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Es La Hora De La Neurocreatividad
Está en nosotros potenciar nuestro cerebro para ser más creativos.
LOS ATAJOS DE LA MENTE
Ferran Adrià ha pasado más de tres décadas reinventado la cocina. Su restaurante El Bulli en Roses, España, es uno de los más demandados del mundo. Cada año recibe más de dos millones de reservas, pero solo atiende durante seis meses, a 50 mesas por noche.
La forma como Adrià crea y captura valor a partir de su arte nos sirve de punto de partida para esta clase.
Consultado recientemente dónde obtiene su inspiración e ideas, Adrià respondió: “Uno no debe conversar solo con otros chefs; el juntarse con iguales no es bueno. Uno obtiene las ideas de la vida, de leer, de viajar. Por ejemplo, la sensibilidad, la filosofía y la fragilidad del Japón han tenido un gran impacto en mi carrera. Es también importante estar conectado con otras disciplinas: arte, ciencia, historia. Cuando un arquitecto diseña un edificio, debe trabajar con ingenieros y personas que dominan nuevas tecnologías. Esto también se aplica a cocinar”. (http://hbr.org/2011/06/
lifes-work-ferran-adria/ar/1).
La pregunta que todos nos hacemos es si tan solo siguiendo estos consejos —que podrían interpretarse como recetas de un gran chef—, podríamos llegar a ser tan creativos e innovadores como Adrià, o bien como Juan Carlos de la Llera, cuyo caso revisamos la clase pasada.
PREGÚNTALE A TINA
Con estas interrogantes fui a ver a mi amiga Tina Seelig, directora del Stanford Technology Ventures Program, y profesora de creatividad en la Universidad de Stanford.
Tina me recibe con un cálido abrazo. Es una mujer increíblemente dinámica y llena de energía, siempre dispuesta a exponerse a nuevas aventuras. En su vida ha realizado diversas actividades, como escribir libros de cocina y de creatividad (What I wish I knew when I was 20), crear empresas de juegos con cartas para niños, hacer un doctorado en neurociencia, entre otros.
“Siempre me ha interesado el cerebro”, me dice. “¿Cómo decidimos? ¿De dónde vienen las grandes ideas? Desde pequeña estos temas me han fascinado y he querido saber cómo funcionan nuestros cerebros. En ellos está la clave para entender que nos hace más creativos”.
Lo más fascinante es que en esta última década, la neurociencia ha comenzado a dilucidar estas preguntas, principalmente a través de imágenes visuales obtenidas mediante resonancia magnética. Hay excelentes libros al respecto, como “Iconoclasts” de Gregory Berns, “Incógnito” de David Eagleman o “How we decide” de Jonah Lehrer.
VISIÓN Y PERCEPCIÓN
Lo primero que debemos entender es que somos seres altamente visuales y que gran parte de la información que recibimos es a través de la visión, para lo cual el cerebro dedica un tercio de su capacidad.
Sin embargo, existe una importante diferencia entre la visión y la percepción.
La visión es el proceso físico mediante el cual los fotones que entran por el ojo son transformados en señales neurológicas en el cerebro.
La percepción, en cambio, es el complejo proceso a través del cual el cerebro interpreta estas señales, y es producto de la estructura de cada cerebro individual.
Es la percepción la que define la forma como nos paramos en el mundo. Lo interesante es que la estructura del cerebro donde ocurre la percepción no solo está definida por factores genéticos, sino también por redes neuronales que se forman en base a las experiencias de vida que vamos acumulando.
Esto implica que si bien hay personas que nacen con cerebros que les permiten ser más creativos, el resto de nosotros podemos enriquecer nuestra percepción si nos exponemos a múltiples experiencias.
Este proceso debe ser permanente, ya que el cerebro tiende a clasificar los nuevos estímulos y así reducir su impacto en la percepción, ya que funciona en base a una cantidad de energía muy limitada (40 watts), equivalente a una ampolleta de poca luminosidad.
Para lograr operar con tan baja energía, el cerebro permanentemente clasifica la información que recibe en forma estadística, y percibe el mundo de acuerdo con lo que cada uno considera ocurrirá con mayor probabilidad.
Estos verdaderos atajos que el cerebro realiza minimizan su consumo de energía. Imágenes de resonancia magnética muestran que un nuevo estímulo es procesado por una amplia red de neuronas.
Sin embargo, cuando el estímulo se repite más de seis veces, solo un pequeño subconjunto de neuronas participa, lo que consume menos energía. Esto implica que cuando enfrentamos una situación ya conocida, el cerebro rápidamente utiliza el camino de menor gasto energético y nos entrega la respuesta más probable. Esto es muy útil para realizar una infinidad de tareas diarias en forma inconsciente, cómo conducir, pero va contra la generación de nuevas ideas.
Para poder pensar creativamente, debemos desarrollar nuevas conexiones neuronales que nos permitan romper con este ciclo de categorización dependiente de la experiencia.
PERCEPCIÓN E IMAGINACIÓN
La imaginación es la capacidad que tenemos de generar imágenes visuales y ocurre en la misma zona del cerebro que usamos para la percepción.
Podemos analizar la imaginación como el proceso de percepción operando en sentido contrario. Por esto la imaginación está sujeta a los mismos problemas que tiene la percepción: el cerebro imagina primero lo que le es más familiar a partir de algo que ya haya experimentado.
Si bien hay personas que nacen con cerebros que les permiten ser más creativos, el resto podemos enriquecer nuestra percepción si nos exponemos a múltiples experiencias.
Si tratamos de imaginar una escena conocida, el cerebro va a tomar el camino de menor consumo energético, reactivando las neuronas ya entrenadas para este estímulo.
Pero si intentamos imaginar algo que nunca antes hemos visto, las posibilidades para el pensamiento creativo son mayores, porque el cerebro ya no puede recurrir a conexiones que han sido modeladas por experiencias pasadas.
Por ejemplo, si intentamos imaginar una puesta de sol en una playa, lo más probable es que muchos imaginemos arenas blancas, palmeras, etc., ya que esta imagen está alojada en nuestro cerebro.
Sin embargo, si nos piden imaginar esta puesta de sol en Júpiter, tendríamos muchísimos problemas y nuestro cerebro consumiría mucha energía, pero seríamos más creativos.?
Imagine una puesta de sol en Júpiter…
APRENDIENDO A SER MÁS CREATIVOS
Todo lo anterior tiene una implicancia directa en cómo se enseña creatividad, tal como lo hace Tina Seelig en Stanford.
Ella me explica que para esto se requieren métodos muy diferentes a los que estamos acostumbrados.
El principio fundamental es que se aprende exponiendo a los alumnos a actividades sorprendentes. Primero se realiza la actividad y luego se reflexiona sobre lo aprendido.
La dinámica de estas clases se parece mucho a lo que ocurre en los colegios cuando aún somos niños y nos dejan expresarnos con dibujos, objetos, etc. Esto saca a los alumnos de su zona de confort, cambiando la forma como perciben el mundo.
Una herramienta muy poderosa es el trabajo en equipos, ya que cada persona percibe la misma situación o problema en forma diferente, tal como lo explica la neurociencia. Asimismo, la permanente construcción de prototipos estimula la creatividad, ya que son una forma muy concreta de interrogar la mente.
Lección de hoy
No todos podemos llegar a ser famosos innovadores, pero todos tenemos el potencial para mejorar nuestra creatividad enriqueciendo nuestras experiencias de vida.
La neurociencia nos muestra que gracias a la plasticidad del cerebro podemos reprogramar las redes neuronales que gobiernan la percepción y la imaginación, aumentando así nuestra creatividad.
Para esto requerimos exponernos a estímulos nuevos, como una nueva información, una persona o un ambiente desconocido. Mientras más radical sea esta experiencia, mayor es la posibilidad de generar nuevos puntos de vista o nuevas percepciones.
Esto puede enseñarse mediante técnicas de aprendizaje que exponen a los alumnos a actividades que los sacan de la zona de comodidad.
Este deseo de vivir la vida como aventura quizás explique por qué, a pesar de su gran éxito, hace algunos días Adrià cerró su restaurante. Es probable que sólo así pueda desarrollar formas aún más innovadoras de practicar su arte culinario.
fuente: RICARDO SAN MARTÍN