El peso de la Creatividad para el desarrollo


 Autor: Eduardo Engel

La creatividad no se enfatiza en la educación chilena. Hay un sentido del rídiculo desarrollado y ser creativo trae un riesgo alto de hacer el ridículo. "Papá, papá, adivina qué hicimos hoy día en el colegio" preguntó mi hijo de siete años cuando llegué a la casa hace unos días. "Estuvimos viendo si las aceitunas volaban", agregó a continuación, entusiasmado. Intrigado por lo que me contó, me reuní con su profesor, Mister B, en el colegio público del barrio en que vivimos en los Estados Unidos, y esto fue lo que averigüé.

Todo comenzó cuando Mister B dibujó un círculo negro en una gran cartulina blanca, diciendo a los alumnos que éste era parte de algo más grande y preguntándoles a continuación qué podía ser. Como era de esperar, las respuestas fueron de lo más variadas. Más notable fue el dogmatismo con que cada niño defendió su visión. Esto llevó al profesor a cuestionar tanta certeza basada en tan poca evidencia -tan sólo un círculo negro sobre un gran fondo blanco- llevando a los niños a solicitar más información.

"¿Puede comerse?", preguntó uno de ellos. "Alguna gente lo come, aunque yo no lo haría" respondió el profesor, pensando en la cara de conejo que eventualmente pensaba dibujar.

"¿Puede volar?", preguntó otro niño. "No vuela por sus propios medios", respondió Mister B, dejando

 la posibilidad de que volara por medios ajenos. "Dibuje algo más", pidieron varios niños.

Entonces el profesor dibujó un óvalo en torno al círculo negro, de modo que se viera lo que eventualmente sería uno de los ojos del conejo. "¡Es una aceituna!", afirmó uno de los niños. "¡Una aceituna, una aceituna!" exclamaron varios, entusiasmados.

El profesor les preguntó si, dado lo que sabían sobre el objeto, podía ser una aceituna. "Las aceitunas se comen" respondió un niño, "y a usted seguramente no le gustan", agregó otro. "¿Vuelan las aceitunas?", preguntó el profesor. "Usted dijo que pueden volar por medios ajenos", respondieron varios. Y así fue como el curso se abocó a discutir si las aceitunas volaban, aunque no fuera por sus propios medios. Al poco rato habían pasado de la teoría a la acción: con papel, cartulina, palitos de helado, pajitas, palitos de anticuchos, tela adhesiva, palitos chinos y otros materiales, los niños se dedicaron a construir medios de transporte aéreo para las aceitunas.

La mayoría de los diseños partían de un avión de papel, en versión más resistente pero menos aerodinámica. Varios grupos utilizaron una combinación de diversos palitos para construir una especie de cabina, debajo de las alas del avión, donde iba embutida la aceituna. Los tamaños de los aviones variaban bastante, los diseños aerodinámicos también. Luego vinieron los vuelos de prueba, las aceitunas que cayeron a tierra cual una piedra y la revisión de los diseños originales. También una discusión sobre qué constituía un vuelo exitoso. Al final, los vuelos definitivos, una mayoría que no pasó las exigencias acordadas y unos pocos que lograron el objetivo. Con una buena cuota de ingenio las aceitunas podían volar.

¿Qué tiene que ver esta historia con los temas de políticas públicas que habitualmente abordo en esta página? Bastante más de lo que pudiera parecer. En efecto, soluciones ingeniosas a los problemas más variados que se enfrentan día a día en el mundo del trabajo son un determinante importante de cuán rápido crece la productividad de un país. Una cultura que promueve la creatividad facilita dichas innovaciones. Lograr incrementos importantes sostenidos de productividad es nuestro principal desafío para alcanzar los umbrales del desarrollo en un plazo razonable.

Basado en mi experiencia en Chile, como apoderado y como profesor universitario, tengo la impresión de que el desarrollo de la creatividad no se enfatiza lo suficiente en la educación que damos a nuestros estudiantes. Nuestra sociedad valora poco la diversidad, tenemos un sentido del ridículo demasiado desarrollado, donde ser creativo conlleva un riesgo alto de hacer el ridículo. Si los niños del curso de mi hijo se hubieran reído de cada intento fallido para hacer volar las aceitunas, la próxima vez que realicen una actividad de este tipo estarán más pendientes de evitar ser motivo de burlas que de resolver el problema que se les ha planteado.

Creo que la falta de énfasis en desarrollar la creatividad también se da en la educación universitaria en Chile. Las pruebas que deben resolver los alumnos en nuestras mejores universidades muchas veces son más difíciles que aquellas que resuelven sus pares en los centros académicos de elite de los Estados Unidos. Sin embargo, en Chile son pocas las actividades donde un estudiante universitario desarrolla su creatividad, mientras que en los Estados Unidos éstas son habituales

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