Concluciones



¿Cómo saber si identificaste correctamente tu Eneatipo?
El recorrido del Eneagrama, al igual que cualquier viaje de autoconocimiento suele estar plagado de  distracciones, confusiones, autoengaños y negaciones, y la meta, que en este caso es el de identificarnos con un Eneatipo, puede parecer un espejismo al cual nunca alcanzaremos a llegar.
Es por eso, que me parece necesario insistir en que lo verdaderamente importante en este camino, es haber logrado vernos en los aspectos más profundos y ocultos de nuestra personalidad, hayamos logrado o no, ponerle un número a lo que vimos. Cada ser Humano es único e irrepetible, si bien, compartimos ciertas estructuras, ninguna persona es igual a otra y mucho menos, totalmente predecible o reducible a un número.
Pretender lo contrario, sería equivalente a transformar esta maravillosa herramienta en una cárcel.
Cuando comenzamos el recorrido a lo largo de los diferentes Eneatipos, vamos por lo general asociando los números a personas que conocemos; algunas de ellas se nos revelan claramente al leer las características de un número. Así, identificar los Eneatipos de quienes amamos, y de aquellos con quienes nos relacionamos, puede sernos de gran utilidad a la hora de conseguir comprenderlos en sus comportamientos y obsesiones. De igual forma, pienso que el Eneagrama puede ser una herramienta muy útil a la hora de escoger el personal de una empresa, pues sin duda hay personalidades más afines y compatibles que otras, a un determinado tipo de trabajo. Sin embargo, es importante no caer en la tentación de focalizar la atención en el otro, evitando adentrarnos en nuestro interior y así reconocer con que número nos sentimos mayormente identificados. Muchas veces parece ser más fácil y claro reconocer el Eneatipo de otras personas que el propio, y es natural que así sea, pues no es fácil adentrarnos en ese espacio interior, en el cual depositamos la causa de la mayor parte de nuestros comportamientos, motivos que no queremos ver o quizás, que no podemos ni siquiera reconocer ante nosotros mismos.
Cuando avanzamos por los diferentes números vamos asociándonos en algunos aspectos con unos, y en otros, con otros. A veces hay algunos que rechazamos de plano y quizás, sean ellos, los que más información nos puedan proporcionar acerca de nosotros mismos. Como sea, al escoger entre las descripciones y hacer los test, se nos suele armar una tremenda confusión entre tres voces que parecen hablar desde nuestro interior: quien queremos ser; quien nos han dicho que somos y quien realmente somos. En mi caso, la mayor parte de las veces que contesto un test obtengo como resultado el número 9; algunas personas me han sugerido que puedo ser un 1, y yo me identifico a mi misma como un 4.
Durante un buen tiempo estuve bastante dudosa a la hora de escoger uno de estos tres Eneatipos, pero luego me fui dando cuenta que al contestar los cuestionarios suelo responder según la imagen idealizada que tengo sobre cómo debería yo ser, imagen que está probablemente relacionada con el modelo de comportamiento que mis padres intentaron inculcarme, esto es como un apacible 9.
Los demás me suelen ver según la forma en que acostumbro comportarme ante el mundo externo, esto es como una persona organizada y eficiente, que es precisamente como se comporta el Eneatipo 4 cuando se integra hacia el Eneatipo 1.
También podemos tener dudas entre dos números que parecen actuar de manera similar, recordemos que en ocasiones un mismo comportamiento puede tener orígenes internos muy distintos, como en el caso del 1, que busca la perfección como un fin en sí mismo, y el del 3, que la busca como un medio para conseguir la valorización de los demás, es por eso, que más que poner la atención en cómo actúa un determinado número, es recomendable observar cuáles son las motivaciones que lo llevan a actuar de tal o cual manera.

Algunos consejos útiles a la hora de intentar identificar tu
Eneatipo.
Como ya se ha dicho, el identificarse en un número es un camino para ser recorrido personalmente, un trabajo que nadie puede hacer por nosotros y, aunque el apoyo de un facilitador, o el uso de un test pueden ser de gran ayuda, finalmente, a la hora de escoger un Eneatipo que nos represente, sólo debemos escuchar nuestra voz interior.
Para identificarnos con un Eneatipo se recomienda, en una primera lectura, revisar la descripción y origen de cada uno de los números, esto nos puede ayudar a descartar algunos de ellos.
Luego, con el apoyo de algunos test o con el consejo de alguien más experimentado en esta herramienta, se puede escoger un par de números. Más allá que lo que otros nos puedan decir o de los resultados de los test, al leer la descripción del Eneatipo que nos representa, podríamos sentir cierto cosquilleo interno equivalente a sentirnos desnudos, emoción que no se siente con el resto de los números.
Los cuestionarios pueden ser más útiles al momento de descartar números que al de escogerlos, y también nos pueden ayudar a identificar en qué Tríada es más posible que se sitúe nuestro Eneatipo. Es importante cuando se contesta un test de Eneagrama, sumar por centros los puntajes obtenidos en cada Eneatipo, agrupándolos así según si pertenecen a la Tríada del Pensamiento (7+6+5), Tríada del Instinto (8+9+1) o a la Tríada de las Emociones (2+3+4). Cuando una de estas sumas es marcadamente mayor que la otras dos, es muy probable que nuestro Eneatipo pertenezca a ese centro y de esta forma se puede definir entre dos personalidades de diferente tríada sobre las que se tenga duda.
Otro consejo útil a la hora de revisar los resultados de un test, es el de analizar los números en los cuales se obtienen altos puntajes, y que no pertenecen a la misma Tríada, observando si acaso se encuentran relacionados unos con otros, es decir, observar si los altos puntajes son números vecinos, o si los números con altos puntajes están unidos por líneas internas según la dirección de desintegración o integración del número, es decir, 3963 para el triángulo y 1428571 para el hexágono.
Esto se puede entender mejor mediante un ejemplo: supongamos que una persona se identifica en gran parte con el número 7. Esta persona al momento de contestar un test, podría, además de obtener un alto puntaje en ese número, obtener un puntaje alto en los Eneatipos 8 o 6, ya que estos números son posibles alas, como también en los Eneatipos 1 o 5 que corresponden a los números de sus líneas de desintegración y desintegración, respectivamente.

¿Y ahora qué?
Desde un punto de vista, el Eneagrama nos acompaña en un viaje en espiral hacia el interior de nuestro ser, directo hacia el difícil enfrentamiento de esos comportamientos compulsivos y muchas veces desconocidos, que nos dominan y limitan. Desde otra perspectiva, nos lleva hacia fuera, en una mayor integración de nosotros mismos con los demás, y hacia una mayor comprensión del otro.
En el maravilloso desafío del crecimiento personal, el cual puede tomar muchos años, la vida entera o quizás más, el viaje de autoconocimiento por el Eneagrama (o por cualquier otra herramienta) nos ayuda a dejar en evidencia los mecanismos de nuestro poderoso ego y con ello liberarnos de su dominio, amigándonos con nosotros mismos. Sin embargo, una vez superado y satisfecho el natural impulso de identificación con un número, el gran y sorprendente descubrimiento al trabajar con el Eneagrama es, darse cuenta que cada uno de nosotros puede sentirse representado con muchos aspectos de todos los Eneatipos y que esas facetas pueden manifestarse en distintas etapas y circunstancias de la vida.
Esto nos ayuda a comprender y aceptar tanto en nosotros mismos como en los demás, esos comportamientos un tanto neuróticos y algo impredecibles, que de tanto en tanto se presentan y que suelen sorprendernos y nos dejan algo avergonzados. Cuando esto sucede nos sentimos culpables por haber soltado a la bestia que con tanto tesón nos hemos esforzado por mantener encerrada, pero que ante ciertas circunstancias se hace presente, recordándonos su existencia. El Eneagrama nos enseña que estas reacciones son meros mecanismos de defensa.
Personalmente, me gusta mirar el Eneagrama como un Mandala, por el cual disfruto paseándome con libertad, por sus diferentes estaciones:
Ayer estuvo nublado… el 4 que habita en mi interior se sintió inexplicablemente melancólico.
Hoy tengo un encuentro con mis amigas….dejaré salir a la 7 que hay en mí y disfrutaré en plenitud.
La próxima semana tengo que entregar un informe... haré uso de mi 1 y daré lo mejor de mí para que éste sea perfecto.
Alguien me quito mi lugar en la fila del banco…. mi 9 interno apareció y dijo: ¿qué más da?
Claro que tengo una estación favorita, en la cual me quedo más tiempo y esa corresponde al número con el cual me identifico, pero mi meta no es abrazarme a un Eneatipo y usarlo como justificación de mis limitaciones, sino llegar a estacionarme en el centro del Mandala, tan firmemente parada, que no importe cuán velozmente gire este círculo, ni cuántos retos me presente la existencia: Mi YO estará de pie en mi centro, con una sonrisa y una mirada diáfana, observándome con amor y compasión trastabillar en cada una de las estaciones.

El Uno dice: Yo debo hacer lo correcto
El Dos dice: Yo debo ayudar al prójimo
El Tres dice: Yo debo tener éxito
El Cuatro dice: Yo debo ser especial.
El Cinco dice: Yo debo aprender mucho.
El Seis dice: Yo debo cumplir con mi deber
El Siete dice: Yo debo ser feliz
El Ocho dice: Yo debo ser fuerte
El Nueve dice: Yo debo vivir en armonía

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