Desarrollo personal. El arte de conversar haciendo sentir bien a la gente.


Por Casandra.

Tus Buenos Momentos.

La comunicación es hoy más fácil que nunca, en el sentido de que, gracias a la tecnología, somos más accesibles para muchas personas. Pero, por fácil y accesible que sea la comunicación, nadie nos quita la tarea de aprender a conversar.

Porque la conversación no es una reunión de personas donde cada una expresa lo que le sale del gorro sin escuchar al resto. Las conversaciones nos dan la oportunidad de aprender del otro, de hacer una contribución (grande o pequeña) en su vida y de conectar, con lo importante que es eso.

Bueno, no todas ellas son tan edificantes, pero es interesante ir entrenando con las más ligeritas para manejarnos mejor con las sustanciosas. Y, para tal propósito (mejorar nuestras conversaciones), vamos a reunir un puñado de propuestas a continuación. ¿Qué te parece?

1. Ahorrar en prejuicios

Sin que tengamos que ser conscientes de ello, a veces nos hacemos una opinión acerca de la persona con la que vamos a hablar. Puede que nos influyan su ropa, sus movimientos… u otras características.

No la conocemos realmente, pero la tenemos “catalogada” en poco rato. Suele ocurrir, porque nuestro cerebro es un ladino al que no le gusta que lo tomen por sorpresa.

Lo importante aquí es evitar que ese juicio rápido nos impida escuchar lo que esa persona está diciendo.

Imagínate que la primera vez que te veo tú llegas todo sucio a la habitación. Mi primer pensamiento sería: Qué dejado es este tipo. Podría haberse arreglado un poco antes de la reunión…

Lo que yo no sé es que saliste de tu casa todo limpio, impoluto. Y que, de camino aquí, te cruzaste con un camión que te llenó de barro hasta las cejas.

Total, que encima de pensar que estás peleado con la higiene (siendo mentira) decido no ponerte atención por la mala impresión que me has causado.

Quizás mi cerebro haga un diagnóstico acertado o, como en este caso, muy equivocado. Pero seré consciente de que es eso: Es un prejuicio, que haré a un lado para escucharte.

2. Escuchar

La habilidad “estrella” en las conversaciones: Saber escuchar al otro.

Hay personas que lo hacen muy bien:

•Te miran haciéndote sentir que te están escuchando.
•Intentan entenderte, ponerse en tu lugar.
•Esperan con calma que te expreses, sin interrumpirte.
•Y, antes de tomar la palabra, se esperan unos instantes para asegurarse de que has terminado de hablar.

Yo las admiro, porque todavía soy de las criaturas que se sienten un poco incómodas con los silencios en medio de una conversación(sobre todo cuando no tengo confianza con mi interlocutor). Siento una tensión extraña, que pretendo ir venciendo poco a poco.

3. Elegir bien las palabras

Ese: “Piensa antes de abrir la boca para hablar” es uno de los mejores consejos que he recibido en toda mi vida.

Cuántas veces, por precipitarnos, decimos cosas que no pensamos… Amén de un cúmulo de estupideces, que pueden hacer daño a otros o volverse en nuestra contra. (Hablo sobre todo por mí, que conste.)

4. Ser amable

Conversar mostrando interés en el otro y con buenas maneras (sin gritar o hacer uso innecesario de exabruptos) también es una sana costumbre.

Porque muchas veces no recuerdan lo que decimos, pero sí cómo lo decimos; cómo se siente la gente que nos escucha. Y, si puedes hacer sentir bien a alguien cuando tienes la ocasión, ¿por qué no hacerlo?

Permíteme que intercale aquí un post muy útil y práctico que habla demeteduras de pata en las conversaciones. Fíjate que, incluso intentando ser amable, hay veces en las que patinamos: Frases a evitar en una conversación.

¡Ah! Que nos se nos olvide aclarar que se puede ser amable a la par que directo y claro. Cuando haga falta decir que no o mostrar desacuerdo, se hace. Con amabilidad, pero se hace: Defiende tus límites en las relaciones.

5. Ser honesto

Siempre que se pueda, la verdad es mejor opción que la mentira.

Con esto también sigo haciendo mis prácticas, porque a veces me cuesta decir sin rodeos que no estoy de acuerdo con algo o que no me interesa.

Mentir es más fácil para salir del paso en algunas ocasiones. Pues sí… Pero yo no quiero seguir teniendo miedo de opinar diferente ni estresarme por haberme comprometido con algo que no me apetecía.

Decidido. Les añadiré a mis conversaciones más sinceridad.

6. Reconocer las buenas ideas

¿Qué piensas de esas personas que son capaces de rectificar y reconocer que otra idea es mejor que la suya o igual de válida? ¿Son más débiles por ello?

No tienen miedo de admitir que se han equivocado o aceptan que la idea del otro también es interesante, a pesar de no coincidir con la suya.

Es una actitud abierta y tolerante. Creo que más enriquecedora que empecinarse en una idea y no salir de ahí, aunque haya evidencias que demuestren que uno está equivocado.

Y vamos a dejar este compendio de elementos virtuosos en la conversación con uno, que si has llegado hasta aquí te has ganado:

7. Dar gracias

Gracias por escuchar, leer y reflexionar a mi lado. Has dedicado tiempo y atención a estas palabras. ¡Qué menos que agradecerlo!

Dar las “gracias” supone un reconocimiento a ese regalo que nos ha hecho nuestro interlocutor. Estupenda guinda para el final de una conversación: Gracias, amigo.

Las 10 cosas más difíciles que deberás hacer para tener éxito.


A menudo, cuando vemos a una persona exitosa, pensamos en lo afortunada que es. De hecho, tenemos la tendencia a asociar el éxito con la suerte, quizás no lo hacemos de una forma consciente pero lo cierto es que jamás pensamos en cuánto tuvo que esforzarse esa persona o a cuántas cosas tuvo que renunciar.

Winston Churchill se refirió magistralmente a este tema afirmando que “el éxito consiste en aprender a ir de fracaso en fracaso sin desesperarse”. Y lo cierto es que casi todos los casos de éxito esconden un pasado marcado por la perseverancia.

Los triunfos no nacen de la nada, es necesario subirse las mangas y ponerse manos a la obra. Mientras tanto, te esperan muchos retos, tareas difíciles que probablemente nadie quiere enfrentar, cosas que te asustan y que te llevarán al límite de tus fuerzas.

1. Tendrás que dar más de lo que recibes a cambio.

Los inicios son difíciles, cualquier emprendedor lo sabe. Tendrás que invertir tanto en tu proyecto (entiéndase tiempo y esfuerzo) que a veces te parecerá que todo cae en un pozo sin fondo y te desmotivarás. Hasta que llega ese momento en que comienzas a ver los primeros frutos.

2. Tendrás que renunciar a muchas cosas.

Los grandes proyectos consumen mucho tiempo y energía por lo que en algún momento tendrás que renunciar a cosas que te apetecería hacer, como pasar más tiempo con la familia, irte de vacaciones o dedicarte un día entero al “dolce far niente”.

3. Pasarás por tonto cuando te equivoques.

Es probable que muchas personas no confíen en ti o en tu proyecto, por tanto, magnificarán los pequeños errores y te harán pasar por tonto. No desfallezcas, recuerda que la sociedad cree que todo es una locura hasta que se lleva a cabo con éxito.

4. Tomarás decisiones que jamás hubieses tomado.

Los proyectos exitosos a menudo cambian a lo largo del tiempo, es algo normal, de hecho, es imprescindible para adaptarse a las exigencias cambiantes del medio y sobrevivir. Por tanto, en algún momento te verás obligado a cambiar rumbo y tomar decisiones dolorosas, son parte del crecimiento.

5. Tendrás que continuar aunque caigas.

Cuando tienes un gran proyecto a menudo no puedes darte el lujo de dejar que las heridas sanen naturalmente. Tendrás que apañarte con un remedio improvisado y continuar adelante. La desmotivación, la falta de confianza y los fracasos no pueden sentar casa porque si no, todo estará perdido.

6. Tendrás que preocuparte por personas que no se preocupan por ti.

A lo largo del camino te verás obligado a tratar con personas que realmente no se interesan por ti, quizás son rudas y solo intentarán sacar provecho. No obstante, el éxito no se logra en solitario, necesitarás hacer concesiones y buscar aliados, incluso si no te agradan mucho.

7. Harás de la incertidumbre tu compañera cotidiana.

Cuando los demás apuesten sobre seguro, tú continuarás apostando por la opción más arriesgada por lo que el grado de inseguridad e incertidumbre siempre será más elevado.

8. Tendrás que invertir en ti mismo cuando nadie más lo haga.

Quizás al inicio, encontrar a personas que confíen en tus potencialidades no es muy difícil pero es probable que te abandonen al primer fracaso. En ese momento es cuando necesitas armarte de valor y apostar por ti, incluso si todos piensan que no lo conseguirás.

9. Tendrás que dar muchas explicaciones.

Cuando las personas no entienden qué estás haciendo o por qué, tendrás que explicarle, una y otra vez, con mucha paciencia. Y si trabajas en equipo, también tendrás que explicar continuamente tus decisiones. No puedes encerrarte en ti mismo porque necesitas el apoyo de las personas para continuar así que tendrás que intentar que entiendan lo que estás haciendo y tus motivos.

10. Tendrás que asumir mucha responsabilidad.

Los errores forman parte del camino al éxito y a veces provocan daños que no esperábamos, te tocará asumir esa responsabilidad, probablemente más de una vez.

POSDATA:

Nadie dijo que el camino al éxito fuera fácil, pero si estás preparado para los contratiempos, estos no te tomarán por sorpresa :)

Escrito por Jennifer Delgado

Desarrollo personal. 5 consejos para superar nuestra resistencia al cambio.


¿Cómo evitar la resistencia al cambio?.

Hay personas más resistentes al cambio que otras pero, en sentido general, la inmensa mayoría de nosotros no somos grandes fans de las transformaciones. Nos cuesta acostumbrarnos al cambio de temporada, al cambio de hora o al cambio en la dieta.

Por no hablar de los cambios más importantes, en el trabajo o en la dinámica familiar.

Cuando percibimos que la transformación es demasiado fuerte, plantamos cara y se pone en marcha lo que en Psicología se conoce como resistencia al cambio. Básicamente, es un mecanismo mediante el cual pretendemos que las cosas sigan funcionando como antes.

Sin embargo, cuando las condiciones cambian, esta resistencia solo sirve para agotarnos, tanto física como mentalmente. La buena noticia es que no es necesario llegar tan lejos: es posible evitar la resistencia al cambio, mucho antes de que esta se instaure.

Cinco pasos para aceptar los cambios.

1. Imagina el peor escenario posible.

Las expectativas a menudo no son buenas consejeras, sobre todo si no son realistas. Por tanto, cuando tengas que enfrentarte a un cambio, no te digas frases del tipo “no es nada, será fácil enfrentarlo”, porque probablemente no será así.

En su lugar, imagina el peor escenario posible. Dale rienda suelta durante algunos minutos a tu pensamiento catastrofista, cuando llegues a la realidad, te darás cuenta de que todo no era tan malo como suponías. De hecho, un estudio ha demostrado que solemos exacerbar las consecuencias emocionales de los hechos negativos mientras minimizamos los aspectos positivos.

Con este truco podrás equilibrar tus expectativas y el cambio será menos abrumador de lo que suponías por lo que generará menos resistencia.

2. Concientiza la resistencia emocional.

Uno de los principales problemas que ha generado nuestra sociedad es la represión de las emociones. Se supone que no debemos sentir ira, cólera o tristeza, que siempre debemos estar de buen humor y disponibles. Eso hace que reprimamos nuestras emociones y que nos neguemos a identificarlas. Sin embargo, el hecho de que no les pongamos un nombre no significa que no existan.


Para evitar la resistencia al cambio es importante aprender a reconocer lo que sentimos. Es normal que durante los primeros días experimentemos cierto malestar y que nos sintamos indefensos o molestos. Son reacciones perfectamente comprensibles ante un cambio. Si las escondes solo lograrás fomentar la resistencia al cambio pero si las aceptas, podrás pasar página más rápido y adaptarte a las nuevas circunstancias.

3. Cambia tus pensamientos.

Durante las primeras fases es normal que tengas dudas. Es como cuando nos lanzamos en una piscina de agua fría, el cambio es tan fuerte que nos preguntamos qué hacemos allí e incluso tendremos la tendencia a salir. Sin embargo, si te quedas y superas esa resistencia inicial, al rato te sentirás más cómodo. No se trata de que el agua esté más caliente sino que te has acostumbrado.


Para evitar la resistencia al cambio, no basta con reconocer tus emociones, es importante que seas consciente de tus pensamientos. Por ejemplo, en vez de pensar: “quiero escapar, esta situación no me gusta”, piensa: “estoy asustado porque es una situación nueva pero con el tiempo me iré acostumbrando”. Recuerda que tus pensamientos ejercen una poderosa influencia sobre tus emociones por lo que es importante que adoptes ideas más serenas y acordes a la realidad.

4. Explora las nuevas circunstancias.

A menudo la resistencia al cambio se instaura porque tenemos patrones prestablecidos que no queremos cambiar pero ni siquiera conocemos bien en qué consiste la nueva situación. Por tanto, una excelente manera para evitar la resistencia al cambio consiste en experimentar poco a poco las nuevas circunstancias.


Intenta enfrentarlas con la actitud de un niño pequeño: con curiosidad y sin prejuicios. Si lo necesitas, no dudes en apoyarte en personas que ya han vivido esa misma situación, pregúntales qué hicieron y qué estrategias les resultaron más útiles.

5. Concéntrate en los aspectos positivos.


Toda situación entraña aspectos positivos y negativos. Cuando nos ciegan las emociones a menudo no somos capaces de ver ambas aristas pero es fundamental que aprendas a centrarte en los factores positivos del cambio. Si es necesario, enlístalos. Muy pronto te darás cuenta de que hay alguna oportunidad para crecer.

Escrito por Jennifer Delgado

La lista de los buenos propósitos. Secretos para hacerla realidad


Tomar las uvas al compás de las doce últimas campanadas del año, es una tradición muy arraigada en España. Dicen que tomar una uva y formular un deseo por cada una de las doce campanadas, trae buena suerte y que los deseos que se formulan se harán realidad.

Parece ser que esta tradición se inició en 1909 cuando los agricultores levantinos de Murcia y Alicante, encontrándose en ese año con excedente de uva y con objeto de sacar al mercado la producción, se “reinventaron”, como se diría ahora y lograron introducir la costumbre de tomar las “uvas de la suerte” en Nochevieja, convirtiéndose, desde entonces, en una consolidada tradición.

Con los brindis y mejores deseos de prosperidad nunca faltan los buenos propósitos para el año entrante. Dejar de fumar, adelgazar, hacer deporte o ser más organizado son los más frecuentes. Unos días después, generalmente se quedan en eso, en buenos propósitos de la lista “Algún día/quizás”.

Este año he cumplido uno de mis propósitos de mi lista “Algún día/quizás”, He iniciado un curso de Practitioner  PNL. Interesantísimo. La PNL es una herramienta muy potente para la consecución de metas y objetivos.

Les transmito algunas de las cosas que he aprendido, para que tengáis éxito en lograr hacer realidad vuestros propósitos.

La formulación clara y específica del objetivo es muy importante. Con frecuencia no se alcanzan los objetivos, porque éstos no están formulados de forma clara y precisa.

La identificación de un objetivo requiere de atención máxima y en particular su formulación es tan importante que requiere ser buscada con sumo cuidado.

 Debe responder a estos cuatro criterios esenciales:

Ha de ser concreto:

Algunas metas u objetivos son más bien sueños o intenciones formuladas de forma muy generalizada y vaga y por ello tienen pocas probabilidades de éxito. Cuanto más específico puedas ser, mayores serán las probabilidades de que se realice tu propósito.

La formulación de un propósito debería tener las siguientes cualidades:

-específica
-medible
-realizable
-realista
-oportuna

Ha de ser formulado de forma positiva:

En realidad, si un objetivo se basa principalmente en lo que no queremos, nos da poca información sobre lo que realmente queremos. Parece ser que el cerebro se centra en los conceptos en los que pensamos, obviando si se formulan en negativo o en positivo. Por ejemplo si decimos: "No pienses en un elefante azul". Indudablemente en lo primero que pensarás es en un elefante y casi seguro de piel azulada.

Por ello es importante formular los propósitos de forma positiva. Orientados a lo que deseamos conseguir, en vez de orientados a lo que queremos evitar o eliminar.

No formules: “que no vas a  comer tanto” o que quieres “dejar de llegar tarde”. Es mucho mejor decir que “vas a  comer de forma equilibrada” o que “quieres ser puntual”.  De este modo te enfocas en actuar hacia lo que realmente deseas.

Ha de tener un período de cumplimiento fijo:

Si formulas tu propósito sin establecer un período de tiempo para su consecución, probablemente siempre estarás de camino hacia la meta, sin llegar a alcanzarla. Si decides aprender inglés u otra lengua, o adelgazar o dejar de fumar. Especifica qué nivel de inglés quieres conseguir, cuántos kilos adelgazar, cuantos pitillos reducirás y en qué periodo de tiempo lo quieres lograr. Así podrás revisar si estás cumpliendo en el plazo previsto.

Elige siempre un propósito que puedas realizar por tí mismo:

Sería ilusorio formular propósitos en los que el resultado no dependa de nosotros.  Aquí abriríamos la posibilidad de achacar el fracaso a las circunstancias y a responsabilizar a los demás si no se logra.

Un propósito debe ser  realizable a través de  nuestro control personal, aunque el resultado beneficie a otras personas. Puede ser un propósito ayudar a estudiar o a jugar más con tus hijos o ser más cariñoso con tu esposo/esposa, pero no estaría bien formulado expresar “quiero que mi marido o esposa cambien”. Si acaso, puedes proponerte cambiar algo de tí mismo, para que los demás cambien su actitud.

Por último os explico un ejercicio que hicimos en clase:

Escribir una lista con todos los propósitos, los deberías y tendrías que nos vinieran a la mente expresados en forma positiva y a lo “brainstorming”

Por ejemplo:

Comer más sano
Ser más alegre
Hacer deporte
Más productivo
Archivar los papeles
Etc. etc.

A continuación escribir otra lista añadiendo delante de cada propósito la frase “Si quisiera podría”, así:

“Si quisiera podría comer más sano”
“Si quisiera podría ser más alegre”
“Si quisiera podría hacer deporte”
……
Etc.etc.

De esta lista había que identificar los propósitos con los que realmente te sentías más motivado interiormente a realizar. La lista se reduce, pues hay cosas que piensas que “deberías o tendrías que hacer” pero que en realidad no deseas hacer o lo puedes dejar para más adelante.

Una vez identificados estos propósitos que realmente sientes que quieres lograr, escribe una lista solo con ellos y  en los siguientes términos: por ejemplo:

“Quiero y puedo comer más sano”
“Quiero y puedo ser más alegre”
“Quiero y puedo ser más productivo”

Este simple cambio de formulación de si “quisiera podría” a “quiero y puedo”, nos mueve a la acción y validan nuestra capacidad de logro.

Mis mejores deseos para todos. Os dejo la plantilla actualizada para que hagáis Balance de los resultados de este año y plasméis los objetivos  para 2012.        

Que tengas un buen año.
Fuente: Montse  

Propósitos. Sácale partido a las reglas de la mente (Recomendado)


Casi todos cuando empieza un nuevo año, aunque solo sea mentalmente, nos hacemos una lista de buenos propósitos y deseos. Queremos mejorar en algunos aspectos, adquirir nuevos hábitos y emprender nuevas tareas. Las estadísticas indican que durante el mes de enero hay más inscripciones en los gimnasios, se compran más fascículos de inglés y se empiezan nuevas dietas. Sin embargo, los resultados son efímeros y poco a poco se vuelve a los hábitos cotidianos.

Les recuerdo los cuatro criterios esenciales para tener éxito en el cumplimiento de un objetivo:

-Ha de ser concreto y específico

-Formulado en positivo

-Fijar unperíodo determinado  para su cumplimiento

-Ha de ser realizable por uno mismo y su resultado no debe depender de otros ni de las circunstancias.

Sabemos que el pensamiento precede a la acción Para llevar a cabo una buena formulación de objetivos resulta interesante conocer como nuestra mente ordena sus pensamientos y que reglas la rige.

Aunque no sea posible demostrarlo científicamente, existen unas reglas básicas que marcan las pautas de comportamiento de nuestra mente y la experiencia nos demuestra que actúan inexorablemente en nosotros.

Algunas de estas reglas se conocen desde hace siglos y otras se han ido identificando a través del tiempo, incluso algunas se conocen desde hace muy poco. Conocer su existencia nos permitirá percatarnos de los entresijos del intelecto y nos proporcionará más recursos para saber qué nos pasa y porqué.

LAS REGLAS DE LA MENTE

1.   Todo pensamiento o idea causa una reacción física.

        Los pensamientos y sentimientos traen consigo cambios corporales y fisiológicos.  El miedo y  la ansiedad nos provocan sudoración y aceleración del pulso. Los pensamientos tristes nos provocan laxitud y los alegres sonrisas y sensación de amplitud.

2.   Lo que se espera tiende a hacerse realidad

        Si se tiene la creencia de que algo va a ocurrir, esta idea se fija en nuestro pensamiento y consciente o inconscientemente nuestras acciones (o micro-conductas) se irán encaminando a esa realización. (Profecía autocumplida)

3.   La imaginación es más poderosa que el conocimiento o la información.

        Con frecuencia los humanos nos regimos por supersticiones, prejuicios y creencias que no se sustentan en ninguna base lógica. Ello nos puede provocar limitaciones irracionales pero también nos puede ayudar a soportar o superar situaciones muy difíciles.

4.  La mente no puede mantener indefinidamente dos ideas opuestas o contradictorias sin generar un conflicto

        Nuestra personalidad no es única, sino que está formada por el resultado de varias subpersonalidades. No necesariamente  siempre están de acuerdo y con frecuencia surgen pensamientos y sentimientos contradictorios que nos hacen entrar en un conflicto interior. ¿Cuántas veces querías algo pero muy al fondo no lo querías? ¿Has logrado un  éxito pero en el fondo no estás contento? Ello nos crea desazón y el único modo de resolverlo es mediante la negociación entre las subpersonalidades. Entablar un diálogo interno y reflexionar nos ayudará a establecer la congruencia  de nuestras acciones con nuestros valores más íntimos.

5.   Una vez que cualquier idea ha sido aceptada por la mente inconsciente, permanece hasta que otra idea nueva la reemplaza

        Una vez que una idea ha sido aceptada, tiende a permanecer, y cuanto más tiempo actúa, más tiende a convertirse en una forma habitual de pensar. Así es como se forman los hábitos. Toda acción va precedida por un pensamiento. Sólo se podrá modificar una forma de actuar si semodifica la forma de pensar.

6.   Un síntoma inducido emocionalmente, si persiste lo suficiente, tiende a generar cambios orgánicos

        La ciencia médica reconoce que más del 60 % de las enfermedades humanas son psicosomáticas. Cuerpo y mente son partes de un mismo sistema y siempre interactúan. El estrés, la ansiedad y las emociones negativas, como ya hemos visto en la regla número 1, producen una reacción física. Si esto sucede de forma continuada pueden dañar las funciones de un órgano físico y enfermar.

   7.  Cada cambio llevado a la práctica disminuye la resistencia a sucesivos cambios.

        Generalmente sentimos resistencia a cambiar. Cuando efectuamos un cambio aprendemos a vencer esta resistencia. Cada vez que el inconsciente acepta cambiar un hábito o una creencia, da un paso más a favor de la flexibilidad, de tal forma que abre camino para nuevos cambios o sugerencias.    

8.   A mayor esfuerzo consciente, menor es la respuesta inconsciente.

A veces la fuerza de voluntad y el esfuerzo no sirven de nada. Cuanto más empeño pones en quererte dormir, menos lo consigues. Cuanto más te fijas en los pasos de baile que debes hacer, peor lo haces. Cuando te esfuerzas en no pensar en algo, sólo consigues pensar más en ello.  “Dejarse llevar” y “fluir”  permitirá a nuestro inconsciente sacar todo su potencial. Confiemos en él y dejemos que también trabaje.

Que tengas un buen año.
Publicado por Montse

Desarrollo personal y profesional: 6 pasos para establecer y conseguir metas.

6 pasos para establecer y conseguir metas.

Todos tenemos metas; todos queremos conseguir metas; pero la mayoría de la gente se queda a mitad de camino -más si son ambiciosas- y al final desiste. Y lo peor en esta vida es resignarse, creer que la vida es algo que sucede y no algo que uno hace que ocurra.

Ya lo decía el escritor francés Honoré de Balzac: «La resignación es un suicidio cotidiano».

El éxito se resume en una palabra: Autorresponsabilidad. Si hay un rasgo que define a las personas de alto rendimiento es que se hacen responsables de sí mismas; o lo que es lo mismo, siguen el principio: ‘va a ocurrir porque yo voy a hacer que ocurra’.

No caen en las excusas -mentiras que nos decimos a nosotros mismos-, ni en buscar culpables -rasgo común de los perdedores profesionales-, ni en el victimismo -la teoría de la conspiración contra mí-, ni en el quejiquismo -actitud de los inmaduros-, ni en todos aquellos comportamientos que eluden responsabilidades para poder dormir tranquilos por la noche y escurrir el bulto.

Te dejo 6 pasos para el establecimiento y consecución de metas.

1. Define con claridad lo que quieres

Lo hemos dicho muchas veces: «La principal causa por la que la gente no consigue lo que quiere es que no sabe lo que quiere». Y quien no sabe lo que quiere acaba donde no quiere estar. Existe una relación muy estrecha entre claridad de metas y lo que finalmente se consigue.

Y otra cosa que es importante. A la hora de establecer tus metas, mira hacia tu ‘interior’ y no te dejes seducir por el glamour ‘exterior’. La mayoría de la gente establece sus metas en función de lo que está de moda porque es una forma de obtener aceptación social: cool-hunter, coach, personal shopper, community manager...

El éxito parte siempre de la autenticidad, de ser fiel a ti mismo: lo que te hace diferente, te hace único; lo que te hace diferente, te hace especial. No lo olvides: Desear no es ‘decir’ lo que se quiere, desear es ‘sentir’ lo que se quiere. Por eso Goethe afirmaba: «Si no lo sientes, nunca lo lograrás». Lo importante de los sueños no es cuáles son, sino que sean propios, tuyos, personales, y no prestados.

2. Diseña un plan de acción

Sin un plan, sin método, sin estrategia, uno se convierte en una veleta que queda a merced del viento que sopla en cada momento. Tener un Plan es decidir Qué hacer, Cómo hacerlo, Cuándo hacerlo y Con Quién hacerlo. Es poner por escrito la hoja de ruta, un itinerario que nos permite evitar perder tiempo, energía y esfuerzos.

Diseñar un Plan para nuestras Metas es como organizar un viaje: se decide primero dónde y cuándo ir, luego cómo ir y hospedarse, y por último qué llevar.

3. Ponte en movimiento

La acción es la perfección de la decisión. Si decides algo y no actúas, no has decidido nada. Sólo se van encontrando respuestas en la acción. La acción es el puente entre nuestros sueños y la realidad. La acción es la verdadera medida de la inteligencia, porque la inteligencia es inteligencia práctica. Inteligencia no es ‘saber’, inteligencia es ‘hacer’.

El peor vicio que se puede cometer es el de quedarse quieto, parado, inmóvil a que se den las circunstancias perfectas. Nunca ocurre y además el tiempo trascurre y cada hora que pasa ya no vuelve. Lo decía Karen Lamb: «Dentro de un año te arrepentirás de no haber empezado hoy».

4. Nunca pierdas el foco

Si quieres tener éxito, aprende a enfocarte. La excelencia exige foco. Enfocarse tiene ‘magia’. Decide una única prioridad -coach, conferenciante, emprendedor, escritor...- y pon toda la carne en el asador ahí, organiza todas tus actividades en torno a ese objetivo. En lo que te concentras, se expande. Eres tu atención. Si te desenfocas, la energía se dispersa. Y la dispersión es uno de los grandes enemigos en la consecución de metas. Personas de éxito, personas de foco.

Las personas que son referentes en sus áreas de actividad se han volcado en eso que soñaban de manera obsesiva, teniendo el coraje de decir ‘no’ a otras tentaciones que aparecían por el camino. Como apunta el actor Will Smith: «Nunca hay que tener un plan B porque te distrae del plan A».

5. Sé flexible durante el camino

Las cosas nunca marchan como uno había previsto. El guión hay que ir adaptándolo a medida que se avanza. Lo importante es no perder nunca de vista el objetivo e ir encontrando alternativas a los múltiples escollos que van surgiendo. Por eso, es muy importante tener actitud positiva para no desanimarse.

Al final todo se resume en cómo pasar del punto A (donde estoy) al punto B (dónde quiero estar), y de lo que se trata es de encontrar el ‘cómo’. Ensayo y error hasta dar con la tecla adecuada. La cuestión no es si algo es o no posible -todo lo es- sino cómo conseguirlo. Ya sabes: «Si una y otra vez te haces la misma pregunta, no cabe duda que terminas encontrando la respuesta».

6. Jamás te rindas

El trabajo más duro es siempre no rendirse. En el camino hacia la consecución de nuestras metas aparecen siempre multitud de obstáculos: fracasos, errores, críticas, dudas, bajones emocionales... En esos momentos, lo que pide el cuerpo es irse al refugio, abandonar; pero ahí es donde hay que demostrar resistencia emocional, ser mentalmente fuerte. La resiliencia no es otra cosa que la capacidad de estirar la frontera del dolor. Permítete todos esos sentimientos, pero continua pedaleando.

Ya sabes lo que hemos dicho muchas veces con palabras de Robert Frost: «Todo lo que he aprendido en mi vida se resume en dos palabras: sigue adelante». En esta vida nadie fracasa, sólo hay gente que desiste. Hay mucho poder en insistir y no venirse abajo: el éxito es una cuestión de perseverar cuando los demás han renunciado.

Por Francisco Alcaide Hernández.