiátricos similares por su gran cantidad de síntomas y su tendencia a persistir durante muchos años. Al diagnóstico se añaden la naturaleza dramática de las quejas y una conducta exhibicionista, dependiente, manipuladora y, en ocasiones, suicida.

Pronóstico y tratamiento
La somatización tiende a fluctuar en su gravedad, pero persiste toda la vida. Es rara la remisión completa de los síntomas durante períodos largos. Algunas personas se vuelven más manifiestamente deprimidas con el paso de los años y sus referencias al suicidio se hacen más amenazadoras. El suicidio es un riesgo real.

El tratamiento es extremadamente difícil. La gente con trastorno de somatización tiende a tener sentimientos de frustración y a encolerizarse ante cualquier sugerencia con respecto al carácter psicológico de sus síntomas. Por lo tanto, los médicos no pueden tratar el problema directamente como de orden psicológico, aun reconociéndolo como tal. Los fármacos no son de gran ayuda, e incluso aunque la persona acceda a una consulta psiquiátrica, las técnicas de psicoterapia específicas tienen pocas posibilidades de éxito. Generalmente, el mejor tratamiento es una relación médico-paciente relajada, firme y de apoyo, donde el médico ofrece alivio sintomático y protege a la persona de posibles procedimientos diagnósticos o terapéuticos muy costosos y posiblemente peligrosos. Sin embargo, el médico debe permanecer alerta ante la posibilidad de que la persona desarrolle una enfermedad orgánica.

Conversión
En la conversión, los síntomas físicos consecuencia de un conflicto psicológico se asemejan a los de una enfermedad neurológica u otros problemas.
Los síntomas de la conversión son claramente causados por el estrés y por los conflictos psicológicos que las personas, de una manera inconsciente, convierten en síntomas físicos. Aunque los trastornos de conversión tienden a producirse durante la adolescencia o temprano en la edad adulta, pueden aparecer a cualquier edad. Se piensa de alguna manera que esta situación es más frecuente en mujeres que en varones.
Síntomas y diagnóstico
Por definición, los síntomas de la conversión se limitan a aquellos que sugieren una disfunción del sistema nervioso (generalmente la parálisis de un brazo o de una pierna o la pérdida de sensibilidad en una parte del cuerpo). Otros síntomas incluyen convulsiones simuladas y la pérdida de alguno de los sentidos, como la visión o la audición.
Generalmente, el comienzo de los síntomas se asocia a algún acontecimiento estresante de carácter social o psicológico. Una persona puede sufrir un solo episodio o tener episodios esporádicos, pero generalmente son de corta duración. Cuando las personas con síntomas de conversión son hospitalizadas, generalmente mejoran en dos semanas. Sin embargo, de un 20 a un 25 por ciento tiene recaídas al cabo de un año.
El diagnóstico es difícil de realizar al principio porque la persona cree que los síntomas se originan en un problema físico y no quiere consultar a un psiquiatra. Los médicos verifican cuidadosamente que los síntomas no tienen una causa física.

Tratamiento
Para el tratamiento es esencial una relación de confianza entre el médico y el paciente. Cuando el médico descarta un trastorno físico y asegura a la persona que los síntomas que padece no indican una enfermedad grave subyacente, ésta generalmente comienza a sentirse mejor y los síntomas disminuyen. Cuando una situación psicológicamente estresante ha precedido al comienzo de los síntomas, la psicoterapia puede ser particularmente eficaz.
Ocasionalmente, los síntomas de conversión reaparecen con frecuencia e incluso pueden volverse crónicos. Se han probado varios métodos de tratamiento (y algunos pueden resultar de utilidad), aunque ninguno ha resultado uniformemente eficaz. En la hipnoterapia, la persona es hipnotizada y se procede a identificar y debatir las materias psicológicas que pueden ser responsables de los síntomas. El debate continúa tras la hipnosis, cuando la persona se encuentra totalmente alerta. Otros métodos incluyen el narcoanálisis, que es un procedimiento similar a la hipnosis excepto en que se administra un sedante para inducir un estado de semisomnolencia. En algunas personas ha resultado eficaz la terapia de modificación del comportamiento que incluye las técnicas de relajación.

Hipocondría
La hipocondría es un trastorno en el cual una persona refiere síntomas físicos y está especialmente preocupada porque cree firmemente que corresponden a una enfermedad grave.

Síntomas y diagnóstico
Las preocupaciones de la persona por la gravedad de la enfermedad están basadas a menudo en una incorrecta interpretación de las funciones normales del organismo. Por ejemplo, el ruido de los intestinos y las sensaciones de distensión y de incomodidad que a veces ocurren a medida que los fluidos avanzan a través del tubo digestivo son normales. La gente con hipocondría utiliza tales “síntomas” para explicar por qué creen tener una enfermedad grave. El hecho de ser examinados y tranquilizados por el médico no alivia sus preocupaciones; ellos tienden a creer que éste no logró encontrar la enfermedad subyacente.
Se sospecha hipocondría cuando una persona sana con síntomas menores está preocupada acerca de la significación de estos síntomas y no reacciona ante explicaciones tranquilizadoras después de una cuidadosa evaluación. El diagnóstico de hipocondría se confirma cuando la situación se mantiene durante años y los síntomas no pueden atribuirse a la depresión u a otro trastorno psiquiátrico.

Tratamiento
El tratamiento es difícil porque una persona con hipocondría está convencida de tener algo gravemente alterado dentro de su cuerpo. Tranquilizarla no alivia estas preocupaciones. Sin embargo, una relación de confianza con un médico atento resulta beneficiosa, sobre todo si las visitas regulares se acompañan de una actitud tranquilizadora hacia el paciente. Si los síntomas no se alivian adecuadamente, puede consultarse a un psiquiatra para su evaluación y tratamiento, contando con que continúe el seguimiento por parte del médico de atención primaria.
Trastornos sexuales y psicosexuales

La sexualidad es una parte normal de la experiencia humana. Sin embargo, los tipos de comportamiento sexual y las actitudes acerca de la sexualidad que se consideran normales varían mucho en las diferentes culturas y entre éstas. Por ejemplo, la masturbación, que durante un tiempo fue considerada como una perversión e incluso una causa de enfermedad mental, es ahora reconocida como una actividad sexual normal durante la vida. Se considera que más del 97 por ciento de los varones y el 80 por ciento de las mujeres se ha masturbado. Aunque la masturbación es normal y es a menudo recomendada como una opción de “sexo seguro”, puede causar culpabilidad y sufrimiento psicológico originado por la actitud desaprobadora de otros. Esto puede producir un considerable sufrimiento y puede incluso afectar al desarrollo sexual.

De forma similar, la homosexualidad, que una vez fue considerada como anormal por la profesión médica, ya no es considerada una enfermedad; está ampliamente reconocida como una orientación sexual que está presente desde la niñez. La prevalencia de la homosexualidad es desconocida, pero se estima que cerca del 6 al 10 por ciento de los adultos tiene exclusivamente relaciones homosexuales a lo largo de sus vidas. Un porcentaje mucho mayor de personas ha experimentado actividades sexuales con personas de su sexo en la adolescencia, pero como adultos tienen un comportamiento heterosexual.

Las causas de la homosexualidad y de la heterosexualidad son desconocidas. No se han identificado influencias hormonales, biológicas o psicológicas que contribuyan sustancialmente a la orientación sexual de la persona. Los homosexuales descubren que son atraídos por personas del mismo sexo, al mismo tiempo que los heterosexuales descubren que son atraídos por personas del otro sexo. La atracción parece ser el resultado final de influencias biológicas y ambientales y no una elección deliberada. Por lo tanto, la expresión popular “preferencia sexual” tiene escaso sentido.

En general, los homosexuales se acomodan correctamente a su orientación sexual, aunque deben superar los prejuicios y la desaprobación social. Este ajuste puede tardar mucho tiempo en conseguirse y puede estar asociado con un estrés psicológico importante. Muchos hombres y mujeres homosexuales sufren una discriminación social y en sus lugares de trabajo, que agrava su estrés.

Para algunas personas heterosexuales y homosexuales, la actividad sexual con diferentes parejas es una práctica frecuente durante su vida. Tal tipo de actividad puede indicar una baja capacidad para establecer relaciones emocionales íntimas. Ésta puede ser una razón para buscar consejo profesional, especialmente desde que la transmisión de ciertas enfermedades (por ejemplo, la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana, sífilis, gonorrea y cáncer cervical) está asociada con el hábito de tener muchas parejas sexuales.

Trastornos de identidad de género

Un trastorno de identidad de género es el deseo de tener el sexo opuesto o la impresión de estar atrapado en un cuerpo del otro sexo.

La diferencia entre sexo y género puede ser simplificada como sigue: el sexo es la masculinidad o feminidad biológica y el género es cómo una persona se ve a sí misma, masculina o femenina. El papel de género es la presentación pública objetiva como masculino o femenino, en nuestra cultura. El papel sexual es el comportamiento público asociado con la elección de una pareja sexual (homosexual, heterosexual o bisexual). Para la mayoría, la identidad de género (el sentimiento íntimo de ser masculino o femenina) está de acuerdo con el papel de género (por ejemplo, un hombre siente y actúa como un hombre).

La identidad de género se establece generalmente en la primera infancia (18 a 24 meses). Los niños se dan cuenta de que son niños y las niñas, de que son niñas. Incluso aunque un niño puede preferir actividades consideradas a veces más apropiadas para el otro sexo, los niños con una identidad de género normal se ven como miembros de su propio sexo biológico. Esto significa que una niña a la que le gusta jugar al fútbol y practicar lucha libre no tiene un problema de identidad de género si se ve a sí misma como mujer y está satisfecha con su sexo. De modo similar, un niño que juega con muñecas y prefiere cocinar a practicar deportes no tiene un problema de identidad sexual a menos que no se identifique a sí mismo como varón o no se sienta satisfecho con su sexo biológico.

Aunque un niño criado como un miembro del sexo opuesto puede sentirse confundido acerca de su género, a menudo esta confusión se aclara más tarde durante la niñez. Los niños que nacen con genitales que no son claramente masculinos o femeninos en general no sufren un problema de identidad de género si son definitivamente criados como de un sexo o del otro, incluso aunque sean educados en el sexo opuesto a su sexo genético.

Transexualismo

El transexualismo es un trastorno característico de la identidad de género. Las personas con este trastorno creen que son víctimas de un accidente biológico (ocurrido antes de nacer) y que están cruelmente aprisionadas en un cuerpo incompatible con su verdadera identidad de género. En regla general, los transexuales son biológicamente hombres que se identifican a sí mismos como mujeres en su temprana infancia y miran con repugnancia sus genitales y sus características masculinas. El transexualismo parece ser menos frecuente en las mujeres biológicas.

Los transexuales pueden buscar apoyo psicológico, para que se les ayude a sobrellevar las dificultades de vivir en un cuerpo en el que no se sienten satisfechos o para ayudarles a realizar una transición de género. Otros pueden buscar un cambio en su apariencia con la ayuda de médicos especializados en cambio de sexo y en cirugía plástica. Algunos transexuales pueden contentarse con cambiar su papel de género sin sufrir una cirugía mayor, trabajando, viviendo y vistiéndose como miembros del sexo opuesto. Cambian su apariencia externa, pueden seguir tratamientos hormonales y obtener documentación que acredite el cambio, pero generalmente no sienten la necesidad de someterse a operaciones caras y arriesgadas.

Sin embargo, para muchos transexuales la mejor ayuda es una combinación de asesoramiento, terapia hormonal y cirugía genital. En los varones biológicos, la transformación sexual se realiza mediante el uso de hormonas femeninas (provocando el crecimiento del pecho y otros cambios corporales) y la cirugía para retirar el pene y los testículos y crear una vagina artificial. En las mujeres biológicas, la transformación sexual se realiza mediante la cirugía para retirar los pechos y los órganos reproductivos internos (el útero y los ovarios), el cierre de la vagina y la creación de un pene artificial. El uso de hormonas masculinas (testosterona) es importante en la transformación de mujer a varón y debe preceder a la cirugía. Con el tratamiento con testosterona, crece el vello facial y la voz se vuelve más grave de modo permanente.

Aunque los transexuales que se someten al cambio quirúrgico de sexo no pueden concebir niños, a menudo pueden mantener relaciones sexuales satisfactorias. La capacidad para alcanzar el orgasmo queda habitualmente conservada tras la cirugía y luego algunos refieren sentirse sexualmente satisfechos por primera vez. Sin embargo, son pocos los transexuales que se someten al cambio quirúrgico de sexo con el único propósito de ser capaces de tener relaciones sexuales en su nuevo sexo. La motivación habitual es la confirmación de la identidad de género.

Parafilias

Las parafilias (atracciones desviadas) en su expresión extrema son desviaciones socialmente inaceptables de las normas que rigen tradicionalmente las relaciones sexuales.

Los datos clave de una parafilia incluyen la aparición de fantasías o comportamientos sexuales excitantes que son repetitivos e intensos y que generalmente implican objetos (zapatos, ropa interior, cuero o productos de goma), la provocación de sufrimiento o dolor en sí mismo o en la pareja o el mantener relaciones sexuales con personas sin su consentimiento (niños, personas desvalidas o en escenarios de violación). Una vez que se han establecido, usualmente en la niñez tardía o cerca de la pubertad, estos tipos de excitación sexual suelen durar toda la vida.

Algún grado de variedad es muy frecuente en las relaciones sexuales y en las fantasías de los adultos. Cuando las personas se comprometen de mutuo acuerdo en ello, los comportamientos sexuales no lesivos de tipo alternativo pueden ser una parte intrínseca de una relación amorosa y cariñosa. Cuando se llevan las cosas al extremo, sin embargo, tales comportamientos sexuales son parafilias, trastornos psicosexuales que dificultan seriamente la capacidad para la actividad sexual afectiva recíproca. Las parejas de las personas con una parafilia pueden sentirse como un objeto o como si fueran elementos sin importancia o innecesarios en la relación sexual.

Las parafilias pueden tomar la forma de fetichismo, travestismo, pedofilia, exhibicionismo, voyeurismo, masoquismo o sadismo, entre otras. La mayor parte de las personas con parafilias son varones y muchos tienen más de un tipo de parafilia.

Fetichismo

En el fetichismo, la actividad sexual utiliza objetos físicos (el fetiche), a veces prefiriéndolos al contacto con las personas. Las personas fetichistas pueden llegar a estimularse y disfrutar sexualmente vistiendo las prendas interiores del otro, vistiendo con cuero o goma o tomando, frotando u oliendo objetos como zapatos de tacón alto. Las personas con este trastorno pueden no ser capaces de realizar la función sexual sin sus fetiches.

Travestismo

En el travestismo, un hombre prefiere de modo ocasional vestirse con ropas de mujer, o menos frecuentemente, una mujer prefiere vestirse con ropas de varón. En ningún caso, sin embargo, el deseo de la persona es cambiar de sexo, como en el caso de los transexuales. El intercambio de vestimentas no se considera siempre un trastorno mental y puede que no afecte de modo adverso a las relaciones sexuales de la pareja. El travestismo se considera un trastorno solamente si ocasiona sufrimiento, deterioro de algún tipo o una conducta insensata que puede conducir a lesiones, a la pérdida del trabajo o a la prisión. Los travestidos también intercambian sus vestimentas por razones diferentes a la estimulación sexual, por ejemplo, para reducir la ansiedad, para relajarse o para experimentar el lado femenino de sus personalidades, por lo demás, masculinas.

Pedofilia

La pedofilia es una preferencia por la actividad sexual con niños pequeños. En las sociedades occidentales, la pedofilia es generalmente considerada como el deseo de tener actividades sexuales con niños de 13 años de edad o menos. Una persona a quien se diagnostica pedofilia tiene como mínimo 16 años y es por lo menos 5 años mayor que el niño víctima.

Aunque las leyes varían de un país a otro, en líneas generales se considera que una persona comete un delito tipificado de violación cuando el niño tiene 16 años o menos y el adulto es mayor de 18 años. Los delitos tipificados de violación a menudo no corresponden a la definición de pedofilia.

Una persona con pedofilia se angustia o se preocupa intensamente por fantasías sexuales relacionadas con niños, aunque no tenga lugar ninguna relación sexual. Algunos pedófilos sienten atracción sólo por los niños, a menudo de un grupo de edad específico, mientras que otros se sienten atraídos tanto por niños como por adultos. Los pedófilos pueden ser tanto mujeres como hombres y las víctimas pueden ser niñas o niños. Los pedófilos pueden tener como objetivo niños de sus familias (incesto) o pueden abusar de niños de su comunidad. Pueden utilizar la fuerza o la coerción para someter sexualmente a los niños y pueden proferir amenazas para evitar que la víctima los denuncie.

La pedofilia puede tratarse con psicoterapia y fármacos que alteran la conducta sexual. Este tratamiento puede ser solicitado de modo voluntario o solamente tras una detención por el delito y sus consecuentes procesos legales. Algunos pedófilos pueden responder al tratamiento; otros no. La encarcelación, incluso a largo plazo, no cambia los deseos ni las fantasías de los pedófilos.

Exhibicionismo

En el exhibicionismo, una persona (generalmente un varón) muestra por sorpresa sus genitales a extraños y hacer esto la excita sexualmente. La exposición puede seguirse de masturbación. Casi nunca buscan un contacto sexual, por esto los exhibicionistas raramente cometen violación. En general, los exhibicionistas que son detenidos tienen menos de 40 años. Aunque las mujeres pueden exhibir sus cuerpos de modo provocativo, el exhibicionismo raramente es considerado un trastorno psicosexual en las mujeres.

Voyeurismo

En el voyeurismo, una persona se excita sexualmente con la visión de alguien que se está desnudando, que está desnudo o realizando una actividad sexual. Lo que les excita es el acto de la observación y no la actividad sexual con la persona observada. Es particularmente frecuente algún grado de voyeurismo entre niños y varones adultos y la sociedad considera las formas leves de este comportamiento como normales. Cuando se trata de un trastorno, el voyeurismo puede llegar a ser el método preferido de actividad sexual y puede consumir incontables horas de búsqueda.

En general, los voyeuristas son varones. Se han desarrollado mucho la cantidad y variedad de material y de espectáculos con un contenido sexual explícito para las mujeres heterosexuales (por ejemplo, los espectáculos de desnudo masculino), pero a la participación en estas actividades le falta el elemento de la observación secreta, que es lo característico del voyeurismo.

Masoquismo y sadismo

El masoquismo constituye la obtención de placer sexual al ser físicamente dañado, amenazado o sometido a abusos. El sadismo, lo opuesto al masoquismo, es el placer sexual de una persona al infligir sufrimiento físico o psicológico a la pareja sexual. Un cierto grado de sadismo y de masoquismo tiene lugar en las relaciones sexuales de personas sanas, y los miembros mutuamente adaptados de una pareja a menudo lo buscan el uno en el otro. Por ejemplo, el uso de pañuelos de seda para simular ataduras y las palmadas suaves durante la actividad sexual son prácticas frecuentes entre parejas consintientes y no se consideran sadomasoquistas.

El masoquismo o el sadismo llevados al extremo pueden ocasionar graves daños físicos o psicológicos, incluyendo la muerte. El masoquismo sexual implica la necesidad de ser humillado, golpeado o sometido de algún otro modo, de una forma real y no simulada, por una pareja agresiva y a menudo sádica con el objetivo de conseguir la excitación sexual. Por ejemplo, la actividad sexual desviada puede incluir la asfixiofilia, durante la cual la persona es parcialmente asfixiada o estrangulada (por la pareja o por la autoaplicación de un nudo corredizo alrededor del cuello). La disminución temporal del aporte de oxígeno al cerebro en el momento del orgasmo es considerado como intensificador del placer sexual, pero esta práctica puede conducir accidentalmente a la muerte.

El sadismo sexual puede existir solamente en las fantasías o puede resultar necesario para alcanzar el orgasmo. Algunos sádicos atrapan a sorprendidas y aterrorizadas “parejas” que no consienten estas actividades y son violadas. Otros sádicos buscan específicamente masoquistas sexuales por medio de anuncios u otros medios y satisfacen sus necesidades sádicas con un masoquista que lo consiente. Las fantasías de control total y de dominación son a menudo importantes y el sádico puede atar y amordazar a la pareja de maneras muy elaboradas. En casos extremos, el sádico puede torturar, herir, apuñalar, aplicar descargas eléctricas o asesinar a la pareja.

Trastornos disociativos

La disociación es un mecanismo psicológico de defensa en el cual la identidad, memoria, ideas, sentimientos o percepciones propias se encuentran separadas del conocimiento consciente y no pueden ser recuperadas o experimentadas voluntariamente.

Todo el mundo se disocia en ocasiones. Por ejemplo, las personas frecuentemente se dan cuenta después de haber conducido del trabajo a casa de que no recuerdan gran parte del camino porque estaban preocupadas por conflictos personales o atentas a un programa de la radio. Durante la hipnosis, una persona puede disociar los sentimientos del dolor físico. Sin embargo, otras formas de disociación provocan una ruptura entre las sensaciones de la persona de sí misma y las percepciones de los hechos de la vida.

Los trastornos disociativos incluyen la amnesia disociativa, la fuga disociativa, el trastorno de identidad disociativo y un conjunto de situaciones de definición más difusa que los psiquiatras denominan trastorno disociativo sin otros datos específicos. Estos trastornos disociativos son con frecuencia precipitados por un estrés abrumador. El estrés puede estar causado por la experiencia o por la observación de un acontecimiento traumático, un accidente o un desastre. O bien una persona puede experimentar un conflicto interno tan insoportable que su mente es forzada a separar la información incompatible o inaceptable y los sentimientos procedentes del pensamiento consciente.

Amnesia disociativa

La amnesia disociativa es una incapacidad para recuperar información personal importante, generalmente de una naturaleza estresante o traumática, la cual es muy generalizada para que pueda justificarse como un olvido normal.

Generalmente, la pérdida de memoria incluye información que forma parte del conocimiento consciente habitual o memoria “autobiográfica” (quién es, qué ha hecho, adónde ha ido, con quién ha hablado, qué dijo, pensó y sintió, etc.). En ocasiones, la información, aunque olvidada, continúa influyendo en el comportamiento de la persona.

Las personas con una amnesia disociativa habitualmente tienen una o más lagunas de memoria que se extienden desde unos pocos minutos a unas pocas horas o días. Sin embargo, se han documentado lagunas de memoria que abarcaban años o incluso la vida entera de una persona. Usualmente los períodos lindantes con la laguna de memoria suelen ser claros. En general, las personas son conscientes de que han “perdido algún tiempo”, pero algunos amnésicos disociativos sólo son conscientes del tiempo perdido cuando se dan cuenta o se les enfrenta con la evidencia de que han hecho cosas que no recuerdan. Algunas personas con amnesia olvidan algunos pero no todos los acontecimientos de un período de tiempo; otras no pueden recordar nada de su vida anterior u olvidan las cosas conforme van ocurriendo.

La incidencia de la amnesia disociativa es desconocida pero el trastorno es más frecuente en adultos. La amnesia es más frecuente en personas que se han visto implicadas en guerras, accidentes o desastres naturales. Se ha informado de casos de gente que tenía amnesia de episodios de abusos sexuales en su niñez y que más tarde, siendo adultos, recordaron los episodios. La amnesia puede ocurrir después de un acontecimiento traumático y la memoria puede recuperarse con el tratamiento, con acontecimientos posteriores o con la información que recibe la persona. Sin embargo, no se sabe si esas memorias recuperadas reflejan acontecimientos reales en el pasado de la persona. Se han demostrado recuperaciones de memorias tanto exactas como inexactas.

Causas

La amnesia disociativa parece estar causada por el estrés (la experiencia o la visión de experiencias traumáticas, situaciones de estrés graves en la vida o graves conflictos internos). Los episodios de amnesia pueden ser precedidos de abusos físicos o experiencias sexuales y situaciones emocionalmente abrumadoras en las cuales existe amenaza, lesión o muerte (como una violación, una guerra o un desastre natural como un incendio o una inundación). Las situaciones de mayor estrés en la vida incluyen el abandono, la muerte de un ser querido y la ruina financiera. También pueden conducir a la amnesia la inquietud por impulsos de culpabilidad, dificultades aparentemente insolubles o conductas criminales. De un modo general se acepta que algunas personas, como las que son fácilmente hipnotizadas, son más propensas a desarrollar amnesia que otras.

Síntomas y diagnóstico

El síntoma más frecuente de la amnesia disociativa es la pérdida de memoria. Poco después de volverse amnésica, la persona puede parecer confusa. Muchas personas amnésicas están en cierta manera deprimidas. Algunas personas están muy afectadas por su amnesia; otras no. Otros síntomas y preocupaciones dependen de la importancia de la información olvidada y de su relación con los conflictos de la persona o de las consecuencias de la conducta olvidada.

Para hacer el diagnóstico, el médico realiza un examen físico y psiquiátrico. La sangre y la orina se analizan para determinar si una sustancia tóxica como una droga ilegal es la causante de la amnesia. Se puede realizar un electroencefalograma para determinar si la causa es un trastorno epiléptico. Pruebas psicológicas especializadas pueden ayudar al médico a caracterizar las experiencias disociativas de la persona.

Tratamiento y pronóstico

Es esencial una atmósfera de apoyo en la que la persona se sienta segura. Esta sola medida conduce con frecuencia a una recuperación espontánea gradual de los recuerdos perdidos.

Si la memoria no se recupera de modo espontáneo o si es urgente su recuperación, a menudo son eficaces las técnicas de recuperación de la memoria. Usando la hipnosis o los efectos de determinados fármacos, el médico pregunta a la persona amnésica acerca de su pasado. El médico debe tener mucho cuidado porque es probable que se hagan patentes durante el proceso las circunstancias que estimularon la pérdida de memoria y esto puede resultar muy perturbador. No puede asumirse que sean exactos los recuerdos recuperados a través de estas técnicas. Sólo podrá determinar su exactitud la corroboración externa. Sin embargo, el hecho de completar al máximo las lagunas de memoria podrá contribuir a restablecer la continuidad de la identidad de la persona y de su sentido del yo. Una vez desaparecida la amnesia, el tratamiento continuado ayudará a la persona a comprender el trauma o los conflictos que causaron la situación y a encontrar medios para resolverla.

La mayoría de la gente recupera lo que parecen ser sus memorias perdidas y resuelve los conflictos que causaron la amnesia. Sin embargo, algunas personas nunca rompen las barreras que les impiden reconstruir su pasado perdido. El pronóstico está determinado en parte por las circunstancias de la vida de la persona, particularmente el estrés y los conflictos que provocaron la amnesia.

Fuga disociativa

La fuga disociativa consiste en una o más salidas de una persona de su casa repentina, inesperada y deliberadamente, durante las cuales no recuerda una parte o la totalidad de su vida pasada y no sabe quién es, o bien se da una nueva identidad.

La fuga disociativa afecta aproximadamente al dos por mil de la población. Es mucho más frecuente en personas que han estado en guerras, accidentes y desastres naturales.

Causas

Las causas de la fuga disociativa son similares a las de la amnesia disociativa pero con algunos factores adicionales. Frecuentemente, la fuga ocurre en circunstancias en las que se puede sospechar simulación. La simulación es un estado en el cual una persona se comporta como si estuviera enferma, porque ello la libera de dar cuenta de sus acciones, le da una excusa para evitar responsabilidades o reduce su exposición a un riesgo conocido, como un trabajo peligroso. Más aún, muchas fugas parecen representar el cumplimiento de deseos encubiertos (por ejemplo, escapar de un estrés insoportable, como el divorcio o la ruina financiera). Otras fugas están relacionadas con sentimientos de rechazo o de separación, o pueden proteger a la persona del suicidio o de impulsos homicidas.

Síntomas y diagnóstico

Una persona en estado de fuga, habiendo perdido su identidad habitual, generalmente desaparece de sus lugares de costumbre, dejando su familia y su trabajo. La persona puede viajar lejos de casa y comenzar un nuevo trabajo con una nueva identidad, sin darse cuenta de ningún cambio en su vida. La fuga puede durar desde horas a semanas o meses, u ocasionalmente más tiempo. La persona puede parecer normal y no llamar la atención. Sin embargo, en algún momento puede darse cuenta de la amnesia o estar confusa acerca de su identidad. Algunas veces en la fuga no puede hacerse el diagnóstico hasta que vuelve la identidad anterior de la persona, y ésta experimenta sufrimiento al encontrarse a sí misma en circunstancias desconocidas.

A menudo la persona no tiene síntomas o está sólo ligeramente confusa durante la fuga. Sin embargo, cuando ésta concluye puede experimentar depresión, incomodidad, aflicción, vergüenza, conflicto intenso e impulsos agresivos o suicidas. En otras palabras, tiene que afrontar de repente la dolorosa situación de la que escapó con la fuga. También puede sentir confusión, sufrimiento o incluso terror acerca del hecho de haber permanecido en estado de fuga porque generalmente no recuerda acontecimientos que ocurrieron durante ese período.

Una fuga es raramente reconocida mientras está sucediendo. El médico puede sospechar una fuga cuando una persona parece confundida acerca de su identidad o está perpleja acerca de su pasado, o cuando la confrontación la hace dudar de su nueva identidad o de la falta de una identidad. El diagnóstico se realiza retroactivamente revisando la historia de la persona y recogiendo información que documente las circunstancias anteriores al abandono del hogar, la huida en sí y el establecimiento de una vida alternativa. Cuando la fuga disociativa se repite más de unas pocas veces, la persona generalmente tiene un trastorno disociativo de la identidad.

Tratamiento y pronóstico

El tratamiento para una fuga en desarrollo incluye que el médico recoja información acerca de la verdadera identidad de la persona, que deduzca por qué la abandonó y le ayude a reasumirla. Si la información no puede ser obtenida directamente de la persona, se puede necesitar la intervención de la policía y de los asistentes sociales.

La fuga disociativa se trata de forma bastante parecida a la amnesia disociativa y puede incluir el uso de hipnosis o de entrevistas con facilitación farmacológica. Sin embargo, frecuentemente todos los esfuerzos para recuperar los recuerdos del período de fuga son infructuosos. Un psiquiatra puede ayudar a la persona a explorar sus mecanismos de manejo de las situaciones, conflictos y temperamentos que desencadenaron el episodio de fuga.

Lo más frecuente es que las fugas duren horas o días y desaparezcan espontáneamente. A menos que exista algún comportamiento durante el período de fuga que haya traído sus propias complicaciones, el deterioro es leve y de corta duración. Si la fuga fue prolongada y el comportamiento de la persona antes y durante ella fue problemático puede tener considerables dificultades. Por ejemplo, un hombre puede haber abandonado su familia y sus responsabilidades laborales, cometido un crimen o formado una pareja en su estado de fuga.

Trastorno de identidad disociativo

El trastorno de identidad disociativo, antes llamado trastorno de personalidad múltiple, es una situación en la cual alternan en el control del comportamiento de la persona dos o más identidades o personalidades y en la que se producen episodios de amnesia.

El trastorno de identidad disociativo es una situación grave, crónica y potencialmente invalidante o mortal. La incapacidad de algunas personalidades de recordar información personal importante (amnesia) se mezcla con el conocimiento simultáneo de la información por parte de otras personalidades coexistentes. Algunas personalidades parecen conocerse e interactuar entre sí en un complejo mundo interior. Por ejemplo, la personalidad A puede estar consciente de la personalidad B y saber lo que ésta realiza, como si la estuviera observando; la personalidad B puede ser consciente o no de la personalidad A. Otras personalidades pueden o no ser conscientes de la personalidad B y ésta puede ser o no consciente de ellas. Las personas con este trastorno con frecuencia intentan el suicidio y se considera que son más propensas a suicidarse que las personas con cualquier otro trastorno mental.

El trastorno de identidad disociativo parece ser un trastorno mental bastante frecuente. Puede encontrarse en el 3 o 4 por ciento de las personas hospitalizadas por otros problemas psiquiátricos y en una cierta minoría de pacientes de instituciones para el tratamiento de toxicómanos. El aumento del conocimiento del trastorno ha permitido que se diagnostique con más frecuencia en los últimos años. El conocimiento de las consecuencias de los abusos infantiles y los mejorados métodos de diagnóstico han contribuido también al aumento de los diagnósticos de trastornos de identidad disociativos. Aunque algunas autoridades creen que los informes de aumento de este trastorno reflejan la influencia de los médicos en pacientes sugestionables, no hay evidencias que sustenten esa creencia.

Causas

El trastorno de identidad disociativo parece estar causado por la interacción de varios factores:

- El estrés insoportable, como el haber sufrido abusos físicos o psicológicos durante la niñez.

- Una habilidad para separar los propios recuerdos, percepciones o identidades del conocimiento consciente (capacidad disociativa).

- Antes de tener una visión unificada del yo y de los otros se puede consolidar sólidamente un desarrollo anormal.

- Una insuficiente protección y atención durante la niñez.

El desarrollo humano requiere que los niños sean capaces de integrar complicados y diferentes tipos de información y experiencias. A medida que los niños aprenden a forjarse una identidad cohesionada y compleja, pasan por fases en las cuales se mantienen separadas diferentes percepciones y emociones. Pueden usar estas diferentes percepciones para generar diferentes yo, pero no todos los niños que sufren abusos o pérdidas o traumas importantes tienen la capacidad de desarrollar múltiples personalidades. Los que sí tienen esta capacidad también tienen formas normales de resolver sus problemas, y, en general, estos niños vulnerables están lo suficientemente protegidos y tranquilizados por los adultos como para que no se desarrolle un trastorno de identidad disociativo.

Síntomas

Las personas con un trastorno de identidad disociativo pueden experimentar a menudo un cuadro de síntomas que pueden parecerse a los de otros trastornos psiquiátricos. Los síntomas pueden ser similares a los de la ansiedad, de las alteraciones de la personalidad, de la esquizofrenia y de los trastornos afectivos o de la epilepsia. La mayoría de las personas sufre síntomas de depresión, ansiedad (dificultad para respirar, pulso acelerado, palpitaciones), fobias, ataques de pánico, disfunciones sexuales, alteraciones del apetito, estrés postraumático y síntomas que simulan los de las enfermedades físicas. Pueden estar preocupadas por el suicidio y son frecuentes los intentos, así como los episodios de automutilación. Muchas personas con trastorno de identidad disociativo abusan del alcohol o de las drogas en algún momento de su vida.

El cambio de personalidades y la ausencia de consciencia del propio comportamiento en las otras personalidades hacen a menudo caótica la vida de una persona con este trastorno. Como las personalidades con frecuencia interactúan entre ellas, la persona dice oír conversaciones internas y las voces de otras personalidades. Esto es un tipo de alucinaciones.

Hay varios signos característicos del trastorno de la personalidad disociativo:

- Síntomas diferentes que ocurren en distintos momentos.

- Una capacidad fluctuante para asumir sus funciones, desde la eficacia en el trabajo y en la casa hasta la inhabilidad.

- Intensos dolores de cabeza y otros síntomas físicos.

- Distorsiones y errores en el tiempo y amnesia.

- Despersonalización y desrealización (sentimiento de estar separado de uno mismo y experimentar su medio como irreal).

Las personas con un trastorno de identidad disociativo frecuentemente oyen hablar a otros de lo que ellas han hecho pero que no recuerdan. Otras pueden mencionar cambios en su comportamiento que ellas tampoco recuerdan. Pueden descubrir objetos, productos o manuscritos con los que no contaban o que no reconocen. A menudo se refieren a sí mismas como “nosotros”, “él” o “ella”. Mientras que, en general, las personas no pueden recordar mucho acerca de sus primeros cinco años de vida, la persona con un trastorno de identidad disociativo no recuerda tampoco lo ocurrido entre sus 6 y 11 años.

Las personas con un trastorno de identidad disociativo tienen típicamente una historia de tres o más diagnósticos psiquiátricos previos diferentes y que no han respondido al tratamiento. Estas personas están muy preocupadas por temas de control, tanto el autocontrol como el control de los demás.

Diagnóstico

Para realizar el diagnóstico de trastorno de identidad disociativo, el médico debe proceder a realizar una entrevista médica y psiquiátrica, incidiendo especialmente acerca de experiencias disociativas. Se han ideado entrevistas especiales para ayudar al médico a identificar el trastorno. El médico también puede entrevistar al paciente durante períodos largos, pedirle que lo visite regularmente y utilizar la hipnosis o entrevistas con facilitación farmacológica para tener acceso a sus personalidades. Estas medidas aumentan la posibilidad de que la persona cambie de una personalidad a otra durante la evaluación.

De forma creciente, los médicos consiguen hacer manifestarse las diferentes personalidades pidiendo que hable la parte de la mente que estuvo implicada en un comportamiento concreto. Puede que el paciente no recuerde este comportamiento o que lo haya experimentado más como un observador que como un sujeto activo (como si la experiencia fuera como un sueño o irreal).

Tratamiento y pronóstico

El trastorno de identidad disociativo requiere psicoterapia, con frecuencia facilitada por la hipnosis. Los síntomas pueden ir y venir de modo espontáneo, pero el trastorno no desaparece por sí mismo. El tratamiento puede aliviar algunos síntomas específicos pero no tiene efectos sobre el trastorno en sí mismo.

El tratamiento es a menudo arduo y emocionalmente doloroso. La persona puede experimentar muchas crisis emocionales debido a acciones de las personalidades y por la desesperación que pueden acarrear los recuerdos traumáticos durante la terapia. A menudo son necesarios varios períodos de hospitalización psiquiátrica para ayudar a la persona en períodos difíciles y para operar de un modo directo sobre los recuerdos dolorosos. Frecuentemente el médico utiliza la hipnosis para que se manifiesten (para tener acceso a) las personalidades, facilitar la comunicación entre ellas, estabilizarlas e integrarlas. La hipnosis también se usa para reducir el impacto doloroso de los recuerdos traumáticos.

Generalmente, son necesarias una o dos sesiones de psicoterapia a la semana durante al menos 3 a 6 años. Las sesiones tienen como objetivo integrar las personalidades en una personalidad única o alcanzar una interacción armoniosa entre ellas que permita una vida normal sin síntomas. La integración de las personalidades es lo ideal pero no siempre se consigue. Las visitas al terapeuta son reducidas gradualmente pero es raro que se terminen. Los pacientes pueden confiarse al terapeuta para que les ayude, de vez en cuando, a afrontar los problemas psicológicos, del mismo modo que pueden hacerlo periódicamente con su propio médico.

El pronóstico de las personas con un trastorno de identidad disociativo depende de los síntomas y de las características del trastorno. Algunas tienen principalmente síntomas disociativos y características postraumáticas; esto significa que, además de sus problemas de memoria e identidad, experimentan ansiedad acerca de acontecimientos traumáticos y el hecho de revivirlos y recordarlos. Generalmente, se recuperan por completo con el tratamiento. Otras personas tienen adicionalmente trastornos psiquiátricos graves, como trastornos de la personalidad, afectivos, alimentarios y de abuso de drogas. Sus problemas mejoran más despacio y el tratamiento puede tener menos éxito o bien debe ser más largo y pueden aparecer más crisis. Por último, algunas personas no solamente tienen otros problemas psicológicos graves sino que también están gravemente comprometidas con otras personas que las acusan de haber abusado de ellas. El tratamiento a menudo es largo y caótico y trata de reducir y de aliviar los síntomas más que de conseguir la integración. A veces, incluso un paciente con un mal pronóstico mejora lo suficiente con la terapia para sobrellevar el trastorno y comenzar a dar pasos rápidos hacia la recuperación.

Trastorno de despersonalización

El trastorno de despersonalización se caracteriza por sentimientos persistentes o recurrentes de estar separado del propio cuerpo o de sus procesos mentales.

Una persona con un trastorno de despersonalización generalmente se siente como si fuera un observador de su propia vida. Puede sentirse ella misma y sentir al mundo como irreales y en un sueño.

La despersonalización puede ser un síntoma de otros trastornos psiquiátricos. De hecho, la despersonalización es el tercer síntoma psiquiátrico más frecuente (después de la ansiedad y de la depresión) y a menudo ocurre tras experimentar el individuo una situación con peligro de muerte como un accidente, un asalto o una lesión o enfermedad grave. Entendido como un trastorno aislado, el trastorno de despersonalización no ha sido estudiado ampliamente y sus causas e incidencia son desconocidas.

Síntomas y diagnóstico

La persona con despersonalización tiene una percepción distorsionada de su identidad, cuerpo y vida, lo que la incomoda. A menudo los síntomas son temporales y aparecen al mismo tiempo que los síntomas de ansiedad, pánico o miedo (fobia). Sin embargo, los síntomas pueden durar o reaparecer durante muchos años. Las personas con este trastorno tienen con frecuencia una gran dificultad para describir sus síntomas y pueden temer o creer que se están trastornando mentalmente.

La despersonalización puede resultar una molestia menor o pasajera con pocos efectos evidentes sobre el comportamiento. Algunas personas se pueden ajustar al trastorno de despersonalización o incluso bloquear su impacto. Otras están continuamente inmersas en una ansiedad acerca de su estado mental, temerosas de volverse locas o rumiando las percepciones distorsionadas de su cuerpo y su sentido de alejamiento de sí mismas y del mundo. La angustia mental les impide concentrarse en el trabajo o en las rutinas de la vida diaria y pueden volverse inválidas.

El diagnóstico de despersonalización se basa en sus síntomas. El médico explora a la persona para descartar una enfermedad orgánica (como un trastorno epiléptico), abuso de drogas y la posibilidad de otro trastorno psiquiátrico. Los procedimientos de entrevista especializada pueden ayudar al médico a reconocer el problema.

Tratamiento y pronóstico

La sensación de despersonalización a menudo desaparece con el tratamiento. Éste se justifica sólo si la situación persiste, reaparece o causa sufrimiento. Han resultado eficaces la psicoterapia psicodinámica, la terapia conductual y la hipnosis pero no existe un único tipo de tratamiento que sea eficaz para todas las personas con un trastorno de despersonalización. Los tranquilizantes y los antidepresivos pueden ayudar a algunas personas. La despersonalización a menudo se asocia a otros trastornos mentales que necesitarán ser tratados o es desencadenada por ellos. Se debe tener en cuenta cualquier tipo de estrés relacionado con el comienzo (instalación) del trastorno de despersonalización.

Generalmente se consigue algún grado de alivio. La recuperación completa es posible para muchas personas, especialmente para aquellas cuyos síntomas ocurren en conexión con cualquier estrés que pueda identificado durante el tratamiento. Un gran número de personas con un trastorno de despersonalización no responde bien al tratamiento, aunque pueden mejorar gradual y espontáneamente.

Neurosis


La neurosis: enfermedad social

¿POR QUÉ HABLAR DE LA NEUROSIS?

El propósito de este escrito es tratar a la neurosis, conocida enfermedad emocional, como un fenómeno social de gran trascendencia, la cual no ha sido canalizada todavía por las instituciones que se encargan de los problemas de salud pública. En primer lugar, mi interés por hablar de la neurosis es recalcar que ésta no es solo una enfermedad exclusiva de un puñado de personas desafortunadas, sino que cada vez es mayor el número de personas afectadas por este padecimiento; por otro lado, los síntomas de la neurosis son tan sutiles que la mayoría de las veces no nos damos cuenta de que la padecemos.

También es cierto que cuando un individuo llega a la aceptación de que es neurótico - lo cual no es un camino fácil, como veremos después - se ve envuelto en una serie de conflictos para buscar ayuda y comenzar una terapia; el primero de estos conflictos es quizá el miedo a la estigmatización que la sociedad hace a las personas que recurren a psicólogos o algún otro tipo de ayuda. Algunas instituciones como Neuróticos Anónimos tienen en el anonimato uno de sus preceptos básicos por las razones antes expuestas. Hay otro tipo de instituciones que son privadas y costosas en donde también se mantiene en secreto la identidad de los pacientes.

Puede considerase a la neurosis como un primer aviso de que la persona sufre alteraciones en su conducta que pueden ser graves o, incluso, que pueden afectar a los demás; es ahí donde la neurosis tiene que ser analizada como una enfermedad de carácter social, pues ya no se trata de un pequeño grupo de personas "afectadas", sino de una comunidad, una ciudad o un país entero sufriendo las consecuencias de tan devastadora enfermedad.

En la literatura psicológica - al igual que en la sociológica - nos encontramos con que hay tantas definiciones de enfermedad y de salud mental casi como autores. Vamos a comenzar analizando diferentes definiciones de enfermedad y salud mental, continuando con las causas, los mecanismos y las consecuencias de la neurosis, así como un breve relato de cómo han ido evolucionando los conceptos de enfermedad y salud mental. Finalizaremos nuestra investigación hablando de algunas terapias para las personas neuróticas - aunque de manera muy somera, pues no estamos haciendo un tratado de psicología - y de cómo funcionan en el individuo, acompañadas con un pequeño pero conciso análisis.

"SOY UN ENFERMO NEUROTICO, EMOCIONAL Y MENTAL"

Cuando uno asiste a alguna reunión de algún grupo de Neuróticos Anónimos por primera vez, queda quizá la confusión de los términos que ahí se manejan. Por ejemplo, algunos dicen que son enfermos neuróticos, otros más, que son enfermos mentales, aunque la mayoría se confiesa un enfermo emocional. ¿Qué es pues la enfermedad emocional, mental y la neurosis? Vamos primero a definir a la salud y enfermedad mental.

Freud fue uno de los primeros en definir a la "conducta normal"(1), término que podríamos considerar como salud mental, si se nos permite actualizar sus palabras; para él, la salud mental consistía en una participación consciente y activa del individuo en cuanto a que acepta la realidad que lo rodea, sin negarla como en el caso del neurótico además de que el individuo sano mentalmente es capaz de transformar su entorno objetivamente y no en su imaginación.

Por otro lado, podemos encontrar en las nuevas corrientes de la psicología diferentes criterios para definir lo que es enfermedad y salud mental; algunos de ellos son la inadecuación cultural, el malestar subjetivo, la deficiencia psicológica, el criterio estadístico y el criterio normativo, entre otros.

La inadecuación cultural retoma estudios antropológicos que demuestran que nuestro concepto de normalidad en otra persona depende de valores y tradiciones de la cultura en que estemos inmersos, es decir, los valores de la cultura X pueden ser malos para la cultura Y  viceversa; es por eso que un individuo de la cultura X no podrá sentirse "adecuado" estando dentro de la cultura Y. Un ejemplo claro es el siguiente : en Argelia las mujeres llevan velos y van totalmente cubiertas al salir a la calle, ahora imaginemos a una sueca obligada a vivir en esta cultura ; es obvio que la sueca va a revelarse a esta costumbre, pero no podemos considerarla neurótica o loca por este simple hecho. Por lo tanto, la inadecuación cultural no puede tomarse como un criterio absoluto para definir a la salud o enfermedad mental.

El malestar subjetivo se utiliza para designar las emociones o experiencias internas que siente una persona, pero que los demás no pueden observar directamente. Podría considerarse como un criterio más cierto, pero algunas personas con desequilibrios mentales graves niegan sentir algún tipo de malestar emocional al cometer asesinatos, violaciones, etc. Por esto es que tampoco podemos considerarlo válido .

La deficiencia psicológica se refiere a las conductas que el individuo externa; un estudiante brillante que de pronto comienza a bajar sus calificaciones, un profesionista exitoso de repentinamente fracasa o una persona alegre que comienza a ser retraída y taciturna, son ejemplos de deficiencia psicológica, la cual no les permite desenvolverse en sus respectivos roles como ellos quisieran.

El criterio estadístico considera la relatividad de los conceptos de enfermedad y salud mental. Este criterio surge - al igual que el de inadecuación cultural - de los estudios en antropología cultural sobre los diferentes pueblos, costumbres y estilos de vida de la humanidad. Siguiendo la línea de pensamiento del criterio estadístico, la persona sana es la que se encuentra adaptada a la cultura de la sociedad en donde vive, a diferencia de aquella que no se adapta y se revela contra lo establecido. En este punto hay un debate acerca de lo que debe considerarse salud y enfermedad mental, pues algunos autores ponen en duda si la adaptación del grueso de la sociedad a la cultura que muchas veces les es impuesta no raya en la enajenación, pues hay personas que aceptan de buen grado las normas que existen en su comunidad, pero a pesar de eso, sufren inhibiciones, ansiedad y son infelices no obstante que su conducta externa corresponde a la cultura en la que viven.

El criterio normativo se refiere a analizar el comportamiento del individuo dentro de un conjunto de normas, llámense estas morales, éticas, religiosas o jurídicas. La salud o enfermedad mental dependerá de que el individuo se conduzca dentro de ellas o no, respectivamente. Es este el criterio más débil e inadecuado que existe pues las normas pertenecientes a una cultura determinada - morales, éticas, religiosas y jurídicas - están en constante cambio, no son estáticas

Como hemos visto, quizá ninguno de los criterios anteriores pueda ser suficiente por sí mismo para dar una definición precisa. Barclay Martín nos da una definición que nos podría parecer más acertada: "En resumen, podemos afirmar que la mayoría de las formas de conducta anormal son inadecuadas desde un punto de vista cultural, que se acompañan de malestar subjetivo y reflejan una deficiencia psicológica, una disminución de la gama de respuestas que hace difícil enfrentarse a las exigencias y tensiones de la vida". Como observamos, Martín utiliza la conjunción de los tres primeros criterios analizados.

Una fuente que es importante citar es la de la Organización Mundial de la Salud, la cual nos dice que la salud mental es el estado completo de bienestar físico, mental y social, y no solo la ausencia de enfermedad. Esta definición se nos antoja muy vaga, porque tal vez el individuo neurótico crea que encaja aquí a la perfección al no sentir ningún malestar físico, mental ni social - recuérdese lo hablado en el criterio de malestar subjetivo -.

Considerando que alguna vez hemos tenido la necesidad de saber qué significa exactamente el término neurosis, quizá podamos consultar un diccionario o una enciclopedia con la intención de salir de dudas. Las siguientes definiciones provienen de dos conocidas publicaciones: la enciclopedia Grolier y el diccionario Larousse. En Grolier encontramos que "en la teoría psicoanalítica clásica, la neurosis es una clase de desorden caracterizado por patrones de pensamiento, sentimientos y actos inadaptados...". El dicccionario Larousse nos dice del término neurosis que es una "enfermedad caracterizada por trastornos nerviosos sin lesiones orgánicas y por trastornos psíquicos de los cuales el enfermo es consciente". Tales son los conceptos que podemos consultar en publicaciones no especializadas. Pero si nos vamos a leer literatura específica - como la anterior - nos vamos a dar cuenta de que no es tan fácil encontrar una definición de quienes sí son neuróticos y quienes no (recuérdense los diferentes criterios para definir la enfermedad y la salud mental) En la literatura de N.A. (Neuróticos Anónimos) encontramos todo lo anterior: tanto definiciones de la enfermedad como criterios para saber quién la padece y quién no.

N.A. produce literatura para que los miembros de sus grupos dispongan de este material y puedan enterarse de qué es la enfermedad emocional, por qué están enfermos y cómo curarse. Parece muy simple así como lo relatamos, pero no lo es. Más adelante veremos cómo funciona esta agrupación en el individuo que reconoce ser neurótico. Lo que ahora nos interesa es conocer la definición que N.A. tiene de la enfermedad y salud mental. Ellos llaman enfermedad emocional y mental al padecimiento que aqueja a los neuróticos; la enfermedad emocional es a su vez una enfermedad espiritual y afirman que lo que tienen enfermo es el espíritu porque no hay síntomas de malestar ni en el cuerpo ni en la mente pues han sido capaces de desempeñar su trabajo y actividades cotidianas si tenían la obligación de hacerlo.

Además, al decir que la enfermedad emocional es espiritual no se refieren a algo místico e inexplicable porque el espíritu de una persona es entendido como "la suma de sus emociones, pensamientos, actitudes, creencias, sentimientos y todo lo que haga actuar - al enfermo - del modo en que él lo hace". Por otro lado, afirman que la enfermedad emocional está dentro de la persona que la padece y no debido a causas externas pues es la actitud que toma una persona ante la vida lo que acusa la enfermedad o la salud mental. N.A. cuenta con un "autodiagnóstico" para que la persona que se acerca por primera vez al grupo lo conteste y sepa si es un neurótico o una persona sana. Este autodiagnóstico consiste en una serie de preguntas que la persona debe de contestar en absoluta soledad y con la mayor sinceridad posible; así, nadie le va a decir si es un enfermo emocional o no porque no hay ningún profesional en estas agrupaciones que este ahí con ese propósito; si acude alguna vez a un grupo de anónimos, usted tendrá la última palabra.

Como pudimos ver, la mayoría de las veces no se establece una diferencia precisa al hablar de enfermedad mental, enfermedad emocional y neurosis. Casi todos los autores contemporáneos las toman como sinónimos y, creo que en correspondencia y para fines de un mejor entendimiento, nosotros debemos hacer lo mismo.

ESPACIO Y TIEMPO DE LA ENFERMEDAD MENTAL

La enfermedad mental siempre ha existido en todo el mundo y en todas las épocas, aunque con sus variantes en cuanto a conceptos y definiciones. En algunos escritos de la antigüedad se leen algunas descripciones de ataques convulsivos (epilepsia), estados hiperactivos y de excitación (manías), reacciones de tristeza (depresión), graves perturbaciones del pensamiento (esquizofrenia), temores infundados (fobias). Las personas que vivían en estas épocas, en una cultura muy distinta a la nuestra y con otra manera de raciocinio, encontraron en la posesión diabólica la explicación a todo este tipo de fenómenos. Hace aproximadamente 6000 años, se cree que se practicaba la trepanación del cráneo con el propósito de expulsar por ahí a los demonios y liberar a la persona de la posesión; en este procedimiento se utilizaban instrumentos de piedra para abrir un agujero grande en el cráneo para expulsar a los espíritus malignos.

Es hasta la cultura griega en que se trata de encontrar una explicación más real de la enfermedad mental; el médico griego Hipócrates (460-377 a. C.) fue el primero en proponer una explicación naturalista pues al referirse a la epilepsia dijo: "Creo que de ninguna manera tiene un origen divino ni sagrado, sino que procede de una causa natural...si abren el cráneo del enfermo, verán que el cerebro se encuentra húmedo, lleno de sudor y que despide mal olor. Esto demuestra que no es un Dios quien daña el cuerpo, sino la enfermedad." Los médicos griegos y romanos como Asclepiadeo, Areteo y Galeno continuaron esta tradición naturalista hasta antes de 200 a. C. época en que las teorías demonológicas cobraron una nueva fuerza.

Durante la Edad Media sucedieron toda una serie de fenómenos inexplicables, pues se tienen datos de que aproximadamente en el año de 1374 la gente comenzó a practicar una especie de danza frenética que en Italia fue llamada tarantismo (pues se creía que era debido a una mordedura de tarántula), y en otras partes de Europa se conoció como el Baile de San Vito, porque en 1518 los danzantes fueron enviados a la capilla de San Vito para implorar la curación. La danza, que se fue convirtiendo en un ritual, consistía en un número grande danzantes (pertenecientes a las clases populares) que utilizaban guirnaldas en la cabeza, se fajaban ropa o toallas o iban semidesnudos y bailaban sin parar hasta que poco a poco caían en éxtasis y se arrojaban violentamente al suelo sufriendo convulsiones y sacudidas hasta quedar inconscientes.

También durante esta época, los médicos que trataban a pacientes con enfermedades mentales combinaban algunas ideas tradicionales, doctrinas de la cultura grecorromana, de la astrología, de la alquimia y plegarias de su época para curarlos. El exorcismo (palabra derivada del griego que significa expulsión) surgió al principio como una ceremonia sencilla para curar a las personas "poseídas". Pero al finalizar el siglo XV, se despertó una persecución implacable a las brujas pues se temía que cada vez más gente practicara ritos diabólicos. Esta tendencia continuó por lo siguientes 200 años. Los ritos y maniobras con que los médicos y clérigos expulsaban a los demonios fueron adquiriendo cada vez más complejidad. Estaba permitida la flagelación, inanición, inmersión en agua hirviendo entre otros métodos.

En un principio, se hacía una diferencia entre la persona poseída en contra de su voluntad y aquella que practicaba los ritos satánicos por gusto, pero con el tiempo esta distinción desapareció y se perseguía a toda persona que mostrara una conducta un tanto extraña o extravagante. De ahí el origen de tribunales como el de la Santa Inquisición.

Johann Weyer (1515-1588) captó las causas naturales de algunas psicopatías que en su época eran consideradas "cosas del demonio". Su método consistía en una observación clínica, sin ningún influjo de superstición y un respeto al ser humano. En su opinión, muchas de las llamadas brujas, no eran más que víctimas de trastornos mentales que necesitaban atención y tratamiento médico.

Otro personaje que habló abiertamente sobre la falsedad de la demonología fue Reginald Scott (1538-1599), quien expuso las falsedades que encerraban la hechicería y la demonología en su libro "The discovery of Witchcraft" que se publicó en 1584. En ese escrito negó que los demonios fueran los causantes de las enfermedades mentales.

Las primeras instituciones dedicadas a la atención de los enfermos mentales fueron llamadas asilos y nacieron casi todas en los monasterios; en un principio los asilos eran lugares en donde los enfermos mentales encontraban alimento, techo y atención esmerada, pero con el tiempo degeneraron para convertirse en almacenes enfermos, sobre poblados, ruidosos y sin higiene. Algunos de ellos fueron el Hospital Bethlehem en Inglaterra (1547) y la Torre de Lunáticos en Viena (1784)

Entre los siglos XVIII y XIX empiezan a surgir una serie de figuras del mundo de la medicina que sentarían las bases de la moderna investigación psiquiátrica. Philippe Pinel fundó un hospital para dementes en 1792, llamado La Bicetrê en París. Su terapia consistió en quitar las cadenas a los enfermos y tratarlos con bondad y respeto. Algunos de estos pacientes abandonaron el hospital pues fueron sanados con sus métodos. Pinel aportó lo que llamamos registros sistemáticos, pues acostumbraba a entrevistar a sus pacientes tomando notas de estas conversaciones y de todo lo que se relacionara.

Hacia mediados del siglo XIX, aparecen algunos médicos convencidos de que las enfermedades mentales tienen una causa orgánica. Esta corriente fue enfocada hacia lo orgánico. Wilhelm Griesinger (1817-1868) afirmó que las enfermedades mentales se debían a lesiones subyacentes en el cerebro. El psiquiatra francés Morel (1809-1873) postuló que éstas son consecuencia de un deterioro cerebral que a su vez es causado por una debilidad nerviosa hereditaria. Emil Kraepelin (1855-1926) proporcionó un sistema taxonómico que aún está vigente en la psiquiatría actual; Kraepelin buscó a individuos con síntomas particulares, aquellos cuya enfermedad tuviera un inicio, curso y resultados similares.

Después combinó los patrones de síntomas en dos grandes grupos: psicosis maniaco-depresiva y demencia precoz. Tiempo después incluyó una tercera categoría, la paranoia. Su obra fue importante debido a que permitió estudiar las causas y el tratamiento de la enfermedad mental en forma más racional. Con el tiempo, algunos médicos comenzaron a investigar las causas de las parálisis y descubrieron que algunas bacterias encontradas en el cerebro de los enfermos eran las causantes. Con este argumento, los médicos que apoyaban que las enfermedades mentales eran de origen orgánico creyeron haber descubierto la verdad. Ahora era solo cuestión de esperara a encontrar a las demás bacterias que causaban las psicopatías.

En la época moderna encontramos los primeros intentos por darle una explicación psicológica a la enfermedad mental. Anton Mesmer (1734-1815) estaba convencido de que los astros influían en la conducta de las personas y de que el flujo magnético llenaba al universo. Cuando una persona pierde el nivel adecuado de este líquido, aparecen los síntomas físicos. Expulsado de Viena por sus prácticas de la medicina, se establece en París, en donde hace una numerosa clientela. Su método de curación consistía en reunir a los pacientes en su consultorio en el cual había una enorme bañera que se hallaba cubierta con cristal y rellenos de hierro de los que salían varillas que se aplicaban en las zonas enfermas del cuerpo del paciente. La atmósfera que recreaba en sus sesiones causaba una honda impresión en sus pacientes por el aire de misticismo que ahí reinaba. Muchos de ellos salían de sus consultas realmente aliviados de sus dolores y sufrimientos. En 1784, un comité de hombres de ciencia y políticos (entre ellos Franklin, Guillotin, Lavoisier) tuvieron por encargo investigar los métodos de Mesmer ; llegaron a la conclusión de que era un charlatán. Mesmer cayó en el descrédito y tuvo que abandonar París. Pero de todo esto hay algo que es interesante observar: el hecho de que algunos síntomas orgánicos fueron eliminados mediante la imaginación. Fue debido a esto que sus técnicas despertaron interés y polémica y mesmerismo se convirtió en una palabra para designar los procedimientos con que se inducen trances y otros estados de alteración de la conciencia. Pasado el tiempo, los fenómenos anteriores fueron conocidos como hipnosis.

Charcot (1825-1893) era un distinguido neurólogo francés; empezó a interesarse en la naturaleza de la histeria y a hacer estudios detallados. El observó varias formas en que los síntomas histéricos tendían a distinguirse de otros análogos, resultantes de causas orgánicas obvias. Aunque en un principio se había inclinado a pensar que los padecimientos físicos de los enfermos mentales debían tener una causa orgánica, abandonó estas posturas al observar pacientes completamente sanos pero incapaces de efectuar actividades normales. Charcot efectuó demostraciones en donde hipnotizaba a pacientes histéricos

Suprimiendo los síntomas que éstos sufrían. Así, la opinión de que los factores psíquicos intervienen en la creación de algunos síntomas orgánicos fue ganando más aceptación a finales del siglo XIX.

Un joven estudiante proveniente de Viena pasó el año de 1885-1886 en el hospital de Charcot observando sus métodos de investigación, su nombre era Sigmund Freud.

EL ORIGEN, LA ETIOLOGIA Y LOS MECANISMOS.

Dejamos nuestro recorrido anterior en Freud, por considerar que de él en adelante, la psicología se divide en diferentes corrientes que serán tema de nuestro análisis. En este apartado, vamos a analizar el origen y las causas de la neurosis; no pretendemos ahondar en el tema, sino tratar de dar una explicación de cómo un individuo puede ir desarrollando la enfermedad, hasta convertirse en una persona con graves problemas de conducta.

Encontramos en Freud que la neurosis es el resultado de un conflicto entre el individuo y su medio, conflicto que nace a consecuencia de una negación en la persona atender una poderosa tendencia dominante que existe dentro de ella misma y procurarle una descarga. En la teoría de Freud, los síntomas neuróticos resultan de la interacción entre los impulsos instintivos que luchan por manifestarse y las estrategias defensivas. La persona se defiende por medio de mecanismos de represión sin ningún resultado. Por otro lado, Freud nos dice también que la etiología común de la enfermedad mental es siempre la frustración, el incumplimiento de deseos infantiles, jamás dominados y que se arraigaron hondamente en la mente del enfermo. La neurosis extrae del mundo de la imaginación y de la fantasía el material necesario para sus productos, hallándolos por medio de la represión a épocas reales anteriores y más satisfactorias. El mecanismo que se activa en la neurosis, según Freud, es no solo una pérdida de la realidad, sino una sustitución de ella. En consecuencia, la neurosis es una expresión de la rebeldía contra el mundo exterior, una incapacidad para adaptarse a la realidad.

Otro enfoque clásico pero distinto de Freud, nos lo da Karen Horney. En ella no encontramos precisamente una definición de la neurosis, sino una serie de situaciones que la causan, pues para Horney, la mayoría de los trastornos neuróticos provienen de una ansiedad que el individuo trae consigo desde la niñez. El niño siente hostilidad hacia sus padres por las órdenes que estos le imponen, las cuales le causan profundas frustraciones. El problema comienza cuando estos sentimientos hostiles son muy intensos pues el niño se alejará de sus padres quedándose sin el amor y las atenciones que necesita. El niño así afectado continúa creciendo de esta manera hasta llegar a ser un adulto que recurrirá a todo tipo de mecanismos de defensa para no sentirse desamparado y sin afecto.

Para Fromm, el enfermo neurótico es aquel individuo que no se deja someter, que no estuvo dispuesto a perder su identidad en aras de la adaptación y de la "normalidad" dentro de la sociedad. Resulta entonces que el neurótico, no pudiendo ir en contra de la corriente de la sociedad, se retrae y refugia en la enfermedad, en la neurosis.

Otro punto de vista que es imprescindible considerar es el de Foucault. Para él, la neurosis se desarrolla en el individuo que vive en cierto medio y que posee ciertas características psicológicas. No todos los individuos de una misma comunidad son neuróticos pues existen ciertas condiciones sociales en el medio en donde viven que los hacen más vulnerables a sufrir la enfermedad.

Desde el punto de vista de algunos autores contemporáneos, la neurosis tiene su origen en las desigualdades de clase o en la sociedad tan tecnificada que estamos viviendo. Vamos a analizar algunas de estas propuestas para terminar esta sección.

Guisnberg es un autor argentino que nos dice que las causas de la neurosis deben ser buscadas en los factores sociales como son trabajo, status, clase, entre otros. Es lógico que personas con diferentes ocupaciones y estilos de vida desarrollen psicopatías diferentes. Entonces, para él, el origen de la neurosis se da no en el interior del individuo, sino en el rol social que desempeña, es decir, las angustias de un empresario serán muy diferentes que las de un obrero, sin despreciar las tendencias biológicas y psicológicas de cada persona. En Guinsberg también encontramos un concepto que es interesante de analizar: la alienación. Él nos explica que "en el proceso de alienación se producen efectos que son: aislamiento, comunicación interpersonal dificultosa (y en muchos casos mediante intermediarios), vaciedad, frustración, reducción de sus potencialidades a las de simple instrumento de engranajes desconocidos.".

 Si sabemos que alienación significa lo mismo que enajenación (término más conocido), podemos entender mejor lo que Guinsberg nos dice. La alienación debe ser entendida pues, como la pérdida de la personalidad del individuo y causante de la enfermedad mental.

Aramoni es el nombre de otro de los autores que tienen una perspectiva diferente de la enfermedad mental. En él, podemos encontrar que la enfermedad psíquica aparece como producto de la cultura. "La soledad, la angustia, la depresión, la enajenación y la muerte están más cerca de la cultura y la socialización humana que de la biología". Aramoni nos describe un panorama poco agradable del medio en el que estamos inmersos y en el cual vivimos; para él, la enfermedad mental es producto del ambiente hostil y deshumanizado en que nos toco vivir.

Para hablarnos de neurosis, Aramoni comienza describiéndonos la primera de las características que se presentan en un neurótico: la depresión. Para él, la depresión siempre lleva el elemento de lo mortal pues "en toda depresión, por ligera que sea, aparece la solución de lo mortecino, lo fúnebre, la posibilidad de morir". Aramoni distingue entre dos tipos de depresiones: las exógenas y las endógenas. En las primeras es todo lo que rodea al individuo (como los acontecimientos históricos, la influencia cultural, la situación económico-social, etc.) lo que influye en su comportamiento y provoca la salud o enfermedad mental; en las segundas, el medio o el entorno no tienen ninguna relación con la conducta del individuo pues se presume alguna deficiencia biológica. También encontramos en sus textos una descripción de la conducta del neurótico : "...en la neurosis se sabe lo que hay que hacer, cuándo hacerlo, cómo hacerlo, por qué hacerlo, pero no se hace, y que, por otra parte, el mismo hecho de no hacerlo ocasiona o determina una reacción desagradable, molesta, de frustración, de inadecuación." .

Por último, un aspecto que Aramino considera también dentro de las causas de la neurosis es el ámbito familiar. El adulto (padre de familia) siempre actúa como si supiera todo e ignorara nada. El menor (el hijo) es impotente ante los argumentos que el adulto le da como única explicación de un hecho determinado. Esta conducta de autoritarismo por parte de los padres tiene un origen cultural que se remonta a épocas del patriarcado. Por otro lado, también existe el lado opuesto; el dejar que el niño conozca y aprenda por sí mismo, sin vigilancia de los padres. Al lastimarse o hacerse daño con algo que el niño ignoraba, la autoridad paterna le dirá que ellos son los que siempre tienen razón, y que él, en su condición de menor, debe obedecerlos. El empleo de tales métodos educativos "pueden cristalizarlo (al menor) y petrificarlo para toda la existencia. Si esto resulta de tal modo grave, mutilante y limitativo, se podrá comprender por qué un individuo puede deprimirse, arruinar su vida y, por supuesto, ser capaz de enloquecer, de convertirse en un psicópata o bien de suicidarse" .

Para concluir veremos lo que nos dice la literatura de N.A. acerca de la etiología de la enfermedad mental. Para ello vamos a referirnos precisamente a un libro que trata la etiología de la enfermedad y a otro que habla de las leyes de la enfermedad emocional.

En el libro "Las leyes de la enfermedad mental y emocional" se distingue entre dos tipos de causas: la causa remota y la causa inmediata. La causa remota ocurrió en la niñez del enfermo y estableció un patrón de conducta que empeoró a medida que fue creciendo. Cuando el adulto enfermo alcanza un cierto nivel de malestar, no es ya la causa remota lo que está actuando sino la causa inmediata. La causa inmediata son los sentimientos negativos actuales que el individuo lleva consigo como el odio, resentimiento, compasión, miedo.

El libro "La etiología de la enfermedad y de la salud mental y emocional" es una recopilación de los folletos de "La Salud Mental" publicados desde 1968. Estos folletos son la base de la literatura de Neuróticos Anónimos. En esta recopilación en particular podemos encontrar con detalle las causas de la enfermedad mental y emocional (en el caso que nos atañe, de la neurosis). Encontramos que la principal causa de la enfermedad es el egoísmo innato que existe en el individuo el cual le impide amar a sus semejantes. Según esta teoría, el ser humano comienza a ser egoísta desde el mismo momento en que es concebido; dentro de la matriz no le hace falta nada pues todo lo que necesita le es proporcionado. A medida que va creciendo, va explorando el medio en donde se encuentra, hasta que su tamaño le impide moverse con más libertad; es entonces que comienza a sentir la frustración, el miedo, la ira, y todo tipo de sentimientos negativos. Un tiempo antes del nacimiento, el feto se encuentra de cabeza, preparado para el trabajo de parto. Es entonces cuando las emociones negativas de las que hablábamos le acompañan con mayor frecuencia. Una vez fuera de la matriz, el nuevo ser es sumamente egoísta porque necesita serlo para asegurar su supervivencia. Pero es justamente en este momento cuando se marca una diferencia en el carácter y conducta de un individuo, pues "ya sea que aprenda que sus necesidades pueden ser satisfechas a través del amor, o que aprenda que estas pueden ser satisfechas a través del egoísmo (28). Así pues, según la literatura de N.A., una persona es siempre egoísta y la única diferencia entre la que enferma y la que se mantiene sana es el aprender a amar. Un hecho que es interesante recalcar es que este folleto de La Salud Mental y toda la literatura de N.A. está escrita por miembros activos de esta institución. Es por eso que encontramos frases como "Somos personas que hemos padecido de la enfermedad mental y emocional y nos hemos recuperado, así es que podemos hablarles de los lados de la moneda" (29).

En otra sección del citado libro, se enumeran una serie de características de la enfermedad emocional de las que es conveniente transcribir algunas y comentarlas:

1.- La enfermedad mental y emocional es una enfermedad.

2.- La enfermedad mental y emocional es curable.

3.- Esta enfermedad puede ser y es padecida por personas de todas las clases sociales, sin importar su edad, educación, posición social y económica.

4.- Esta es una enfermedad que puede llegar a incapacitar.

5.- La enfermedad mental y emocional es una enfermedad espiritual (9*).

6.- Esta enfermedad es causada por el egoísmo innato y su consecuente incapacidad de amar.

8.- La persona enferma no intenta hacer lo que hace. Ella está enferma y es dominada por las emociones compulsivas que no puede controlar.

9.- La enfermedad y sus manifestaciones son verdaderamente dolorosas y casi intolerables. La persona realmente sufre un infierno. Esta enfermedad bien pudiera ser la experiencia más dolorosa que un ser humano puede experimentar.

10.- No es LOCURA (Excepto para términos legales; los psiquiatras, médicos y psicólogos no aceptan este concepto). Las personas mental y emocionalmente enfermas saben lo que están haciendo, pero no pueden evitarlo debido a las emociones descontroladas.

11.- La persona enferma es a la autor de su propia enfermedad; aunque ella no la escogió. No es su culpa si la enfermedad le comenzó, pero una vez la tiene, ella contribuye a estar enferma y empeorar.

14.- La persona enferma no quiere estar enferma; lo que sucede es que no conoce otra forma de vivir, ser o actuar.

16.- La persona se enferma debido a sus defectos de carácter tales como : ira, resentimiento, odio, culpar a otros, autocompasión, preocupación por sí misma, rebelión, venganza, envidia, desconfianza, pesimismo, crítica, falta de amor y preocupación por otros, y otras emociones negativas similares.

17.- A menudo la persona enferma es un fastidio y cuesta mucho trabajo estar cerca de ella. Puede dañar a todas las personas con las que se relaciona, pero ella está enferma y sin ayuda no podrá evitar actuar como lo hace.

20.- Esta enfermedad se caracteriza por síntomas dolorosos tales como: depresión, culpa, ansiedad, odio hacia uno mismo, remordimiento y otras emociones tormentosas.

22.- La persona mental y emocionalmente enferma, aunque no es una persona amorosa cuando esta en las garras de la enfermedad, necesita de amor, comprensión y ayuda. No mimos e indulgencia.

23.- Hay grados en la enfermedad mental y emocional: de leve a grave.

24.- La persona mentalmente enferma es capaz de acciones violentas cuando está perturbada por la enfermedad.

25.- Esta enfermedad no interfiere en la vida cotidiana de la persona enferma, su trabajo, relaciones con otros, y todas las otras actividades que realiza.

26.- La enfermedad es progresiva y fatal si no se somete a tratamiento.

Como hemos visto, para N.A., la enfermedad mental y emocional reside exclusivamente en la mente del individuo. No existe ninguna causa externa, pues es la persona y su incapacidad de amar lo que la lleva a sufrir esta enfermedad. La edad, el sexo, la clase social o la actividad que la persona desempeñe no son condicionantes de la enfermedad emocional. Como veíamos en Aramoni, N.A. también dice que en todo momento la persona es consciente de todo lo que pasa sin poder evitarlo, pero en N.A. encontramos que aun con todo y que el enfermo es consciente, puede tener momentos de violencia (núm. 24) y perder el control.

Observamos en las anteriores características que los sentimientos tales como la ira, el rencor, el resentimiento, los celos, la conmiseración, el miedo, entre otros, siempre acompañan a la enfermedad mental y emocional y son sus síntomas más representativos. En las próximas secciones vamos a analizar lo que se refiere a la cura y la terapia de la enfermedad emocional y mental.

¿CÓMO ACTÚA UN ENFERMO EMOCIONAL?

Las respuestas pueden ser variadas ya que dependiendo del grado de avance de la enfermedad en el individuo, éste tendrá un comportamiento distinto. La primeras reacciones de la enfermedad pueden comenzar desde la infancia. Un niño que muestre diferencias muy marcadas de conducta con respecto a los demás puede ser (o de hecho, es) un buen candidato para desarrollar una enfermedad mental y emocional en la adultez, como la neurosis. Cuando la enfermedad mental se manifiesta en la infancia, esta puede presentar muchas variantes como son la fobia a la escuela, la hiperactividad, el tartamudeo, la anorexia nerviosa y, en casos más severos, el autismo. El adulto o el adolescente neurótico mostrarán toda una gama de conductas que pueden ir desde la depresión, las adicciones (fármaco de pendencia), las compulsiones, las acciones criminales e ilegales, el radicalismo y el suicidio. No es nuestro propósito analizar todas y cada una de éstas, pues eso nos daría material para otro escrito, pero si mencionar algunas de las más importantes para nuestro análisis: las adicciones, el radicalismo y el suicidio.

A las adicciones las podemos dividir en drogadicción, alcoholismo, comer en exceso, tabaquismo, adicción a la adrenalina, adicción al café, adicción a los calmantes, entre otras. Nuestro tema gira alrededor de la neurosis, enfermedad emocional y mental que afecta a nuestra conducta y se manifiesta por el comportamiento que el neurótico tiene en la sociedad ; pero, aunque podemos decir que el neurótico es adicto a la adrenalina, observamos que los enfermos de alcoholismo, de tabaquismo, adictos a las drogas, etc. tienen patrones de conducta similares a los del neurótico : sufren de ansiedad, de miedos, de sentimientos de culpa, de complejos no superados, de falta de cariño. Estas carencias las desahogan o sustituyen adquiriendo alguna de las adicciones antes mencionadas. En casi todos los grupos de anónimos (llámense estos neuróticos, alcohólicos, comedores compulsivos, etc.) existe la misma problemática en sus miembros; son personas con conflictos en el trabajo, en el hogar, con sus amistades. Casi podríamos decir que todos ellos son, antes que nada, neuróticos, solo que la enfermedad se ha manifestado de un modo diferente en cada uno de ellos, haciéndolos dependientes ya sea del alcohol, de la adrenalina, del tabaco, de las drogas, etc. Si agrupáramos a todas estas personas que sufren de diferentes manifestaciones de dependencia, podríamos darnos cuenta de la gravedad de la neurosis y quizá, estaríamos más alertas de nosotros mismos.

En cuanto al comportamiento radical, podemos decir que a los inadaptados sociales (o personas radicales) se los ha considerado desde siempre como "locos" por ir contra el orden establecido. Siguiendo esta línea de pensamiento, las personas como Mozart, Rivera o Siqueiros, por mencionar algunos artistas, o como Galileo, Copérnico o Einstein para mencionar a gente de ciencia, deberían ser consideradas como enfermos mentales, pues su radicalismo cambió y revolucionó a la sociedad. Con respecto a este tópico, algunos autores no están muy de acuerdo en que las personas que son radicales dentro de una cultura determinada tengan que ser necesariamente enfermos emocionales o "locos". Aramoni nos dice en una parte de sus textos: "Los mejores hombres de una sociedad no son necesariamente los obedientes, sumisos y obsecuentes. Algunas veces son los que no se pliegan ante las indicaciones convencionales de un grupo determinado" .

Lo que es más contradictorio aún es que el grueso de la población, gente bien adaptada al orden en el que viven, sienta admiración por estos personajes que no se conformaron con aceptar lo que les imponían como cierto y único y fueron más allá de todos los demás. Si algún día fuese posible coordinar estos deseos de búsqueda con la aprobación del orden establecido, probablemente se dejaría de tachar de locos o de enfermos mentales a estas personas que han sido de los mejores productos de la humanidad.

El suicidio ha sido durante mucho tiempo un tema tabú del que muy pocas personas se atreven a hablar abiertamente. Es rarísimo que alguien nos relate sus intentos de suicidio de la misma manera que nos podría relatar la fractura que sufrió en la pierna o las molestias de un padecimiento hepático; sin embargo, hay gente que ha tenido el valor de aceptarlo y hablar de ello con su terapeuta o en sesiones de grupo.

¿Qué es lo que lleva a una persona a suicidarse? Podemos encontrar un sin número de respuestas tales como "ya no quería seguir sufriendo el abandono de mi pareja", "ya no soportaba la situación económica", "lo hice para vengarme de mi madre", "no quería saber de nada ni de nadie", "lo intenté para saber qué hay después de la vida", "quería unirme a un ser querido", etc. La verdad es que el suicidio no va acompañado necesariamente de una profunda enfermedad mental como lo han demostrados algunos expertos, más bien es una decisión que se toma en un momento de desesperación, cuando se está pasando por una depresión aguda. Recuérdese que al principio de este trabajo revisamos la definición de depresión que nos proporcionó Aramoni.

Por otro lado, se ha demostrado que el suicidio es una de las diez causas principales de fallecimiento en el mundo occidental. En los adolescentes (de entre 15 y 19 años), ocupa el quinto lugar. Pero los más vulnerables ante las depresiones son los universitarios; el índice de suicidios entre ellos es en un 50% mayor que en los jóvenes de la misma edad pero que no son estudiantes.

En N.A., el suicidio es considerado como una manifestación de mal carácter. La persona que se suicida lo hace porque no consiguió las cosas que quería y como las quería. La neurótica hecha mano de todos los recursos que tiene a su alcance para obtener lo que desea; el último de estos es, según N.A., el suicidio.

DEJAR ATRÁS A LA ENFERMEDAD

En este apartado vamos a comentar algunas de las terapias que hay para tratar de curar la neurosis. Vamos a mencionarlas y a hacer un pequeño comentario de éstas, haciendo énfasis en las terapias de grupo, en particular, en las de Neuróticos Anónimos.

En general, la psicoterapia suele definirse como una forma de tratamiento basada en los intercambios verbales o en la intervención psicológica, cuya finalidad es suprimir los síntomas psíquicos. Existen diferentes tipos de terapias, entre las más importantes están la terapia por autocrítica, la terapia Gestalt, la terapia conductual y la terapia de grupos. A continuación vamos a ver qué es cada una de ellas.

Se llama terapia por autocrítica a varios enfoques provenientes del psicoanálisis de Freud que pretenden hacer que el paciente se conozca a si mismo, y descubra el origen de su neurosis y las actitudes que él asume ante su enfermedad. La autocrítica consta de la asociación libre, la transferencia y la interpretación.


La terapia Gestalt está fundamentada en la idea de que las experiencias, percepciones, emociones, deseos e ideas suelen constar de una figura, que es la parte que vemos y de un fondo, que es lo que pensamos.

Las terapias conductuales especifican desde un principio los comportamientos que se van a modificar, y tratan de cambiar los rasgos que ayudan a conservar la conducta indeseable. Dentro de esta terapia hay básicamente tres métodos: desensibilización, saturación y condicionamiento aversivo.

La terapia de grupos tuvo su origen durante la Segunda Guerra Mundial y después de ella. Esto se debió a que no había suficientes profesionales para atender la demanda psiquiátrica que existía en los Estados Unidos y algunos otros países y comenzaron a atender 6 ó 10 pacientes a la vez.

Hay diferentes tipos de grupos; nosotros vamos a ver los grupos de adiestramiento y los de sensibilización y los de encuentro. Los grupos de adiestramiento mejoran las relaciones humanas en personas más o menos "normales". Los grupos de sensibilización tienen como meta aprender a comunicar con sinceridad sus propios sentimientos. Es en este tipo de grupos que las personas que padecen neurosis tienen la esperanza de un tratamiento más efectivo. En los grupos de encuentro, los resultados son menos concluyentes pues las sesiones son más esporádicas, pero se han obtenido buenas experiencias.

Existen diferentes conceptos de lo que es un grupo  y, y de como se define el grupo en términos de la interacción, la percepción, la motivación, las metas y la organización. Pero no vamos a analizar cada de uno de estos conceptos por quedar fuera del propósito de este escrito. De aquí en adelante nos limitaremos a hablar de uno de los grupos más conocidos en cuanto a terapia de la neurosis se refiere: N .A.

Neuróticos Anónimos nació en el año de 1964 en Estados Unidos, cuando a uno de los miembros recuperados de Alcohólicos Anónimos, Grover, utilizó el programa de A.A. para ayudar a una mujer no alcohólica (Ethel) que padecía disturbios emocionales, a encontrar una solución a los mismos. Ethel era una mujer abstemia que siempre estaba temerosa, ansiosa, preocupada, deprimida. Ella había probado un tratamiento con tranquilizantes, pero no resultó, continuaba sintiéndose mal. Grover le aseguró que ella podría aliviar su tensión emocional siguiendo los Doce Pasos Sugeridos adaptados de A .A. Después de practicar estos Doce Pasos, Ethel descubrió sus defectos de carácter y pronto asumió la culpa de sus acciones y sentimientos. Se puede decir que fue en el momento en el que Ethel pidió ayuda cuando Neuróticos Anónimos surgió.

¿Qué son los Doce Pasos Sugeridos? Los Doce Pasos Sugeridos de Alcohólicos Anónimos o de cualquier otro grupo de anónimos (como neuróticos, comedores compulsivos, jugadores, etc.) son una serie de instrucciones a seguir para recuperarse de la enfermedad (alcoholismo, neurosis, etc.). Estos pasos tienen un cierto orden y se deben seguir con formalidad, es decir, debemos estar seguros de que hemos concluido el Paso 1 antes de continuar con el 2. Y debemos hacerlo con absoluta franqueza.

N.A. funciona siguiendo los Doce Pasos y las Doce Tradiciones adaptadas de A .A. En las Doce Tradiciones se habla de como ha de manejarse el grupo, cuáles son los objetivos primordiales del mismo y que conductas deben imperar entre sus miembros.

Para pertenecer a N.A. basta querer dejar de sufrir, querer aliviarse de la neurosis; pero antes que todo esto, es necesario que la persona se considere neurótica, pues de otra manera el grupo no funciona. Se han visto casos de personas que llevan años asistiendo al grupo sin ninguna mejora; es, simplemente que la persona no se ha derrotado, no se ha aceptado como enferma emocional. El aceptar esta derrota es el principio de los Doce Pasos de N.A. y el principio de la cura. En N.A., como en cualquier otro grupo de anónimos, no es necesario pagar cuotas ni honorarios pues el grupo se sostiene con las contribuciones voluntarias de sus miembros. Tampoco es necesario pertenecer a alguna religión específica, pues lo único que se pide en los Doce Pasos es la creencia en lo que consideremos un poder superior, cualquiera que este sea.

¿Que pasa en las reuniones de N.A.? Hablar de la neurosis desde los libros y las clases de psicología es tener una visión miope del asunto. Para saber qué es lo que le ocurre a un neurótico, cómo obtiene su recuperación mediante la terapia de grupo y cómo ayudan los demás miembros, es necesario acudir no a una, sino a varias reuniones de diferentes grupos de N.A. Cuando una persona llega por primera vez, generalmente es invitada por alguno de los miembros de N.A., aunque hay quienes tienen el valor de ir por sí mismos. Inmediatamente toda la atención del grupo es para la persona que se "acerca por primera vez”; esto quiere decir que a partir de ese momento la junta que se está realizando o que está por realizarse se va a dedicar a dar información a la persona nueva. Lo primero que se hace es dar un aplauso de bienvenida y darle información general por parte de los miembros más antiguos del grupo. La junta sigue con el tema que se había seleccionado, pero siempre intercalando la información. Al final, se le ofrece un "autodiagnóstico" que consiste en una serie de preguntas (como ya habíamos señalado), y se le invita al "nuevo" a asistir a más reuniones antes de descartar por completo la posibilidad de esta ayuda. Bueno, cuando hay un miembro nuevo, ¿qué pasa en una reunión común y corriente? Generalmente las sesiones se dividen en dos tipos (aunque hay grupos que lo hacen de otra manera) : las juntas de información y las de curación o catarsis. En las primeras, se hacen dinámicas de preguntas y respuestas acerca de la enfermedad mental, los síntomas, las causas, el desarrollo, etc. Son las personas con más años en el grupo y las más recuperadas las que coordinan este tipo de juntas. En las juntas de curación, se escoge un tema para ir leyéndolo y a la vez, un cierto número de personas levanta la mano para pedir la tribuna. Una vez que la junta inicia, se va intercalando la lectura con las catarsis de las personas que van subiendo una a una a la tribuna. Una vez en la tribuna, la persona comienza a hablar de lo que en ese momento la esté haciendo sufrir; se valen gritos, llantos, golpes sobre la tribuna, mentadas de madre y todo tipo de palabras altisonantes. Se trata de que el enfermo neurótico desfogue todos los sentimientos negativos que trae consigo y, cosa importante, de que haga la promesa de no violentarse o ponerse mal en las próximas veinticuatro horas. Así, al día siguiente tiene la oportunidad de contener su mal humor o mal carácter hasta llegar a la hora de la junta. Muchas veces la tribuna no es suficiente, ya sea porque no le alcanzó el tiempo (que es de 15 minutos para cada persona) o bien porque prefiere no decir algunas cosas frente a todos los demás compañeros; en estos casos se tiene un "padrino" que no es más que una persona de años en el grupo, ya recuperada, y que puede escuchar a la persona que no tuvo tribuna o que prefirió solamente hablar con él. Tal es la mecánica de un grupo N.A.

Hasta 1996 en México existían alrededor de 500 grupos de N.A. distribuidos alrededor de las principales ciudades del país. Considerando grupos más o grupos menos en lo que va de 1997, podemos considerar válida y actual ésta cifra.

Si alguna vez sentimos la necesidad de pedir ayuda y de buscarla, N.A. tiene siempre un grupo esperando para brindarnos hospitalidad, información y, sobre todo, recuperación.

Y PARA TERMINAR, LOS TESTIMONIOS

Después del anterior recorrido, podemos darnos cuenta de que hay demasiados factores que influyen para que una persona se convierta en neurótica. La mayoría de ellos aparecen desde la infancia, incluso antes pues durante la gestación el feto puede sentir todas las emociones que la madre le va transmitiendo: afecto, nerviosismo, temor, seguridad, desprecio, tranquilidad, etc. Los científicos en esta área han demostrado que el feto se va "moldeando" de acuerdo a todo lo que la madre le transmita; es por eso que los niños con problemas de conducta o de aprendizaje son, invariablemente, productos de un embarazo no deseado o demasiado problemático.

Por otra parte, puede que el niño no presente problemas en la etapa prenatal, sino que sea en el seno familiar en donde comiencen los conflictos. Ya vimos que para la mayoría de los autores la niñez es el período que decide si un pequeño va a ser un enfermo emocional o una persona sana y equilibrada. Hay demasiados argumentos para apoyar estas teorías, pero algunos de ellos se olvidan de que el medio que nos rodea es por demás hostil y deshumanizado para el desarrollo sano del hombre.

El considerar que el entorno que rodea al individuo puede ser una causa importante para la enfermedad mental es una de las teorías más recientes. Diversos autores nos hablaron de esto en secciones anteriores, sin embargo, no hemos dicho de una manera definitiva qué es lo que en realidad transforma a una persona en neurótica

En algunos testimonios recopilados de miembros de N. A. podemos observar que hay quienes comenzaron a padecer la enfermedad desde pequeños, y hay quienes no. Vamos a analizar algunos de ellos para puntualizar las causas de la neurosis. Los nombres de las personas que testimonian sus casos son falsos.

Karina es el nombre de una joven señora (23 años) que fue violada a los 19 años; ella afirmaba no recordar este suceso hasta que hace poco contrajo matrimonio. El hecho de comenzar una actividad sexual la ponía de malas y fue creándose una situación de conflicto entre ella y su esposo. Durante las sesiones de N.A., Karina comenzó a recordar que ella nunca había tenido problemas de conducta y hasta podía ser considerada como una persona normal y feliz hasta antes de casarse. Le tomó algún tiempo y algo de valor acordarse de la violación de que había sido víctima y de ahí, explicarse con ayuda de su "madrina", el por qué de los conflictos con su esposo y, lo más importante, comenzar a superarlos. Así como Karina, hay algunas otras personas cuyos problemas de neurosis se manifestaron a raíz de un suceso posterior a la infancia que dejó huella y perturbó su comportamiento.

Otro factor que molesta demasiado a las personas al grado de convertirlas en neuróticas es la situación económica. Estando en diferentes grupos de N.A., podemos escuchar en las catarsis de la mayoría de sus miembros cómo el factor monetario les afecta en todos lo ámbitos de la vida: para la procuración del sustento de ellos mismos o de la familia, en las relaciones de pareja, en las responsabilidades con los hijos que son estudiantes, en la simple satisfacción personal. Sabemos que vivimos en un mundo hiper-materialista, en donde todo se taza por el dinero que la persona tenga, por esto mismo, cuando no se tiene una buena situación económica, surgen algunos problemas de conducta como la angustia, depresión, frustración, temor, miedo entre otros. Juan es uno de estos casos.

Juan fue un brillante estudiante de psicología que contrajo matrimonio después de graduarse; no le fue difícil conseguir empleo y durante algunos años pudo vivir más o menos bien, pero cuando nació el segundo de sus hijos, la empresa en donde trabajaba lo despidió. En sus propias palabras Juan nos dice : "Ni todos los estudios de psicología que tengo me sirvieron para poder hacerle frente a mi situación, pues en cuanto me vi sin trabajo y con dos hijos, sentí mucho miedo y una angustia que en mi puta vida jamás había sentido". Después de su despido, Juan tuvo que trabajar de cualquier cosa, y poco a poco salir de la mala racha, pero aún así afirma que todas las noches sueña con lo mismo: "me despiden del trabajo y me hundo en un hoyo grande y negro y pierdo a mi familia. A veces tengo demasiada ansiedad y pierdo la concentración de lo que esté haciendo y me dan ganas de llorar como ahorita". Juan es una entre muchas personas que sufren de deformaciones en su conducta debido a su mala situación económica. Los psicólogos pueden decir que estas deformaciones se deben a una predisposición en el carácter del enfermo, pero ¿qué hubiera pasado con ellos si nunca se hubieran visto en esta situación? Quizá hubieran manifestado su neurosis en otro ámbito, quizá no.

En la mayoría de las personas observadas, la neurosis se ha desarrollado desde la infancia y ha sido un acontecimiento posterior lo que ha influido para que el neurótico empeore. Hay casos de personas que estuvieron a punto de morir por la neurosis que padecían y que manifestaban de un modo particular: la hipocondría. Luisa es el nombre de una señora de 50 años que estuvo sometida a severos tratamientos psiquiátricos, fue intervenida quirúrgicamente en tres ocasiones debido a diferentes problemas orgánicos y durante diez años tomó todo tipo de tranquilizantes. Finalmente llegó a N.A. con la esperanza de que alguien la pudiera ayudar. En un año había dejado de sentir todos los dolores que continuamente la aquejaban y se había librado de tomar pastillas para dormir. A lo largo de sus catarsis, Luisa fue comprendiendo que sus reacciones de hipocondría se debían a la muerte de su hermano menor a quien quería mucho: "Me costó un chingo aceptar que mi hermano había muerto y que debía de vivir sin él de aquí en adelante...después el temor de morir como él me fue entrando y empecé a enfermarme de todo tipo de cosas..." El hermano de Luisa murió de cáncer.

El caso de Emilio es otro ejemplo de cómo la neurosis puede provocar la muerte: "Cuando estoy nervioso o enojado, mi presión arterial sube y sube y sube y siento que todo me da vueltas y veo un resplandor blanco... he ido a para al hospital al borde la muerte porque mi corazón ya no puede bombear más sangre; sin embargo, a pesar de que hace dos años que estoy desahuciado, he logrado mantener una salud gracias al grupo..."

Los casos anteriores (sin contar los de suicidio) nos demuestran que, efectivamente, la neurosis es una enfermedad que puede ser progresiva y mortal.

También hay personas (y estas son la mayoría) que fueron neuróticas desde la infancia. Sara es una muchacha de 26 años que siempre vivió con sentimientos de culpa, ensimismamiento y un enorme complejo de inferioridad. Sus padres tenían una buena relación y un matrimonio estable, pero continuamente presionaban a Sara a ser cada vez mejor; mejor estudiante, mejor hija, mejor persona, mejor devota, mejor, mejor, mejor. Sara siempre obtenía diplomas y reconocimientos por parte de sus maestros y gente allegada a su familia, pero nunca de sus padres. Cuando ella lograba un triunfo en la escuela o alguna otra actividad ellos se limitaban a decir "menos mal". En palabras de Sara : "Toda mi vida desde que tengo uso de razón, me dediqué a satisfacer las exigencias de mis padres, a tratar de obtener su reconocimiento, cosa que nunca ocurrió...cuando pienso en el tiempo, en los años que perdí haciendo todo tipo de cosas que a ellos les gustaba que yo hiciera, siento una rabia enorme por no haber hecho lo que hubiera querido, por no haberme impuesto ante ellos y luchar por mis propias metas" entre lágrimas y puñetazos, Sara nos dice que se siente profundamente vacía : "siento que he perdido demasiado tiempo haciéndoles caso a mis papás, ahora no se qué hacer pues soy muy grande para empezar otra vez.... cuando pienso que todo esto es culpa de ellos (los padres) quisiera que se murieran..." Sara es relativamente nueva en el grupo y aun no ha superado sus resentimientos y su frustración, pero sus compañeros del grupo le aseguran haberse sentido así y haberlo superado.

Podemos al fin decir (con todo el recorrido de diferentes teorías y de algunos testimonios), que la neurosis responde a diferentes causas, pero que estas se interrelacionan entre sí. La difícil situación económica, la creciente violencia en las calles, la inseguridad en que vivimos, la educación de que somos objetos (tanto en la escuela como en la casa), los excesos de nuestra actual cultura, todo esto tiene una relación entre sí, es producto del sistema socio-económico en que vivimos. Si estamos viendo y sufriendo de cerca la guerra, la inseguridad económica, las agresiones, la privación de la libertad, ¿cómo se nos pide que no reaccionemos ante todo esto?

Por otra parte, qué es lo que hace nuestro sistema socio-económico para "sanar" al individuo emocionalmente enfermo, al neurótico? Volvamos al caso de Sara; ella estuvo viendo por espacio de dos años a tres psicólogos diferentes, pero dice: "nunca les tuve la menor confianza ¿cómo decirle tus problemas a un tipo que te observa fijamente y que, mientras hablas, va anotando cosas y te dice que la hora se terminó, que te espera la próxima semana y que no olvides pagarle a la secretaria?”

Esto último es un aspecto que sería bueno mencionar, porque la mayor parte de las personas que acuden a algún grupo de N.A. han visitado antes a un psicólogo sin ningún resultado. ¿Qué es lo que pasa con estos tratamientos? Primero, como decía Sara y algunas otras personas, uno va a una consulta (en el caso de un particular) y encuentra a un tipo(a) inexpresivo, frío y con una imagen de pulcritud. "¿Qué es lo que te pasa?" y uno tiene la obligación de hablar de sus problemas. De vez en cuando, hace una que otra pregunta y nada más; eso sí, todo el tiempo tiene una libreta u una (computadora) personal con la que hace anotaciones mientras uno habla. ¿Cómo descubrirle a este profesional serio y frío, aparentemente insensible y seguro de sí, que nos sentimos como piltrafas humanas?

Ahora, en el caso de asistir a una consulta de alguna institución de salud (como el I.M.S.S. o como el D.I.F.) las cosas son peores todavía porque, para empezar, si uno llega sufriendo una crisis nerviosa, lo mandan a un cubículo con una camilla y una enfermera que nos inyecta Neurobión o cualquier otro tranquilizante. Después nos envían a consulta con un médico general que receta reposo, pastillas para dormir, tranquilizantes y vitaminas para "fortalecer el sistema nervioso". Lo más seguro es que al cabo de una semana, uno se sienta peor de lo que ya estaba debido a los efectos secundarios de los tranquilizantes. En el caso de contar con la suerte de que lo canalicen a un psicólogo (que en algunos casos no es tal), este se limitará a hacer lo mismo que el anterior (el psicólogo particular), cuando no a acosar sexualmente a los pacientes del sexo apuesto.

Todo lo anterior ha sido extraído de la realidad, no hay nada que haya sido inventado o exagerado. Debemos llamar la atención (aunque sea meramente simbólica nuestra queja) de quienes tienen en sus manos la práctica de esta especialidad médica porque en ellos recae la mayoría de las veces, la culpa de que una persona enferma no se recupere.

Por supuesto que también hay psicólogos, psiquiatras y terapeutas que tienen un desempeño profesional intachable pero, ¿cómo saber quién si es ético y quién no? Y no solo es ese aspecto el que hay que tomar en cuenta, sino ¿cuántos de nosotros podemos pagar un terapeuta que actualmente cobra 150 ó 200 pesos la hora?

Por supuesto, nunca se ha tomado en cuenta a la neurosis como un problema de salud grave y creciente, ni por parte de las autoridades ni de la población civil. En este escrito no nos debe preocupar llamar la atención a las autoridades (sería una labor de titanes), sino a la gente, a las personas que quizá están sufriendo los embates o las consecuencias de la neurosis.

Si uno comienza a leer los periódicos con más atención, se puede dar cuenta de que el número de violaciones y crímenes "pasionales" o inexplicables aumenta todos los días. Y lo único que se hace para remediar esta situación es perseguir al culpable y encerrarlo para que purgue una condena. Está por demás comprobado que las cárceles son escuelas en donde la persona aprende aun más a delinquir. Y si se trata de un enfermo neurótico que cometió un crimen en un estado de conducta extremo de su enfermedad, la cárcel es el peor lugar para la recuperación.

Debemos pensar que la neurosis nos puede afectar a todos, pues aunque nosotros nos preocupemos y seamos personas con conductas "normales" (cosa que un 90 % de los casos es falso), podemos encontrarnos en la calle a una persona enferma emocionalmente que nos puede agredir, y en el peor de los casos, matar. ¿Qué podemos hacer desde donde estamos? Creo que deberíamos, primero que nada, cuestionarnos qué tan sanos o tan enfermos estamos. Pero debemos hacerlo seriamente, con el propósito real de saber si padecemos o no la neurosis. Si pensamos que no somos neuróticos, debemos cuestionar cómo son nuestras relaciones, cómo es el trato que le damos a nuestra pareja, a los hijos, a la familia, a los amigos. Debemos también preguntarnos cómo son nuestras relaciones de trabajo (conflictivas o pacíficas). Por otra parte, aun sin padecer la neurosis, deberíamos de vez en cuando ir a algún grupo de anónimos. Si somos o pensamos en ser padres, la experiencia será definitivamente instructiva.

Con respecto a aliviar nuestra enfermedad en el caso que resultemos ser neuróticos, tenemos a nuestro alcance la ayuda de N.A., aunque para muchos puede parecer desorientada o poca cosa. Tuve la oportunidad de conversar con Gerardo, una persona por demás exitosa profesionalmente en el terreno del arte, pero con algunos desarreglos de conducta. "¿Por qué no vas a N.A.?" pregunté, y respondió "N.A. no es para mí; yo no creo en la existencia de un ser superior y además tienen una visión muy miope de las cosas. Ellos creen que las guerras y las malas situaciones de un país se deben a personas egoístas y no a las causas que explica la economía internacional. No, eso es para gentes ignorantes" Gerardo emitió esta opinión después de estar asistiendo a las sesiones de varios grupos durante cuatro meses. Como él hay más personas que piensan que no pueden encontrar ayuda en estos lugares. Pero también hay personas que como Gerardo, están conscientes de que no es el egoísmo la explicación para las guerras ni para otras cosas y, que sin tener la creencia de un poder superior, han podido salir adelante con su enfermedad. Carlos, quien piensa de manera similar a Gerardo nos dice: "El chiste del asunto es tomar lo mejor del N.A. y aplicártelo. Si eres ateo no importa. Lo único que si necesitas para salir de la enfermedad es responsabilidad de aquí en adelante para aceptar todas las pendejadas que hagas y honestidad a la hora de hablar en la tribuna".

La neurosis es demasiado sutil y está comprobado que todos la padecemos en algún momento de nuestras vidas ;lo que podríamos hacer por el malestar de la sociedad es mínimo, pues aun no está en nuestras manos tomar decisiones y cambiar las cosas, pero si nos libramos de la neurosis y ayudamos a más personas a ser más libres de esta enfermedad, estaríamos viviendo de manera más realista aceptando que todos los horrores de nuestra sociedad existen pero sin resignarnos a padecerlos irremediablemente.